Siempre es tentador mitificar a los muertos, especialmente cuando mueren jóvenes. Jean-Michel Basquiat tenía solo 27 años cuando murió, en 1988, un joven cuyo impresionante trabajo ya lo había llevado a ser el foco de atención a nivel internacional; quien en el espacio de muy pocos años – 8 para ser exacta – se había transformado de un artista de graffiti clandestino a un pintor reconocido que se codeaba con Andy Warhol.
Vivió duro y murió aún más duro, por una sobredosis de heroína a los 27 años, y sus amigos y allegados afirman que tenía más personalidad de estrella de rock que de estrella del arte. Para mí, su trabajo es increíble, visceral, caótico. Es visualmente hermoso, te hace sentir todo tipo de sentimientos, desde enojo hasta armonía, también mucha libertad. Su trabajo es muy gráfico, es llamativo con muchos códigos ambiguos donde hay un cuestionamiento de la identidad, especialmente de la raza y una muestra de los estímulos de la vida que abarca desde la música, las caricaturas, las instituciones, las celebridades y sin embargo, aunque habla de muchos aspectos de la vida contemporánea, de movimientos de su entonces actualidad, sus pinturas rara vez son eróticas.
Un artista que irrumpió en la conciencia internacional, tanto que es mencionado mucho en el hip-hop: Kanye West, Jay-Z, Swizz Beatz, Nas y muchos otros cantantes que citan a Basquiat en sus letras. Y aunque Basquiat fue inmensamente prolífico durante su corta vida, las instituciones tardaron en reconocer su talento. El tiempo entre su primera exposición individual y su muerte fue de tan solo seis años.
Nació en Brooklyn, en una familia de clase media, su papá era haitiano y su mamá de padres puertorriqueños pero nacida también en NYC. Se separaron cuando tenía solo 7 años y a los 11 ingresaron a su mamá a un hospital psiquiátrico. Su tormentosa niñez lo hizo un espíritu rebelde que gozaba de desafiar las normas y la autoridad.
En la adolescencia formó una banda junto a un par de sus amigos, se hacían llamar Grey. Se formaron en 1979, pero antes de esto, Basquiat ya tenía presencia en las calles gracias a sus grafitis. Trabajando con su amigo de la escuela Al Diaz, desde 1978 estuvo pintando los edificios del centro de la ciudad de Nueva York con su etiqueta SAMO©, el cual era originalmente un personaje de dibujos animados que Basquiat había dibujado para una revista escolar, que se derivó de la frase “la misma mierda de siempre”.
Como artista urbano, su arte retrataba dicotomías que compraban el estatus social como la riqueza vs la pobreza, sin embargo, sus lienzos presentan figuras más abstractas y son exploraciones profundamente autobiográficas de su vida personal. Como pintor, sus obras proclamaban la existencia de una verdad más básica encerrada en un evento o pensamiento determinado. A medida que se desarrollaba su carrera, aplicó el mismo intenso escrutinio previamente reservado para el mundo que lo rodeaba a los aspectos emocionales y espirituales de su propio ser.
Basquiat pasó de ser un grafitero a un famoso pintor neoexpresionista en solo ocho años. Ganó reconocimiento por primera vez en 1980 en la exhibición de Time Square, organizada por el grupo de artistas Collaborative Projects, Inc., la cual reunió a artistas que estaban en la etapa inicial de sus carreras, como Kenny Scharf y Jenny Holzer. El show de Time Square fue la primera exhibición de Jean-Michel Basquiat, y aprovechó la oportunidad para mostrar su talento como grafitero y pintor.
Desde principios de 1981, con tan solo 20 años, Basquiat atravesó lo que sería un periodo decisivo en su carrera. Centrándose en el dibujo de sus propias experiencias de vida como un medio para abordar preocupaciones humanas más amplias, produjo cinco obras clave durante un periodo de 18 meses: Sin título (Cabeza) (1981), Acque Pericolose (1981), Per Capita (1981), Notario (1983), y La Colomba (1983). Estas obras no solo ofrecen una visión de este período de la carrera de Basquiat, sino que también revelan la profundidad de su preocupación por retratar la experiencia espiritual. Aunque se ha escrito mucho sobre la personalidad casi mítica del artista y su papel en la revitalización del mundo del arte de Nueva York a principios de la década de 1980, la discusión se ha centrado poco en el poder irrefutable de las obras para trascender al individuo y abordar problemas más amplios y temas universales.
Muchas de las dualidades que aparecen en su trabajo surgen del reconocimiento de su situación como un joven afroamericano en el mundo del arte de gente blanca. Utilizando siempre la dicotomía entre el blanco y el negro tanto en el contenido de sus obras como en la estrategia de su producción artística. Pero esta no es la única dicotomía que instaló en sus obras, riqueza vs pobreza, integración vs segregación, experiencia interna vs experiencia externa. Un tema común en casi todas las obras de Basquiat son las ideas que se encuentran a uno mismo y definen los valores individuales mientras se rompen las convenciones sociales. Por las diferentes versiones de autorretratos que Basquiat tiene de sí mismo y el uso de personas de color en su obra, es claro ver que estaba en una búsqueda constante de autodescubrimiento y comprensión de su raza.
En su primera exposición individual en la Galería Annina Nosei en 1982, Basquiat vendió toda su obra esa misma noche. Tuvo seis exposiciones individuales en todo el mundo, incluida la prestigiosa Galería Gagosian en Los Ángeles. Con tan solo 21 años, Basquiat fue el artista más joven en participar en Documenta 7, la estimada exhibición internacional de arte contemporáneo en Kassel, Alemania, y uno de los más jóvenes a los 22 años en exhibir en la Bienal de Whitney en Nueva York.
Las obras icónicas de Basquiat encarnaron la escena artística de la ciudad de Nueva York en los 80s. Aunque su carrera se vio truncada debido a su prematura muerte Basquiat tuvo un impacto significativo en el arte afroamericano y latino.