El pasado jueves, Vance Joy se presentó por primera vez en México dentro de las instalaciones del Plaza Condesa. El cantautor que radica en Melbourne, Australia, se abrió a su público compartiendo historias intimas de un desamor romántico que terminó por convertirse en un romance con la vida, relatos poéticos de sus dos discos de estudio que lo han transformado en una de las figuras más reconocidas de la música australiana.
Sentado con las piernas cruzadas y sosteniendo un café con su mano derecha, el chico de 30 años de edad nos relató la historia detrás de su descubrimiento, el paso de los bares de micrófono abierto a los estadios anglosajones y la razón detrás del hermoso garabato que sirve como portada de su último material, el emotivo Nation Of Two (2018).
¿Desde hace cuánto llegaste?
Llegué anoche y hasta ahora llevo tres entrevistas, no estoy cansado debido a que tengo esta bebida especial y mágica, un café.
Leí que empezaste a interesarte en la música debido a que viste un par de videos de Green Day en la televisión cuando eras un niño. Empezaste a tratar de imitarlos…
Sí, las primeras canciones que aprendí a tocar y las que empezaron a crear mi interés en la guitarra fueron ‘Enter The Sandman’ de Metallica, cuando tenía 14 años y ‘Good Ridance’ de Green Day.
Creo que me gustaban porque veía a los chicos de mi escuela tocándolas. Había un chico que tocaba ‘Living In’ y era muy bueno, me impresionaba, ahí supe lo que es tocar la guitarra y me dieron ganas de intentarlo, pero fue muy difícil en un inicio. Dos años después estaba tratando de nuevo, mi padre me compró una guitarra eléctrica y contrató clases, creo que él sabía de este sentimiento, creo que se arrepintió de no haber aprendido y se aseguró de que no me pasara lo mismo.
Poco después vi a otro amigo tocando ‘Under The Bridge’ de Red Hot Chilli Peppers y ‘Nothing Else Maters’ y creía que era el mejor guitarrista del mundo -¿por qué no eres famoso?- le pregunté. Quedé aun más impresionado y a lo largo de otros ocho meses practiqué varias horas al día, me dio la energía necesaria para mejorar como instrumentista.
Sé que tus primeras canciones las escribiste en un ukelele. Yo empecé a aprender ese instrumento como puente a la guitarra, dicen que es una buena táctica, ¿pasó algo similar contigo?
Para mí fue lo contrario, de hecho. Aprendí guitarra en la secundaria y cuando tenía unos 20 años de edad entré a una tienda de música con un pequeño ukelele, lo tomé y me encantó cómo sonó, no sabía ningún acorde, sólo moví los dedos e inventé los sonidos. Me encantó, empecé a escribir canciones y fue excitante.
Creo que cada instrumento tiene sus propias canciones, si aprendo a tocar el piano seguro saldrán piezas distintas en él. En ukelele es igual, lo tomó a mi modo y toco lo que sale naturalmente. Cada instrumento te hace pensar de una forma distinta.
El ukelele se convirtió en algo tan importante para mí porque simplemente se siente bien tocarlo, cuando tocó una canción y canto al mismo tiempo hay una bonita combinación de tonos. Me parece muy vivo, fácil de tocar, puedes tocar de muchas formas, jugar con los arpegios.
Tu disquera te encontró gracias a que te hiciste de un nombre en varios clubes que tenían micrófono abierto para aspirantes a músicos y comediantes. ¿Cómo fue tu experiencia al empezar a presentarte de esta forma?
Mis primeras noches a micrófono abierto fueron muy aterradoras, antes ya había tocado con una banda de esta forma, pero esto había sido muy distinto porque eran mis canciones. Aunque me sentía orgulloso de las composiciones, no podía dejar de sentirme nervioso. Escribir mi nombre en la lista fue horrible, no podía dejar de temblar, mi novia estaba ahí junto a seis personas en el cuarto y toqué tres canciones. Al salir mi boca estaba seca, estaba rojísimo, pero me sentí tan lleno al poder hacerlo, tener el valor de superar el miedo.
A veces todavía lo siento, me aterra cometer errores. Lo más que toco mis ambiciones son más grandes, por lo cual dos años después, tuve que arreglarme por completo cuando subí mis canciones a SoundCloud y empezaron a llegar managers y gente de sellos discográficos a los shows de micrófono abierto. Creo que estos momentos me dieron la confianza para pararme frente a la gente y hacer lo que hago.
¿Qué le dirías a la gente que no ha podido hacer un show debido a este miedo?
Creo que si te siente bien respecto a tu obra, tienes que compartirlo. Es una gran parte del trabajo, hay tantas cosas tan buenas que no son dadas a conocer por este miedo y gente que no conoce el éxito por ello.
Yo solía pensar que el miedo estaba ahí físicamente, representando a una línea. Yo estaba del lado del miedo y para pasar a todo lo bueno de la vida sólo pensaba en que tenía que caminar por sobre la linea, romper el miedo.
Vale la pena, porque creo que aparte de beneficiarte a ti, el mejor regalo que puedes dar es el compartir algo que es bueno. Además, hay que pensar que nunca se va a estar listo, pero tienes que hacer el paso.
Mi línea de pensamiento es que la vida es todo acerca de compartir cosas con los demás. ¿Tú qué piensas al respecto?
Estoy de acuerdo, definitivamente. Creo que una gran parte de alegría y satisfacción que obtengo en la vida es cuando vivo momentos en los cuales siento que entiendo de verdad a las personas, sea leyendo un libro, viendo una película o teniendo una conversación. Esos momentos son lo mejor de la vida y siento que yo los logro con mis composiciones, cuando me siento agosto con una canción, la comparto y alguien se da cuenta de que puede relacionarse con lo que escribí. Me hace muy feliz.
Algo que te representa es la intimidad de tus temas, suenan sinceros. La portada de tu nuevo disco es un dibujo tuyo de dos personas desnudas y me gustaría saber la historia detrás de garabato, ¿cómo te sentías mientras lo hacías?
Hacer este disco y encontrar su título fue una gran experiencia, tuve que pensarlo mucho. La idea de Nation of Two (2018) salió de un libro que me encontraba leyendo, se sintió muy bien, es una gran frase para conectar a dos personas sean familia, amantes o amigos.
Cuando llegué al arte, tenía unas cuantas fotografías a las cuales amé, eran sobre personas sentadas, acostadas juntas en n parque o durmiendo, traté de capturar una experiencia del día a día, pero todo lo dejé cuando hice este dibujo, se sintió genial. Nunca había tenido esa experiencia de lograr hacer algo que se sienta tan bien conectada.
El hecho de que elegiste usar tu propio dibujo, en lugar de una fotografía, es un intento de presentar al trabajo de una forma mucho más personal, íntima.
Creo que sí, hay algo lindo al escribir las letras a mano para el libro de arte, es como si fuera una carta escrita. Tu personalidad se nota de ese modo, no lo habría hecho si no creyera que funcionaría. Estoy feliz de dar control en algunos elementos, pero en esta ocasión tenía sentido que yo la hiciera.
Un par de fotografías que me inspiraron son de gente dormida en el parque, esa idea de comfort y de tener a alguien que complementa a tu mundo de alguna manera jugó mucho en la creación del dibujo. Lo que quise representar es el pensamiento de que cuando estás con una persona de ese modo, completamente reflejado, hay un universo privado que comparten.