Sin avisar y sin pedir permiso, la secuela del álbum que le dio el Grammy a NAS es el underdog del 2021.
En un año en el que el escenario parecía puesto para que Tyler, The Creator y su Call Me If You Get Lost (2021) arrasaran con todo a su paso, la leyenda de Nueva York publicó –casi de sorpresa- King’s Disease II (2021) un disco de rap puro y directo que mantiene la línea sonora de su predecesor; pero que, a nivel discursivo, se atreve a ser más reflexivo y retrospectivo sobre los 30 años de carrera que carga a sus espaldas.
En esta segunda parte de su proyecto de 2020, NAS se sincera y habla de su posición como viejo lobo de mar en un océano lleno de tiburones veinteañeros que devoran todo a su paso con tal de mantenerse relevantes. Sabe de la presión que carga como símbolo de una época dorada que posicionó al género dentro del canon del mainstream. Los que antes eran sus enemigos ahora los recuerda con nostalgia, les echa de menos y acepta que hubiese preferido envejecer con ellos dentro de la industria: la mayoría están muertos, en la cárcel o tirados en una calle.
En canciones como ‘’Rare’’ y ‘’Nas Is Good’’ habla de cuan consciente es de las virtudes que lo diferenciaban del resto durante la década de los 90’s; sin embargo, primero con cautela y después como desahogo, se cuestiona qué tan valiosas son todas esas facultades en un momento de la música en el que ya no existen rivalidades que se definen con la vida o con la muerte; donde los grandes exponentes dejaron Brooklyn y Compton para mudarse a mansiones minimalistas en Beverly Hills y Suiza. Al final, erradica todo atisbo de superioridad moral porque reconoce que ya ni siquiera él es el mismo que se peleaba con 2Pac y hangeaba en la misma esquina que B.I.G: su tiempo actual se mide en Rolex y cruza en dirección a Manhattan arriba de su Lincoln.
Todo el disco es, de una u otra manera, auto referencial. Durante sus quince tracks es notorio el interés por dialogar con canciones de su repertorio clásico.
El punto más alto de esto aparece en su colaboración con Lauryn Hill: 25 años después de su primer dueto, ambos miran el retrovisor para evaluar cómo ha cambiado el concepto de <<fama>> y el impacto de la misma. ‘’Nobody’’ se convierte en la mejor canción del disco y de paso entrega un performance poderosísimo de parte de la duquesa de New Jersey.
El último tópico dominante dentro de esta placa es su acercamiento con Dios. En constante proceso de reivindicación, NAS explora una cronología en la que se ha acercado y alejado del cristianismo y cómo eso ha repercutido en su salud mental y espiritual. En el fondo sabe que hay cosas que nunca van a cambiar y describe ese vaivén como su ancla a la realidad.
A diferencia de King’s Disease I, en este segundo volumen existe un recurso instrumental que hila la ambientación narrativa del disco: el saxofón en clave de Jazz, fluido e improvisado que emula los soundtracks de las series y películas de detectives para dramatizar la acción.
En un momento de la escena en la que los raperos primero son músicos o productores, NAS revitaliza la figura tradicional del MC y deja que el equipo que lo rodea construya una pieza que bien podría estar entre Illmatic e It Was Written.
Fuerte candidato a entrar en las listas definitivas a lo mejor del año.