#WARPPresenta Entrevista Con Silvana Estrada: No Sabemos Nada Del Amor

// Por: Ernesto Cruz

jue 15 septiembre, 2022

‘’¿Qué es el amor?’’. Entre responder eso y encontrarle un sentido a nuestra existencia se nos ha ido la vida como humanidad. Que si son besos, abrazos, un té cuando estás enfermo, una frazada a la mitad de la noche o alcanzarte antes de que tomes ese avión y nos dejemos de ver para siempre. El amor es tantas cosas y canciones también, sobre todo en un país cuya historia musical se ha volcado por completo al esfuerzo por responder esa pregunta.

En México se aborda el amor desde la poesía de Agustín Lara, la crudeza de José Alfredo, la contundencia de Juan Gabriel, la narrativa de Natalia Lafourcade y la voz agónica de Chavela Vargas. Y aún así no lo hemos entendido: en un México de feminicidios disfrazados de crímenes pasionales, familias rotas y la cultura de los corazones rotos causados por irresponsabilidades de todos los días. ¿Qué es el amor, entonces?

Hace no mucho platiqué con Silvana Estrada -compositora veracruzana y autora de uno de los discos más importantes del 2022- para diseccionar su obra y a partir de ella, tratar de entender por qué no hemos dado solución a un cuestionamiento tan importante. La encuentro en uno de los momentos más lúcidos y maduros de su carrera, rebozada de éxitos y planes que solo harán más grande su nombre: dos sold outs en el Metropólitan, presencia en el Vive Latino de España… Pero más allá de eso, una energía que te abraza con su calidez y te hace sentir en casa.

 

 A continuación puedes leer la conversación completa:

La referencia cronológica que el público tiene sobre un disco es muy distinta a la que tienen los artistas de su propia obra. Digamos Marchita, que salió en enero de este año y para la gente tiene ocho, nueve meses de edad; pero para ti que lo compusiste, tiene dos o tres años desde que se concibió como idea. Desde dicho escenario, ¿cómo ha envejecido el disco según tu perspectiva? Sobre todo si consideramos que es un disco de desamor.

‘’Sí, definitivamente es diferente la manera en que lo percibe la gente a como lo siento yo; pero es muy lindo porque mi amor por este álbum se rejuvenece cada que lo toco y la gente lo canta con tanta pasión. No ha sido un proceso lineal porque con Marchita me he alejado, regreso, me alejo otra vez, me canso un poco de él, me vuelvo a enamorar, le hago arreglos a su ejecución en vivo… Creo que lo más importante ha sido entender que son solo canciones. Incluso el sentimiento que las motivó también ha envejecido sanamente porque ese dolor ya lo siento lejano, ahora cuando las canto no tienen ese peso emocional extra de la vivencia personal.

Obviamente su interpretación va cargada de una intención artística pero ya es un trabajo mucho más ligero que cuando las escribí. Tu pregunta me recuerda a un poema de Cristina Peri Rossi que dice algo como que los poemas -o en este caso mis canciones-  son como las botellitas que lanzan los náufragos al mar, y cuando alguien las encuentra, es probable que ya no estés en peligro o que incluso estés muerto (risas).

También habría que considerar que esa brecha temporal entre público y artistas se genera por el ritmo de la industria: lo que toma un lanzamiento es lo que lleva a una canción o disco a tardar meses o años en ser publicado; y creo que ahí, o cambiamos la industria -cosa que tardaría un poco más- o hacemos las paces con ese desfase de tiempo que viene con cada cosa que queramos lanzar. Yo hace poco opté por la segunda porque los tiempos de Marchita me tenían muy angustiada, así que por sanidad mental: compongo, grabo y que salga cuando tenga que salir’’. 

Ya a Mercedes Sosa le escuché decir algo así cuando le preguntaban sobre si cantar ciertas canciones no era como echarle limón a una herida y ella respondió que no porque justo el corazón roto que la llevó a muchos de esos temas había pasado hace mucho y es cuando la canción se vuelve del público y tiene la libertad de hacer con ella lo que quiera. 

 

Sobre lo otro que comentas de los tiempos de la industria, creo que últimamente una de las grandes frustraciones, sobre todo para artistas independientes, es esta dinámica de tener la enjundia para componer, grabar, producir, mezclar y masterizar en un periodo de tiempo muy corto y después toparse con el hecho de que no saldrá hasta dentro de meses o años. ¿Cómo lidas tú con eso?

 

‘’Entiendo todo eso que mencionas pero creo que mi frustración llega hasta que la canción ya lleva un rato, digamos, enlatada. Con Marchita me enfrente a muchos momentos en los que las escuchaba desde mi laptop o mi celular y decía: ¿Cómo es posible que no pueda compartir esto con alguien? Y es que la chamba netamente artística, no es fácil ni rápida pero al menos está en nuestro absoluto control; pero cuando entra a los terrenos de la industria puede ser desesperante que por más que hagas, el destino de tu material depende de alguien más. 

A veces ayuda estar de gira porque te distrae y puedes adelantarle cosas al público que va a esos shows; pero imagínate que yo terminé de grabar Marchita cuando empezó la pandemia, entonces ni lanzamiento ni giras. Por eso mi relación con el disco es rara y podría asegurar que la de casi cualquier artista con el material que hizo durante el encierro.

Ahora estoy en el proceso del nuevo disco y aunque me hace muy feliz todo lo que estoy pasando, luego sí quisiera espacio y tiempo para dedicarme de lleno a componer para que esas canciones salgan a la brevedad posible, incluso si esa brevedad son en realidad uno o dos años. También creo que depende del equipo y de tu modelo de trabajo: justo para artistas independientes podría ser más fácil porque no estás atada a otros compromisos; sin embargo, la realidad es que tardas más porque delegas menos tareas, hay que administrar los recursos de otra manera… Es un rollo’’. 

Al final creo que eso que dices la da un poco la razón a David Byrne y Lorde en esa conversación que tuvieron en la que hablan de lo cansados que están de este momento de la industria en el que la música se trata de todo menos de la música: se trata de marketing, estadísticas, redes sociales, estrategias; pero los artistas cada vez tienen menos tiempo para componer y grabar, o al menos de hacerlo en las condiciones más óptimas. 

‘’Es muy fuerte eso que dicen David Byrne y Lorde, eh; y la verdad es que yo también estoy muy decepcionada. Te confieso que yo jamás me hice expectativas de lo que quería hacer cuando creciera y llegara a adulta, sobre todo porque soy alguien que tiene problemas con el futuro: vivo en el pasado y a veces en el presente pero en el futuro nunca me sale.

Lo que sí nunca esperé fue que la industria de la música tuviera tan poco qué ver con la música. De repente se me van los días en entrevistas, juntas, sesiones de fotos, grabaciones de video y llego al domingo y me doy cuenta de que no me he podido sentar a escribir una sola canción. Las otras cosas pueden ser divertidas también; pero la prioridad de mi trabajo es hacer música.

Es muy complicado porque por un lado te exigen que hagas y hagas canciones porque ese es realmente tu valor. Y sí: el día que yo no componga ni cante durante un periodo prolongado, se acabó el asunto y dejo de existir para la industria. Por otro lado, también me exigen que corresponda a muchas otras cosas sin las cuales mi música no funciona dentro de esa industria. Cuando uno se da cuenta de esa contradicción es muy difícil de asimilar. Y quienes lo plantean así se olvidan que los artistas también somos humanos que requieren dormir, comer, tener amistades, ocio, esparcimiento… Y es que así está el mundo: hiperveloz, demandante y poco empático.

Al final creo que también como público fomentamos esa dinámica. Lo veía recién con una artista que lanzó disco y al día siguiente hizo un live de Instagram donde alguien le preguntó que para cuándo lanzaba más música, a lo que ella respondió que disfrutaran lo que ya estaba en plataformas, que fue un disco que le tomó literalmente años en hacer… La industria nos ha llevado a creer que ustedes son maquinaria capaz de sacar treinta canciones en un año, y claramente no. También debe existir un respeto por sus procesos y tiempos.  

 

‘’Igual y yo lo veo diferente porque crecí en una familia de artesanos donde la paciencia en el proceso es la clave para dar un salto de calidad. Y ahora veo otras industrias como la de la moda y la comida donde no existe la paciencia y las cosas están hechas para consumirse y desecharse de inmediato.

Creo que la industria de la música no está tan lejana de eso: no hay placeres prolongados, no hay canciones hechas para ser recordadas en la posteridad. Al final todo es consecuencia del capitalismo y un ritmo de vida insostenible que nos hace vivir en angustia”.

 

 

Saber Olvidar

Regresando a Marchita y llevándolo a otra dimensión más general… Hace un tiempo me encontraba en una fiesta, típicamente mexicana con tequila y canciones de desamor; llegado el momento, entre el bullicio de la gente, escuchaba las voces de José José, Joan Sebastian, Lupita D’alessio y pensé en lo crudo, violento y arrabalero que sobrevivimos al desamor en nuestro país. Como si fuera necesario sentir eso para poder sanar… Y hasta cierto punto no sé si eso es lo verdaderamente atractivo y encantador de nuestra música porque el desamor, en efecto, puede cimentarse en la rabia y la frustración; pero se vuelve una fijación casi cultural.

Luego escuché Marchita y a ti refiriéndote a él como un esfuerzo por vivir tu duelo con ternura y auto cuidado. También me encontré otra declaración donde decías que al revisitar el álbum te dabas cuenta que lo compuso una Silvana más inmadura e inocente respecto al amor. Con todo esto sobre la mesa: ¿cuál es tu concepción del amor y del desamor?

 

‘’Ahorita estoy leyendo un libro llamado <<Todo Sobre El Amor>> de Bell Hooks, el cual te recomiendo porque es una mirada crítica a la idea generalizada que tiene la humanidad sobre el amor y su vínculos con nuestras vidas públicas y privadas. De entrada me llevó a darme cuenta lo poco que sé del amor. Si lo vemos desde la academia, llámense ensayos y tesis, lo hemos abordado pocas veces y por lo tanto  sabemos casi nada. Sabemos de la muerte, de la locura pero sobre cómo amar hay más dudas que certezas.

Y nos damos cuenta de que el gran espacio popular sobre el cual hemos podido entablar una conversación al respecto es la canción. 

Ahí es cuando llegamos a donde tú dices: el desamor en México es violento. En el momento en el que escribí Marchita me sentía muy segura de lo que es el amor y el desamor; y esa seguridad a la larga entendí que era en realidad ingenuidad. Ahora, con el paso de los años, me doy cuenta de lo poco que sé del amor: conozco el cariño, el cuidado… Cosas que rodean al amor pero que no son el amor en sí mismo.

Eso me tiene en el proceso de preguntarme: ¿Qué es el amor? ¿Cómo se ama?  En ese mismo tenor, si dudo de lo que es el amor, lo dudo también del desamor. ¿Qué nos lleva a meternos a una cantina, cantar a José José, beber cinco mezcales y que eso de alguna manera nos haga sentirnos mejor? ¿Es realmente desamor o una herida del ego? ¿O es la sociedad que nos exige que así debe ser el performance del desamor? Y que el amor y el desamor como los tenemos concebidos -al menos en México- son pura idealización.

Son las canciones, las novelas, las telenovelas, las películas…  Estos pueden ser contenidos poderosos pero no son reflexiones severas sobre el sentir. Ahora, como parte de una generación que pretende cuestionar y reconfigurar las cosas que considera están mal, me emociona hacer canciones con conciencia y mayor entendimiento de lo que es el amor. Aún así, con toda esa inocencia,  de Marchita valoro que fue un disco muy honesto, es realmente lo que sentía en ese momento.

No fue performativo porque primero construí la reflexión personal  e íntima y a partir de ahí se generó el entendimiento colectivo y social. No al revés: que se hace la música para el diálogo masivo del desamor y a partir de ahí cada quien interpreta hacia su experiencia personal. Eso no significa que no vamos a poetizar ni a generar imágenes estéticas de estos sentimientos; pero el cambio viene de dónde construimos esos recursos artísticos’’

Tengo un mutual en Twitter cuya hermana por desgracia se encuentra desaparecida. Cuando salió Marchita él comentaba que tu disco le ayudaba a sobrellevar la situación a nivel emocional porque aunque el álbum no es propiamente sobre el tema, sí puede asumirse como un relato universal de la ausencia, de alguien que no está y difícilmente regresará.

En lo personal no me gusta adjudicar responsabilidades sociales a los artistas pero sí creo que tienen una plataforma desde la cual podrían involucrarse de otra manera con su entorno, sobre todo en un país como México que viven en duelo y debe afrontar una cotidianeidad con feminicidios, desapariciones, sistemas corruptos, mafias.. ¿Cuál consideras que debería ser el vínculo del arte con la sociedad ante este escenario? 

 

‘’Voy a responder desde mi experiencia porque es la que conozco y ha sido la de fungir como cronista poética de mi sentir respecto a todo eso que vivimos. Siento que en general existe un miedo al estigma entre mis colegas: miedo a no ser catalogados como artistas de denuncia social que hacen música de protesta porque eso puede traer consecuencias de todos tipos que podrían afectar el paso de sus carreras; sin embargo, debemos recordar que antes que artistas somos personas que pertenecen a una sociedad, en la que cada quien funge un rol y tal vez a través de nuestro don, talento o como le quieras llamar, podríamos cambiar una narrativa lesionada y desesperanzadora.

Un poco en relación a lo que respondí en la otra pregunta: al ser la canción el gran escaparate de la discusión pública, tratar estos temas y además cambiarles la intención, eventualmente pueden generar fuerza, conciencia y empatía’’.