#WARPPresenta: Entrevista con Gustavo Santaolalla, el último de nosotros


BY OSCAR ADAME | 1 ABRIL 2023


Más de cincuenta años de carrera musical. Líder de una serie de agrupaciones imprescindibles para el desarrollo del rock en español, icono de la canción argentina, héroe del ronroco, productor de los más grandes álbumes del movimiento rock en tu idioma y ganador de dos Premios de la Academia. Sin embargo, Gustavo Santaolalla no tiene ningún problema en pensar sobre su futuro y asegurar que quienes lo recordarán al final del día serán aquellos “chicos de hoy, cuando tengan sus 50 años, cuando se junten y se pregunten entre ellos -¿te acuerdas de The Last Of Us?-“.

El músico ya lo ha dicho en el pasado, sonriente. Sus conciertos se transformaron de un encuentro de viejos seguidores del rock en español a una convención de chicos Gen Z obsesionados con su PlayStation, utilizando playeras de Joel o con símbolos de Las Luciérnagas. De la noche a la mañana, pasó de ser un icono de la música latinonamericana a ser el embajador musical del mundo gamer, la mayor industria de entretenimiento del mundo, y todo gracias a su trabajo en un título muy específico, tan celebrado, como polémico… Pero ya histórico: The Last Of Us.

“Si algún día alguien hace una conexión emocional con los jugadores, en otro nivel, que vaya más allá del combate, de estar peleando y todo eso… Habrá un cambio radical en este medio”, pensaba el compositor con respecto a la industria de los videojuegos, después de haber rechazado a varios proyectos de compañías “muy grandes” porque no compartían su aspiración artística. “Sin embargo, un día llegó Neil Druckman y me presentó esta historia”.

Se enamoró de los personajes. Dice que no hubo ninguna duda con respecto a aceptar o no el proyecto. Fue una conexión inmediata, genuina, en la cual se le impulsó a experimentar tanto como quisiera y a presentar sus ideas de la forma más honesta que pudiera. Jugó con instrumentos orgánicos, usó tubos de PVC, intervino una guitarra y manipuló las reverberaciones de su baño… Sin embargo, una herramienta muy específica y muy querida fue la que lo ayudó a encontrar el camino hacía el alma de este título.

“Lo que me ayudó fue haber elegido el ronroco. Con ese instrumento salió de forma natural, rapidísimo. Fue impresionante, uno de esos temas que salieron de forma íntegra”, afirmó, con una sonrisa gigante en el rostro y la soltura de alguien que está absolutamente seguro de que ha hecho algo valioso con su existencia. “Una cosa que después analicé y que me encantó fue el por qué elegí el ronroco y yo creo que fue por Ellie. Es lo que decía, el asunto de buscar la fragilidad de ese personaje”, agregó.

Me gustaba como observar y siempre pensaba, sobre todo viéndolo a mi hijo jugar, en que si algún día alguien hace una conexión emocional con los jugadores, en otro nivel, que vaya más allá del del combate y del survival y de estar peleando y todo eso… más allá, en otro nivel, habría un cambio radical en esto.

Siempre he estado interesado en todas las plataformas, en todos los lugares, en donde la música puede intervenir. La música no es solo la canción, puede ser todo tipo de cosas y es por ello que lo tenía en la mira yo, esperaba ese momento en el cual me interesara un videojuego. Me vinieron de buscar muchas empresas grandes, una francesa muy importante y gente que había trabajado con músicos rigurosos, pero no eran los indicados, soy muy picky para las cosas.

Finalmente, después conocí a Neil y cuando él me contó la historia de The Last Of Us y aparte me cuenta precisamente eso, que lo que quería lograr era una conexión en otro nivel con la gente, yo dije: “Esto es, esto es exacto lo que yo estaba pensando”. No es que yo pensaba en esa historia en particular, pero sí pensaba en eso en establecer ese contacto con la audiencia de esa manera.

Cuando nos llegaron las noticias de que había gente que estaba llorando jugando al juego, que había un par de momentos en el juego en los cuales la gente se emocionaba al punto de llorar, yo dije “esto va a ser increíble” y así fue. Tuvo una respuesta increíble que nos llevó a hacer el segundo, con esa ansiedad que te produce hacer una continuación de algo tan exitoso y se volvió a reafirmar el poder de la historia porque es esa historia y es ese mundo que concibió Neil que tiene un peso específico muy groso, por eso es que la música también.

He tenido la fortuna de que Neil y Creig hayan declarado que para ellos la música es parte del ADN de The Last Of Us. Por eso los sims continúan, porque si no hubiera sido la misma música, hubiera sido como si en vez de Ellie, hubiera habido otros dos personajes distintos. Ellie es un personaje más de la historia de la música.

Sí, yo siento una relación muy profunda… siempre la sentí muy fuerte con la guitarra y toda mi vida fue la guitarra. Así fue durante varios años, hasta que conocí el ronroco. Cuando encontré el ronroco, fue como conocer un segundo hijo o una segunda pareja.

Yo siento que esos dos, si bien me encantan todos los instrumentos, esos dos son mis instrumentos y ellos son el medio que inmediatamente me conecta con esa otra cosa. Yo siempre hablo del del tema de que soy fiel creyente en el tema de los 80% de transpiración y 20% de inspiración y siempre me gusta repetir la cita que dice “espero que la inspiración me encuentre trabajando”.

Creo mucho en eso. No soy una persona que se siente en un sillón esperando a ver si se me prende la lamparita, como en los dibujitos animados. No, yo trabajo y a veces la conexión ocurre inmediatamente, me levanto, agarro un instrumento y praaaaam, sale. Pero, en otras ocasiones llevo dos días buscando y siempre sale algo, pero con el tiempo vas desarrollando un filtro que te dice “esto sí, esto no” porque es muy importante también lo que uno no hace.


Vivimos en un estado que de pronto, salvado todas las diferencias, pero pues vivíamos en lo que era la resistencia. Como espectadores, qué sé yo. Para el gobierno fascista, éramos un elemento subversivo solamente por tener el pelo largo y tocar una guitarra eléctrica.

Yo no pertenecía a ningún partido político, no consumía ningún tipo de droga, nada y estuve preso innumerables veces, entre los 16 y los 24 años. Lo máximo que estuve fueron tres días y tuve la suerte de que nunca me lastimaron porque era medianamente conocido con mi banda, entonces sabían quién era, pero igual me hacían la vida imposible. Tenían total inpunidad y podías aparecer en una zanja si cantabas contra ellos.

Así es como entonces el enfrentamiento entre un gobierno totalitario súper estructurado, un régimen militarista y un grupo que le hace frente, son cosas que viví. Acá estuve brevemente cuando existían los black panthers, pero aquello no fue una cosa que llegó al pueblo… lo de Argentina llegó al pueblo, a la gente, a los vecinos, siempre había varias personas en tu barrio a los cuales se los había llevado la policía y la gente decía “bueno, si se los llevaron es porque algo debieron de haber hecho” con toda la propaganda.

Ese tipo de régimen es algo que nos tocó vivir de chicos. Fue distinto, pero te conecta con esa cosa opresivo… Creo que sirvió también.


Esa sensación de opresión y de alguna manera entender, simpatizar con las luciérnagas del juego. Simpatizar con gente que se oponía y que además esta buscando una curación para ese problema, para ese tema.

Una de las cosas que para mí hacen a toda gran obra es cuando los conceptos no son tan polarizados de el bien y el mal. En todas las personas existe el bien y el mal, somos todos buenos y malos, pero hay algunos que hay una proporción mucha más grande de una cosa que de la otra. Pero, eso es algo que me gusta mucho de la historia y de cómo Neil ha tratado a los personajes.

Siempre ves esa dualidad, hay un momento en el cual los personajes están bien y hay otros en los cuales te preguntas “¿qué le pasó a este tipo?”. Se le escapó la tortuga, se fue muy violento y bueno, son personas. La persona más mala también tiene un momento de ternura y a veces uno no puede congeniar estas dos cosas, porque en la realidad es así. En la realidad no existen los buenos, ni los malos.