//Por: José Iván Ruiz Trejo
Parece que las voces de los barrios más bajos mundialmente siempre tenderán a buscar la forma de expresarse por medio de la música. Un sentido común que se repite históricamente desde la creación de la música y la división de clases hasta nuestra actualidad. Conjunto a la tecnología, los pasos de los (principalmente) jóvenes verán en sus alrededores una realidad e imprimirán, con las herramientas disponibles, tratados para que los demás entiendan su situación.
La escena del hip hop en México sigue en un total misterio. A pesar de que en su historia hay grandes exponentes como Control Machete, Big Metra o Cartel de Santa; el género no explotó como sus seguidores lo deseaban. Sin embargo, un ritmo como el reggaetón rescató mucho de las rimas y sensaciones que empezaban a quedar en el aire con algunos intentos en mercados independientes.
Pudimos hablar con BrunOG antes por su presentación en la fiesta del octavo aniversario de Vice México (#vice8años). Goose Island, el experto en cerveza artesanal, nos invitó a vivir una grata experiencia previo a conocer a uno de los productores más innovadores de la escena, con la creencia de que existe tela de donde cortar para el llamado “Trap” y que no se necesita buscar en las fronteras para escuchar canciones que, invariablemente, han atrapado a un sector importante de la población que la puede escuchar en fiestas o reuniones importantes:
¿Cómo definirías el “Trap”?
El “Trap” es un género que salió de barrios bajos. Nace de la traducción de “Trampa” en ingles y se ocupaba para definir un estilo de vida y no tanto una corriente musical. Se empezó a estilizar y tener diferentes elementos para que se convirtieran en melodías. Ya es un género establecido y se identifica mucha gente con sus letras, aunque hay que recalcar que salió de Estados Unidos. Trata de armas, drogas y sexo, muy similar a lo que sucedió con el rap.
Vemos que existe una comparación similar al nacimiento del genero hip hop en Nueva York o Los Ángeles. ¿Influye la condición social para ser parte de este movimiento?
Surge mucho por el descontento de las personas y por su forma de expresarse por ser de barrio bajo. Dicen “A mí me toca vender coca” y tratan de expresarlo con esas letras y se identifican con ese estilo de vida. Yo no he vivido eso pero se identificar ese ritmo. Este “Trap” ya está definido porque no se había respetado un estilo. Ya podemos decir que artistas ‘mainstream’ tienen un tipo de sonido similar al “Trap” y se convierte en algo global. Pega en Puerto Rico, México y todas partes.
¿Cómo se fusiona el “Trap” con el reggaetón en español?
Si hablamos del “Trap” general u original, no está nada pegado con el reggaetón. El que los llegó a juntar es el llegado a Puerto Rico. Respetaron elementos y otros puntos fundamentales, pero los centroamericanos lo pudieron fusionar. En partes como Ecatepec, conozco a chavos que hacían “Trap” y ahora hacen reggaetón porque ya hay un poco más de apertura a estos ritmos y pueden combinarlo. Ya no tiene problema de tener tres canciones de “Trap” y tres de reggaetón. Lo hacen para identificarse con las letras y sus experiencias en las calles.
¿Cómo se puede inspirar un productor para hacer este tipo de música más amigable a pesar de la temática de las letras?
Me pasa mucho que tengo proyectos que por su naturaleza expresan letras con palabras fuertes. Lo que intento es crear un ritmo comercial y que la base sea lo más pegajosa, que sea algo inevitable no escucharla. Cuando vienen esas palabras que no son tan gratas y trató de censurarlas con efectos o filtros como un ‘rewind’. Lo hago porque, si quiero que la gente lo escuche, a pesar de que busco que el artista se exprese como es, procuro que se tenga un balance entre lo que se pueda escuchar y una expresión “pura”, sobre todo si quiero que la presenten en cualquier lado. En el reggaetón está muy marcado los temas de sexo y alcohol pero hay otras que no necesariamente lo tocan.
¿Qué tan difícil es ser productor independiente actualmente?
Las herramientas ya están a la mano de cualquiera y puedes tener un home studio. Lo difícil es enfocarse y echarle todos los kilos. Una dificultad de los productores es la calidad, porque quizá no tengas el dinero para tener un buen sonido y mezcla. También como es tan fácil conseguir estas herramientas, llega a ver el lado de que se pueden hacer buenos materiales o malos materiales. A veces por dinero hacen las cosas de mala forma y hay un resultado pésimo que afecta al género, aunque gana más lo positivo. Lo que hago es chamba pero en cada rola puedo darle algo de mi expresión y de mi estilo.
Tienes un proyecto llamado Bass Rats, ¿de qué se trata?
Este proyecto lo fundó Alan Anaya junto con Alex Malverde de Homegrown y me metí en el a manera de un rooster más. Fue de los primeros colectivos que le daba entrada a productores y DJ’s más que a un artista. Se le consideraba un exponente más con sus propias letras y con sus propias ideas. Es un colectivo global base donde entra moombatohn, cumbiatton, reggaetón, cumbia, hip hop, etc. Su objetivo es poder presentar varios proyectos y darle oportunidades en shows al público con varios artistas independientes.
Para finalizar… ¿Qué le hace falta al reggaetón en México para ser respetado?
Siento que lo primero es acabar con la discriminación del genero. Al final, la gente debe entender que son personas expresándose. No puedes cambiar eso porque lo está diciendo por sus vivencias. Si no te gusta no lo escuches. Lo segundo sería ser menos “malinchista” porque, curiosamente, hay gente que hacía reggaetón como La Dinastía o Big Metra en menores proporciones. Lo tomaba como hype porque sonó en muchas partes, pero de ahí en fuera no lo tomó como alguien que siguiera el camino. Ahora vemos que gente como Gloria Trevi saca un reggaetón pero tiene los medios posibles para que el sonido explote. Hay que darle oportunidad a proyectos que son independientes y ahí puede estar la oportunidad, puesto que no se dan una zambullida a lo independiente.