“Fear is only as deep as the mind allows…”
Japanese Proverb
La historia ha demostrado que el mexicano tiene virtudes y fuerzas internas que lo hacen sobresalir entre buena parte de las naciones de América Latina, si medimos el talento de los artistas nuestros que en todo el mundo marcan tendencias, ya sea en la moda, en el arte, la gastronomía, la música y muchas otras disciplinas.
Escritores, arquitectos, científicos, ingenieros, químicos e incluso astronautas mexicanos han tenido una presencia preponderante en la cultura global desde siempre; en todo el planeta se utilizan inventos y conceptos mexicanos que transforman realidades.
Cuando pienso en la genialidad que nos habita, me gusta remontarme a la antigua México-Tenochtitlan, cuando siete tribus parten de Aztlán, una isla al norte de Mesoamérica cerca de Nayarit, para buscar su destino.
Una de esas tribus eran los Aztecas, una comunidad chichimeca que en el s.XIII comenzó una larga peregrinación para buscar el símbolo que su dios Huitzilopochtli les había comunicado como señal del lugar donde debían construir su templo y por lo tanto su imperio: el águila sobre el nopal, devorando la serpiente.
Lo que ellos no esperaban era que, luego de años a la deriva sin establecerse en un lugar fijo, encontraran la señal divina. Pero no en un amplio terreno, sino en un pequeño islote en medio de una ciénega pantanosa y a mitad de un lago donde toda la orilla estaba ya ocupada por otras ciudades-estado como Tlatelolco, Xochimilco, Tacuba, Texcoco y Azcapotzalco, cuyos habitantes no querían a estos extranjeros en sus tierras.
La misión parecía imposible, pero los ingeniosos aztecas utilizan uno de los sistemas de ingeniería más asombrosos de su era: la chinampa.
La chinampa es una isla artificial que se construye afianzando largos pilotes de madera en el fondo del lago de manera vertical, para luego rellenarlos con tierra, piedras y otros materiales hasta llegar a la superficie; sin embargo, más allá de una milpa y un jacal, las chinampas no habían sido nunca utilizadas para construir sobre ellas estructuras de gran peso, ya no digamos una pirámide o un templo.
A lo largo de varias generaciones de ingenieros, albañiles, constructores y arquitectos, la ciudad de México-Tenochtitlan va tomando forma, con su increíble Templo Mayor al centro, que estaba dedicado a Tláloc y por supuesto a Huitzilopochtli, sus largas avenidas que unían la ciudad con las orillas (cuyo trazado aún se mantiene) como Tlalpan o la México-Tacuba y sus impecables casas donde el ciudadano común contaba con baños y agua corriente…fría y caliente.
Los aztecas, a partir de la fundación de su ciudad en 1325, son llamados Mexicas y logran consolidar uno de los más poderosos imperios de mesoamérica… construyendo una magnífica ciudad sobre el agua…
Cuando Hernán Cortés cruza entre el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl a través del famoso Paso de Cortés, lo que vió fue una esplendorosa ciudad flotando sobre el lago con enormes y coloridos edificios y sus grandes antorchas brillando en la noche… y quedó sin palabras…
Esta grandeza vive en nosotros, está en nuestra genética y tenemos ese ingenio, esa fuerza, esa energía en nuestra sangre…pero tenemos miedo.
Los mexicanos tenemos miedo del cambio, de dejar hábitos que consideramos son parte de nuestra naturaleza, pero que evidentemente no han hecho más que llevarnos a profundos abismos en todos los aspectos.
Nos da miedo el éxito, el propio y el ajeno y son muy pocos los que cortan sus cadenas para emprender nuevos proyectos en nuevos lugares y latitudes, refrescando las ideas y rompiendo paradigmas.
Sin embargo, en este momento donde México está en boca de todos, ya sea como una mala noticia alrededor del narco y la violencia, o como una historia de éxito (que también las hay y muchas) debemos hacer que los demás países, industrias y personas en el mundo nos tengan miedo a nosotros.
Que nos teman, si… pero con ese miedo positivo que de inmediato se transforma en respeto cuando se comprueba el talento, el poder, la originalidad y la propuesta de un mexicano capaz en cualquier ciudad del planeta.
La violencia en nuestro país ha provocado que muchas naciones vean con recelo a México, eso lo tenemos que cambiar, pero si logramos hacer que cuando se hable de nosotros en el mundo sea no con desconfianza sino con admiración estaremos dando un enorme paso adelante.
Si transformamos nuestros propios miedos y nuestros aspectos negativos como sociedad en una evolución colectiva para lograr la mejor versión de nosotros mismos, no solo como personas sino como mexicanos, el mundo temblará, pues sabrá que donde nos paramos comprometemos el corazón y toda nuestra dedicación para transformar la realidad en algo mejor y que podemos hacerlo igual o mejor que cualquiera.
Será ese día cuando el “Hacer las cosas a la mexicana…”, signifique hacerlas estupendamente bien, con amor, con creatividad, con ideas únicas y originales como solo en México (Only in Mexico) lo sabemos hacer.
Tenemos que hacer que nos teman… porque saben que un mexicano rifa…en cualquier terreno y en cualquier lugar.