En 2014 Playboy celebró su 60 aniversario con una revista cuya portada ostentaba a Kate Moss, la top model por excelencia, un issue para coleccionistas por la tradición de la publicación y la magnitud de unir ambos elementos, sin duda uno de los grandes momentos de la cultura pop y los medios impresos durante esta década.
Sin embargo, hubo algo que atrajo los reflectores apenas la revista estuvo a la venta. Un photoshoot de la autoría del reconocido fotógrafo David Bellemere, con Barcelona como el cálido marco de una fotos que recién cobraban vida, y en el centro de todo, una joven modelo mexicana en sus veintes que impresionó al mundo.
Entonces, ese mismo día todos empezamos a googlear el nombre de dicha modelo, Alejandra Guilmant, porque queríamos conocer la historia detrás de la originaria de la Ciudad de México.
Hoy, tres años después, tengo la oportunidad de hablar con Ale, cuya carrera cambió radicalmente después de aquel shooting. La modelo está en un momento muy diferente de su vida, dando un giro creativo a su profesión y abrazando la actuación, sin dejar de disfrutar y crear conciencia con su trabajo.
“No soy de las que van al gimnasio, de hecho tengo una genética bendita que me cuesta mencionar porque siento que me juzgarán, aunque sé que no durará toda la vida, apenas tengo 23 años”. Así da inicio una entretenida plática con una de las mexicanas más valoradas en el mundo del modelaje en la actualidad, una conversación en la que diversos tópicos hacen aparición inesperadamente y, claro, todos son bienvenidos.
¿Cómo te diste cuenta de que querías dedicarte al modelaje? ¿En qué momento notaste que te apasionaba lo suficiente como para dedicarte a ello?
Creo que nunca dije “quiero ser modelo”, aunque como a toda mujer sí me impresionaba ver un desfile de John Galliano, revistas o el Victoria’s Secret Fashion Show. Decía “¡wow!, quiero ser como ellas”, y de chiquita veía a estas mujeres tan impresionantes y empoderadas que influenciaron todo.Aun así no quiero dedicar toda mi vida al modelaje, al contrario, quiero hacer de todo, ser una persona polifacética, no quiero que me metan en cajón. Quiero hacer cine, poder actuar, dirigir…
Provengo de una familia de cineastas y pienso que eso también me influyó y me trajo a este mundo. Mi abuela también apoyaba mucho el arte, entonces crecí en este entorno que impulsa la creatividad. Todo empezó por ahí y creo que ahora estoy haciendo esa transición al cine, experimentando muchísimo y explotando toda esta creatividad que evoluciona a la par de nosotros.
En este momento profesional, ¿qué clase de proyectos quieres hacer?
Hice unos cortos con Rodrigo Prieto, donde salí tres segundos [ríe]. También participé en la película A La Mala (2015), con un personaje totalmente diferente a mí. Fue muy padre porque me convertí en alguien distinto y me permitió entender la maravilla de la actuación. Luego hice Compadres, en un papel un poco más real.
Es muy fácil que te encasillen…
Al principio los directores y productores ven sólo tu “personalidad” de modelo y te dan el rol de “la guapa”. Somos personas muy visuales y cuando empezaba decía, “si me dan este papel lo voy a tomar y le sacaré todo el jugo que pueda”. Luego, uno de los productores de otra película que hice me contactó y me dijo: “Estoy en esta serie para Blim que es como un Sillicon Valley mexicano y quiero que formes parte”, le pregunté sobre mi rol porque ya estaba cansada de ser siempre la “chica guapa y sexy” y me describió a una chava algo seria que sufre una transición y evoluciona a una persona extremadamente humana, que acaba con el corazón un poco roto. Me gustó, porque es bastante real y más humana, más yo. La serie sale el siguiente año y se llama Realidad Aumentada.
¿Hay algún género en el que quieras experimentar?
Estoy descubriendo qué deseo hacer. Me encanta la comedia pero haría algo más apegado a la realidad, eso es lo que me mueve, y mientras cause una reacción emocional está mejor. Por lo menos si alguien ríe o llora conmigo, o se identifica, yo estoy bien.
Apareciste en la revista Playboy, en su edición del 60 aniversario, y de repente todos te volteamos a ver. ¿Cuál es la historia detrás de ese shooting?
Primero me hablaron y me platicaron el proyecto. Había rumores de que Kate Moss estaba en portada (nada confirmado) y mi agencia en Alemania, Model Work, le habló a mi agente y le dijo: “Mira, no queremos subirle el autoestima a Ale pero entre las opciones está ella (normalmente tienen un plan A y un plan B) y Eniko (la top model)”. Pensé que como se trataba de Playboy obviamente serían un full nude,con uno de los mejores fotógrafos del mundo, así que había de dos: o se terminaba mi carrera o la empezaba. Les pedí dos días para pensarlo y dijeron que lo podía cancelar si quería.
Le hablé a un muy buen amigo fotógrafo que ha sido mi mentor, Greg Kadel, lo conozco desde que comencé a los 16 años, y él trabaja con Vouge, Victoria’s Secret y demás. Le comenté la propuesta por mensaje, le pregunté si debía hacerlo y lo único que me contestó fue “do it”. En ese instante le escribí un mail a mi manager y le puse “I’m in”. Era sólo esperar la decisión de la revista, si me querían a mí o Eniko, entonces dijeron: “Pues lo hacemos, aunque esto está muy raro, porque no tienes la misma trayectoria que ella…”. Yo sólo pensé que sería padrísimo.
¿Cómo viviste la experiencia de hacer las fotos?
Nos fuimos a Barcelona, al lugar donde Dalí iba de vacaciones. Estaba en aquella casa, con sus piezas y fue una historia increíble, tres días súper intensos con David Bellemere para hacer full nudes. Fueron mis primeros nudes [ríe].
Estuvo muy padre, me encantó, me empoderó muchísimo y me hizo quererme más, porque cuando estás desnuda ves esas cosas que no te agradan tanto, así que estar tres días en la playa te obliga a amarte sí o sí. Por esto comenzó este rol en mi carrera de empoderar a las mujeres, hacerlo a tal grado que los hombres tengan una reacción. Justo haré un calendario con David, con otras 11 chavas en República Dominicana, un día de shooting y lo mismo, queremos empoderar a 12 chicas. Veremos qué pasa.
Después de estas fotos tu nombre se volvió muy conocido en México, sin embargo tu trayectoria ya era destacada en el extranjero. ¿Cómo te sentiste al respecto?
Seré súper cruda y honesta: creo que me tratan mejor en el extranjero que en mi propio país y eso me da muchísima tristeza, no por mí, yo ya llegué a cierto lugar, hice Vouge, Harper’s Bazaar, el 60 aniversario de Playboy pero, ¿las niñas que empiezan? México es un país tan malinchista que nunca apoya y por eso tenemos que irnos al extranjero, a Estados Unidos o Europa, ahí la tenemos que hacer.
Y después te ponen toda la tensión…
Cuando ven que lo estás logrando te piden que regreses, que hagas portadas y editoriales, pero cuando estás aquí, empezando, no te ven ni para un casting. Por ejemplo, ahorita hay una niña increíble que está haciendo muchísimas pasarelas, le abrió a Dior, hizo John Galliano y sólo tiene 16 años. A ella ni la habían entrevistado aquí y justo cuando acaba de abrir ciertos desfiles increíbles le ruegan para que haga portada. ¿Por qué hacen eso? Deberían tomarlas en cuenta para que cuando lleguen a Estados Unidos cuenten con un book fuerte, como en Brasil, que hace a sus mujeres unas top models. Es el caso de Gisele Bündchen, que salió de Brasil siendo una y llegó a Estados Unidos con mucha fuerza, porque su país la impulsó.
Es algo que nos falta mucho en México, impulsar el talento de músicos, estilistas, cineastas, de todo. Nos falta apoyarnos muchísimo porque si no, no salimos.
Parece que es un patrón que se repite, hay que salir del país para que reconozcan tu trabajo…
Es difícil. Somos un país tan cerrado y tan católico (perdón por meter la religión), con protestas hacia diferentes tipos de familia. Existen personas gays, transgénero, y si no te gusta no salgas de casa, apaga la TV y cállate, no molestes a personas que sólo son felices; lo mismo con la libertad sexual. Hice una aparición especial con Marika Vera, en Fashion Week, cerré con un free the nipple con la intención de empoderar y decir “híjole, chavos, ya hay que quitarnos esos tabúes.