Yo Estuve en Avándaro, la historia del primer festival de rock mexicano

// Por: Oscar Adame

mar 4 septiembre, 2018

Fotos por: Graciela Iturbide

Los chicos de hoy en día piensan que la música siempre ha estado ahí, para ellos los conciertos son algo común. En mi época no era así”, declaró Justino Compeán, uno de los productores del Festival de Avándaro. El mismo es considerado como “el Woodstock mexicano” por parte de Trilce Editores, encargados de editar el libro Yo Estuve en Avándaro.

Este trabajo retrata lo vivido dentro del primer festival de rock mexicano realizado el 11 y 12 de septiembre de 1971. Dos noches en las que reinó la unión por la música, las drogas y la juventud, con el objetivo concreto de promocionar  las carreras automovilísticas y  la música de La Onda Chicana.

El origen del “suceso más significativo de la historia del rock mexicano”

El libro que cuenta con textos del escritor Federico Rubli y fotografías de Graciela Iturbide fue presentado de nueva cuenta dentro de Zona Maco 2018, el mercado de arte moderno más grande de Latinoamérica, como parte de la celebración de su segundo aniversario.

En la conferencia se presentó el organizador del festival, Justino Compeán, junto a Iturbide y Rubli. Los tres rememoraron sus vivencias dentro de la histórica: “Nosotros sólo queríamos promocionar la carrera, pensamos como buenos chicos Ibero que sería un negocio redituable, pero todo se nos salió de las manos”, declaró Justino afirmando que fue obligado a salir del país cuando los medios de todo México empezaron a describir al concierto como una de las citas más hedonistas de la historia del país… “desperté y en la primera plana de todos los periódicos estaba la desnudista de Avándaro con titulares referentes a la marihuana”, afirmó.

De acuerdo a lo descrito, la idea del festival inició cuando los directivos de la compañía Promotor Go S.A. vieron el impacto que tuvo el Festival Woodstock en los Estados Unidos. El tiempo parecía ser el indicado, México acababa de organizar las Olimpiadas de Verano en 1968 y el Mundial de México en 1970. Además, el reciente gobierno de Luis Echeverría mostró claras intenciones de abrirse a la juventud mexicana, tratando de restablecer la relación tras la matanza del 68 de Díaz Ordaz.

Gracias a las facilidades del priista, la música empezó a distribuirse por todo México, con bandas de la Ola Chicana experimentando con los géneros psicodélicos que la industria estadounidense estaba exportando a Latinoamérica. Proyectos como Javier Batiz y La Revolución de Emiliano Zapata empezaban a tener éxito mediático y junto a varias propuestas más se empezó a formar el primer movimiento rockero en la historia del país.

Esto fue previo a Avándaro, el festival de música más grande en la historia del país y una de las razones por las cuales la música con guitarras continuó siendo demonizada durante un par de décadas más en México.

El Festival de Rock y Ruedas… sin ruedas

Los hermanos Eduardo y Alfonso López Negrete eran los propietarios de los terrenos del Circuito Avándaro, una famosa carrera automovilística que se llevaba a cabo año a año, hasta 1969 cuando murió el piloto Moisés Solana. Su idea inicial era regresar las carreras a la ciudad con un evento masivo que incluyera conciertos en sus intermedios.

Con un presupuesto de $40,000 se buscó contratar exclusivamente a La Revolución de Emiliano Zapata y a Javier Batiz, pero ambas bandas lo rechazaron. “Creyeron que era una idea loca, que no terminaría por llevarse a cabo, pero al poco tiempo encontramos otras bandas que creyeron en lo que hacíamos”, declaró Compeán al relatar el trabajo que representó el encontrar a otros 12 grupos que pudieran tomar su lugar.

Su campaña publicitaria basada en carteles, y el efecto boca a boca, hizo que llegando al día del evento se rebasara por un gran margen al púbico esperado. “La prensa hizo ver como si nos divirtiéramos, pero créanme que no había persona más asustada que yo en ese momento”, relató el productor del festival mientras recordaba que la insistencia de la gente ocasionó que no se pudieran llevar a cabo las carreras, las cuales contaban con publicidad previamente pagada por Coca-Cola para su transmisión en Canal 4.

El festival tuvo muchas fallas técnicas. Los asistentes invadieron el área exclusiva de los músicos y las torres de iluminación. La lluvia llegó en algunos momentos del sábado y causó un gran lodazal. Se registraron casos de apendicitis e intoxicados con todo tipo de drogas. “Los chicos aun así se portaron bien, no hubo ningún incidente de violencia, sólo estaban disfrutando de la música”, comentó.

La transmisión en vivo de Radio Juventud tuvo que ser interrumpida debido a que la banda Peace and Love empezó a utilizar palabras altisonantes en su concierto, lo cual fue tomado como un acto de censura por parte de la Secretaría de Gobernación,  la banda también empezó a corear frases como “mari-mari-huana” y “nosotros tenemos el poder”. El director de la radio-difusora, Agustín Meza, declaró que decidió  interrumpir la difusión.

Las razones políticas

Se dice que el entonces Secretario de Gobernación, Moya Palencia, tenía pretensiones presidenciales que podía retener el Gobernador del Estado de México, Carlos Hank González. “Avándaro fue la excusa perfecta para hacer una campaña negativa contra este carismático político”, mencionaron en la conferencia señalando que los medios empezaron a atacar al evento como un movimiento político contra el gobernador.

Aprovecharon el golpe para destruir las aspiraciones del priista”, declararon ante la increíble recepción mediática que el evento obtuvo con primeras planas controversiales y plumas influyentes, declarando que se trató de un concierto anti-sistémico en donde se mostró una clara falta al civismo con eventos como La Encuerada de Avándaro y los cánticos de Peace and Love.

Gracias a esta recepción, los movimientos del rock mexicano se vieron proscritos y censurados, al igual que pasó con la llegada del México neoliberal y el nacimiento del Rock en tu Idioma, a finales de los años 80.

Esta historia se ve bellamente descrita, con crónicas y ensayos de Federico Ribli, e ilustrada con fotografías de Graciela Iturbide en Yo Estuve en Avándaro, un libro de Trilce Editores que a lo largo de los últimos dos años no ha dejado de sorprender a los interesados en la música nacional con sus vívidas descripciones y valor como documento histórico.