La cita con Arctic Monkeys en la Ciudad de México llegó como un día cargado de nostalgia y emoción por parte de su público al tener la oportunidad de ver una nueva etapa en vivo de la banda que acababa de presentarse en el escenario principal del Festival Pal’ Norte en Monterrey, pero cuya última visita al país fue en 2013, de nueva cuenta en un festival. Por ello se anhelaba tanto una fecha en solitario que estuviera a la altura de la espera por el tour Tranquility Base Hotel & Casino (2018), próximo a finalizar en abril.
Con una puesta de sol que iluminaba el día, salió el primer acto de calentamiento. Miles Kane, muy bien conocido por la audiencia de la banda, una correlación directa por su amistad y proyectos alternos con la banda. A pesar de la luz, Kane salió sin gafas oscuras, con un semblante vibrante, tal como quería ver a los asistentes. Con una playera de tirantes y el glamour que lo caracteriza, salió a cantar nueve temas de los que destacan ‘Cry on My Guitar’, ‘Loaded’ , ‘Too Little Too Late’ y ‘Coup De Grace’. Mientras la gente seguía llegando, Miles aprovechó para integrarlos a su actuación; en varias ocasiones pidió que se alzaran las manos, incitó las palmas e hizo coros vocales.
Cinco locos por la música originarios de Suecia arribaron al escenario con sus clásicos trajes bicolores. La participación de The Hives fue catártica y contra-producente para los Arctic. Fue una banda que se comió a su audiencia, que la saboreó de formas en las que nunca ha explorado la banda de Sheffield. Tienen un protagonismo enorme y les importa interactuar con el público en todo el momento. Durante su concierto, interpretaron ‘Come On!’ , ‘Walk Idiot Walk’, ‘Hate To Say I Told You So’ y ‘Tick Tick Boom’. Por su parte, el líder Pelle Almqvist no perdió detalle y gracia para intentar hablar en español con la audiencia. Bajó tres veces del escenario a cantar y tocar a la audiencia, aun cuando se esperaba poca familiaridad. Una de las partes más icónicas fue cuando la banda se quedó inmóvil por varios segundos. Por la reacción de la gente, se notó cómo los suecos se habían llevado un momento memorable y dieron razón de los dos sold-out que tienen en El Plaza en estos días.
El momento estelar llegó con la luz roja parpadeante, los ingleses entraron al escenario y de inmediato los gritos se escucharon y las primeras notas fueron tocadas. No hay jeans, ni tenis desgatados, sólo glamour en pantalones sastre, melenas largas y otras aplacadas. El setlist no cambió mucho al de Pal’ Norte, no hubo alguna novedad o sorpresa para un concierto tan aclamado. Sin embargo, la técnica con la que ejecutan es espectacular; los arreglos de las canciones clásicas insertados en el contexto del álbum actual son muy buenos, es una evolución en su sonido que corresponde a las personas en las que se han convertido. Son artistas y también son irremediablemente rock-stars, pero más que ayudar a su espectáculo, ponen una barrera entre su acto y los fans. Nunca han sido una banda que se desborde con la audiencia, al principio era un tema de timidez, ahora parece un tema de poco piso en los pies.
Dicho lo anterior, la antipatía no quita la genialidad. La noche se inauguró con ‘Do I Wanna Know?’ y la cátedra de ‘Brianstorm’ fue fenomenal por ser de las canciones que les exige al máximo a cada uno de los integrantes. Posterior vino ‘Snap Out Of It’, con la que se mantiene la seducción vocal para volcar las emociones ‘Don’t Sit Down ‘Cause I’ve Moved Your Chair’. La nueva era se hizo presente con ‘One Point Perspective’, canción en la que se encendieron las luces de las gradas por primera vez, de nuevo llegaron al éxtasis con ‘I Bet You Look Good On The Dancefloor’ por encarnar el sentimiento de la noche. Posteriormente transcurrió un periodo de tranquilidad con “Library Pictures”, ‘Knee Socks’ y ‘The Ultracheese’, para volver a agitar la respiración con la acelerada ‘Teddy Picker’ y la siempre iconica “Dancing Shoes”.
Continuó la parte de los reclamos amorosos con ‘Why’d You Only Call Me When You’re High?’ y los fantasmas del romance con ‘Cornerstone’ y ‘505’, aquí se le perdona cualquier cosa a Turner, con su eficacia para pasar de su voz a la guitarra y al teclado. La versatilidad se hizo presente gracias a la ayuda de los músicos de soporte que fueron parte de la presentación. Este periodo culminó con la enigmática ‘Tranquility Base Hotel + Casino’.
Antes del encore, se consolidaron piezas como ‘Crying Lightning’, ‘Pretty Visitors’ y ‘Four Out of Five’, la era Humbug (2009) demostró su cercanía con TBH&Q. Al salir del escenario, por fin se concretó un olé olé en celebración a la banda. Como decía, Arctic Monkeys no son de los que den muchas pausa para interactúa con la audiencia, aunque sí se escucharon muestras agradecimiento. Un gran punto a su favor es tener canciones muy populares el único problema es que no hacen ningún esfuerzo por integrar a los fans al show. Se siente como un muro de cristal que no planean rebasar.
El final del show llegó ‘Star Treatment’ a la que Turner le cambió la letra por –I just wanted to be one of The Hives…– en gratitud a su participación. Al terminar y muy ad-hoc con su actitud, la era AM (2013) fue la encargada de despedir con ‘Arabella’ para llegar a la pregunta ‘R U Mine?’. México fue suyo de principio a fin, se les acompaño con todo y lo que quedaron a deber fueron los Monkeys.
La expectativa para el show de la noche del 24 de marzo era enorme y terminó en una noche que cumplió, pero que no sorprendió. El Foro Sol no pareció adecuado para albergar a los Arctic Monkeys, tiene una mala distribución y no la compensa ni las pantallas con tomas que dieron en su mayoría un close up al rostro de Turner. Al final del espectáculo hubo la única toma al público que se encontraba en primera fila; fans que se presume acamparon y que llevaban mantas con mensajes, además de las famosas banderas donde no sólo figuró México, también lo hizo Perú.