En 2018 Black Rebel Motorcycle Club cumple 20 años de haberse creado. Un camino nada sencillo para ellos, en especial durante los últimos años con la muerte sorpresiva del padre de Robert L. Been quien falleció en el backstage mientras la banda estaba de gira presentando Beat The Devil’s Tatto (2010). Micheal Been además de ser padre de Robert, era el ingeniero de sonido y fue considerado como un miembro mas de la banda. Este lamentable suceso afectó a Robert y a su manera de escribir las letras para los siguientes discos.
Años después de este triste capítulo durante la gira de ‘Specter At The Feast’ entre 2013 y 2014, su baterista Leah Shapiro empezó a presentar los síntomas de una enfermedad conocida como “Malformaciones de Chiari” que se presenta en el cerebelo y que afecta directamente a la parte que controla el equilibrio. Durante este año de gira Leah notó que algo dentro de su cuerpo estaba cambiando y deteriorándola pero pasaba desapercibido para el mundo exterior. Ella misma anunció en Octubre del 2014 que entraría al quirófano y con ayuda de Robert y Peter Hayes juntaron treinta mil dólares para cubrir los costos. Fue para el verano del 2015 que Leah regresó y con un proceso lento de recuperación se incorporó a la banda.
Fue en enero del 2018 que la banda presentó su nueva obra musical, WRONG CREATURES, para lo que salieron de gira con más de 30 fechas por algunas ciudades de Estados Unidos para luego en Marzo brincar el Pacífico y continuar en Australia.
Para el cierre de esta primera gira del 2018 escogieron las ciudades de Pomona y Los Ángeles, la primera en el clásico The Glasshouse donde nos dimos cita el pasado viernes 23 para reencontrarnos con la banda. Este lugar es uno de esos venues que no deja de sorprender por su tamaño, su acústica, su público y la cercanía con las bandas.
El acto principal estuvo a cargo de Night Beats quienes con casi 10 años juntos nos entregaron un intenso set con algo del garage y psychedelic rock manufacturado en Seattle. Su último álbum del 2016 Who Sold My Generation es el álbum con el que por cierto visitaron México ese mismo año, incluso Robert Levon Been de BRMC fue incluido en la alineación de la banda en lugar de Jakob Bowden en ese entonces bajista.
Con una audiencia que oscilaba entre 30 y 40 años en su mayoría fue complaciente y bien aplaudida al trío originario de Seattle.
Alrededor de las 9:20 pm se oscureció el escenario con un par de luces blancas iluminando desde a Robert Levon Been, Leah Shapiro y Robert Hayes durante las primeras cinco canciones. Mientras para muchos críticos de música Wrong Creatures es la misma receta de la banda desde sus inicios, para quienes pagan y asisten a los shows, —por cierto ambos sold out en L.A.— es un álbum que sigue entregando el rock denso de calidad que estos quieren seguir escuchando. BRMC tiene una base de hardcore fans que les seguirá hasta que dejen de tocar.
Sonaron los tres primeros temas de la noche sacados y fueron los riffs de Spook los que en medio de la oscuridad invitaron a algunos “headbangers” al frente del escenario recordándonos que algunas melenas siguen vivas a pesar del alejamiento continuo de los noventas. Fueron ocho tracks de esta última placa los que nos hacen confirmar la teoría de que mayor número de canciones tocadas en vivo del último trabajo, es sinónimo de aceptación del público, y esto lo pudimos comprobar entre sus asistentes.
En un vaivén de voces alternadas entre Peter Hayes y Robert Levon, Leah Shapiro al centro del escenario parecía liderar con cada golpe al bombo mientras la letra de ‘Beat The Devil’s Tattoo’ “…You have forsaken, all the love you taken…” se escuchaba algunos fans al unísono en alguna parte del lugar.
Temas como ‘King of Bones’ agudizaron el placer de los rincones oscuros mientras que con el up beat era inevitable no sacudirse a un baile minúsculo. Fueron dos horas y 22 temas. Un encore de tres canciones al cual le antecedió el clásico ‘Spread Your Love’ y antes de este ‘Six Barrel Shotgun’ mientras la silueta de un intrépido “crowd surfer” navegaba entre las cabezas, hombros y manos de un público encandilado.