“El Valle Festival”, el evento que intentó retomar la fecha, la curaduría y comunicación del Guadalupe Valley Wine, Food and Music Festival, ahora llamado Catharsis Festival, fue como era de esperarse, el centro de la polémica el pasado fin de semana en Baja California y el Sur de California. Tras causar una fuerte conversación debido a que contenía a Rhye como una de sus bandas estelares, proyecto cuyo frontman Mike Milosh mantiene diversos cargos de abuso sexual, el festival ha dejado a su público en la incertidumbre.
Parecía que el festival se llevaría a cabo este pasado sábado, con producción lista, pese al cambio de locación que se anunció unos días antes. Pero la situación actual y condiciones para eventos (fuera de proporción) que pide actualmente el gobierno del Municipio Ensenada, además de la situación desconocida del inmueble, determinaron clausurar lugar Rancho Las Chichihuas, donde ocurriría el show, ante la mirada atónita de asistentes que llegaron.
Hay que remarcar que, desde tiempos de pandemia, se ha establecido una regulación rigurosa con respecto a los eventos y a los negocios que se pueden realizar dentro del Valle de Guadalupe debido al temor de los residentes y de su gobierno ante la popularidad del espacio, misma que podría derivar en la destrucción de zonas naturales vitivinícolas y en la gentrificación de la región, dando como resultado a la gestión de un comité llamado Rescatemos Al Valle.
En el pasado mes de mayo, comprobamos con Catharsis Festival, que el gobierno de Ensenada inventó unos impuestos que no tienen sentido ni en otro lugar de México, ni en ningún país del mundo, con respecto a los artistas que un promotor contrata para su show, sin que haya una relación sobre la paga al artista o la derrama económica al gobierno municipal y estatal. Los derechos que se pagan normalmente entre 30 o 50 mil pesos, aumentaron a la propuesta de pagar 750 mil en la producción de este evento, imposibilitándolo como se tenía planeado, aunque finalmente ocurrió en diferentes sedes de la región en otro formato, cuidadosos de no violar ninguna ley.
Sin embargo, la cancelación de El Valle Festival, que curiosamente se llevaría a cabo con un line-up casi idéntico al de la primera edición de Guadalupe Valley Festival, era una gran posibilidad que ellos ya sabían que podría ocurrir desde varios días atrás. Es por esto que resulta irritante que los organizadores condujeran la información de una manera que fue de todo, menos clara. Unos productores que además mantuvieron a sus asistentes a la expectativa durante seis largas horas afuera del venue. Por parte de lo promotores y hasta el siguiente día, se manejó que el festival estaba pospuesto, algo que evidentemente no es cierto, pues se trata de un evento totalmente cancelado.
Así vuelvan a reunir a los mismos artistas y quieran volverlo a hacer, el evento en el día pactado que estaba listo para ocurrir no tenía las condiciones para suceder. El manejo de la palabra -pospuesto- solamente parece cumplir la función de respaldar una excusa para no devolver las entradas al público.
Habría que dejar muy clara la diferencia entre cancelación y posponer, un manejo de palabras que importa puesto que tiene una repercusión importante en las boleteras. Al parecer está estipulado que el festival no regresará el dinero bajo ninguna circunstancia. Esperemos que al final ocurra lo correcto, lo que es justo para la gente y este intento de festival, quede solo en eso, en un intento y en una mala anécdota más para la región.
Compare usted mismo: