En 2011 otra biopic sobre una mujer en la política llamó la atención. Dirigida por el francés Luc Besson, The Lady (que en México recibió el cursilísimo titulo de Amor, honor y libertad) nos hizo conocer a Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz en 1991, activista política y líder del gobierno de Myanmar.
La cinta es como cualquier otra biopic: aspiracional, de emociones fáciles. Si por algo vale la pena es por la actuación de Michelle Yeoh como Suu Kyi y porque nos presenta la realidad (cierta realidad, al menos) de la vida pública en Myanmar, una país que desde México parece tan remoto.
The Lady vuelve a ser trascendente en estos días debido al golpe de Estado que las fuerzas militares acaban de propinarle al gobierno de Suu Kyi. Conocida como ‘la Madre’ del país, Suu Kyi vuelve a ser una mártir de la democracia.
Antecedentes: en 2015 la Liga Nacional de la Democracia, de modo legítimo, ganó la elección general en Myanmar. Suu Kyi ascendió como jefa de Estado y ministra de Asuntos Exteriores. Todo parecía de nuevo una biopic: la activista en resistencia que después de ser encarcelada por fin lograba liderear a su país a una nueva etapa luminosa.
Durante cinco años el gobierno de Suu Kyi parecía estabilizarse. El país crecía. Sin embargo, había un sector del poder que no estaba nada contento con la situación: el ejército.
En noviembre, a pesar de la pandemia, hubo elecciones generales para el parlamento birmano: la Liga Nacional de la Democracia ganó con un resultado escandaloso del 80% de apoyo popular. Este 1 de febrero se esperaba que el Congreso de aquel país tomara juramento a los nuevos parlamentarios. Y entonces el ejército tomó el control de la situación.
La presidenta Aung San Suu Kyi, depuesta por el golpe militar
Viral se ha hecho la escena: una mujer hace aeróbics afuera del Congreso. Detrás de ella los transportes militares pasan a toda velocidad. Aunque el video ha sido puesto en duda, es una buena ilustración de lo que sucede ahora en Myanmar: un Estado que parecía transitar, de modo terso, hacia una democracia sólida; una población civil tomada por sorpresa.
El Partido de la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo, el principal opositor del gobierno de Suu Kyi, se alió con el ejército. En noviembre del años pasado la oposición llamó al electorado levantarse contra los resultados electorales. “¡Fraude!”, gritaban por el callejón de la amargura. Sus quejas destempladas no impresionaron a nadie: impopulares, la gente los tildó de locos. El movimiento de Unión, Solidaridad y Desarrollo, aliarse con la otra entidad descontenta con la situación: el ejército.
Peligro: cuando los locos se juntan con las armas el resultado suele ser un tiroteo en el manicomio.
El momento histórico birmano se puede entender así: un gobierno democrático que acaba de ser destruido por una oposición violenta que ha devuelto a su país 30 años atrás, a la época en que Aung San Suu Kyi fue detenida por primera vez.
Hoy, de nuevo, la líder fue detenida junto con todo su gabinete. Sobre decir que el ejército depuso del poder a los parlamentarios democráticamente elegidos en 2020 e impuso un estado de emergencia en todo el país.
¿Cuál ha sido el error estratégico de la democracia birmana? Darles a los militares tres carteras importantes, como reporta la BBC: Asuntos Interno, Defensa y Asuntos fronterizos. Aun en democracia, los militares tenían gran influencia en la política interna. No había gran manera de acotarlos. Su alianza con la oposición era de esperarse.
Tanto la ONU como la Unión Europea y una alianza de naciones asiáticas han condenado el golpe. En países como Tailandia y Japón, expatriados birmanos han salido a las calles a protestar. La gente en Myanmar está demasiado asustada para hacerlo, como reportan varias fuentes a CNN y BBC. Demasiado fresco tienen el recuerdo de la violencia encabezada por las juntas militares a través de su historia.
Las entidades internacionales han llamado al diálogo. Quizá todavía sea posible detener la violencia en Myanmar. Aung San Suu Kyi vuelve a ser ‘la Madre’ del país, la madre violentada por ‘el Padre’ (el ejército). Suu Kyi, de nuevo un símbolo de la democracia.