Hora del desayuno. Preparas tu taza de café negro -bien cargado- y pones la concha de vainilla en un plato. Abres Twitter para checar las noticias y el chisme del sujeto que se coló a un bautizo de pueblo y salió comprometido con el amor de su vida; hasta que, de repente, la bebida y el pan desaparecen de tu atención. Disociación. Tu celular cae a la mesa y empiezas a observar un punto fijo en la pared mientras recuerdas los dos años de pandemia que sucedieron: los muertos, las cosas que dejaste de hacer, las noches de encierro… El tiempo perdido.
La tristeza taladra un agujero en tu corazón. Se hace más y más grande.
El nuevo álbum de Caloncho nace para contrarrestar ese vacío. Desde la fe que se necesita para creer que puede existir un futuro (mejor), el tapatío se exilió en la playa junto a un grupo de amigos y simplemente empezaron a tocar.
El material titulado Buen Pez ha sido un éxito y por eso nos sentamos a platicar con él para explorar los pormenores del lanzamiento y su nueva posición en la industria.
Apenas un año después de lanzar Malvadisco, llegas con un nuevo material que, en contraste, propone un discurso más festivo y optimista. ¿Por qué dejar pasar tan “poco” tiempo entre una producción y otra?
La primer explicación es haber sentido que se me estaba yendo el tiempo; y después de todo lo que vivimos en el encierro, no podía dejar pasar la oportunidad de hacer una reflexión sobre mis procesos artísticos y componer, porque eso soy: compositor. De eso vivo y de eso como. Componer también fue una manera de pedir ayuda porque veníamos de la soledad de la pandemia y yo quería trabajar en comunión con otras personas.
Tanto los medios como el público tienen muy asociado el nombre de Caloncho con música feliz, optimista; y creo que de cierto modo no es una concepción tan equivocada, pero luego de Malvadisco, que tú mismo definiste como “más introspectivo y menos cómodo” porque te acercó a temas como la muerte, ¿qué te llevó a retomar “el buen rollo”, muy enfocado al desarrollo humano?
El extrañar sentirme chido. Necesitaba hacerle frente a la tristeza y empezar a agradecer por lo que sí tengo. Llevarme a dónde creo que me va mejor, a mi bright side. El Buen Pez es el anehlo de estar bien.
No sé si decir que la Pandemia ya terminó pero definitivamente no estamos en el mismo punto que hace uno o dos años… Así que me gustaría saber: ¿cuál consideras que es tu mayor aprendizaje en términos artísticos/creativos durante toda esta situación?
El haber re-aprendido a colaborar. Que no solo es meterse al estudio y crear una canción por crearla; sino también entender la importancia de generar un vínculo emocional. De cierto modo, colaborar es pedir ayuda y quería expresar eso.
Sé que previo a trabajar formalmente en la producción de Gran Pez te fuiste de viaje con amigos y colaboradores a la playa y eso, de cierta manera, influyó considerablemente en el sonido del álbum. ¿Cuáles son los cinco minutos que más recuerdas de esa travesía?
La noche previa a entregar el departamento que rentamos en la playa, mis amigos y yo empezamos a soltar ideas y a imaginar cómo sería la gira ideal para este material: la ambientación, el vestuario y hasta la comida que se vendería… Así, sin límites y sin pensar en acuerdos comerciales con promotores y patrocinadores. De ahí nació <<La Hermana República Del Buen Pez>>, una especie de nación utópica dónde reina la buena onda y el bienestar personal. De hecho, en esos cinco minutos también se tomó la decisión del título del álbum, así que sin ese momento, no podría entenderse lo que podrán escuchar.
Lo que más me gusta de todo esto que dices es cómo el concepto se llevó de A a Z, y podemos verlo incluso en la portada de “Somos Instantes”, en la que la dirección de arte es 100% orgánica, se construyó un set desde cero; cuando la mayoría de artistas habrían optado por usar pantalla verde para ahorrarse dinero.
La clave es que cuento con un equipo increíble que sabe manejar de la mejor manera las narrativas que proponemos hasta materializarlas. Con Burro a la cabeza, colaboramos con Daniel Patlán de Club Local y con Eno Bejar y su estudio radicado en Guadalajara dedicado precisamente al diseño de producción. Esas fotos, con la visión de todas las partes involucradas, no podrían haber quedado mejor.
Para esta primera parte de <<Buen Pez>> vamos a escuchar colaboraciones con Little Jesus, Bobby Pulido… ¿Cómo sostener la identidad sonora de Caloncho a pesar de trabajar con proyectos de dos naturalezas tan opuestas?
Sin sonar egocéntrico, creo que la clave está en el filtro que impongo para delimitar qué ideas siguen adelante y cuáles no. Después de eso, la confianza que se desarrolla con cada colaborador para establecer libertades y límites. Particularmente en la rola con Bobby, que es una cumbia, no era la primera vez que trabajo el género; pero él es una leyenda y había que orientarlo a su lugar óptimo y creo que al final salió algo muy divertido.
En la HERMANA REPÚBLICA DEL BUEN PEZ existe un mandamiento que se refiere a ser conscientes de que nuestro consumo diario deja una huella en el mundo, y esto me remonta inevitablemente al tema del calentamiento global y el fin del mundo… Creo que el mundo se ha llenado de pesimismo y nos hemos resignado a que el mundo se va a terminar con él, negando toda opción de cambio y esperanza. Tú, como mandatario de la Hermana República del Buen Pez, ¿qué le dirías a esas personas?
Creo que esa gente sin esperanza no ha entendido la magnitud de las consecuencias. Piensan que va a caer un meteorito y los va a agarrar en sus casas con aire acondicionado y freidoras de aire para hacerse papad a la francesa; y no. Es fin del mundo que han aceptado plácidamente va a ser doloroso y agónico si seguimos sin actuar. En realidad no es tan difícil.
Los buenos hábitos ambientales no requieren sacrificios sobrehumanos. Por ejemplo: soy vegano y promuevo mucho la filosofía de “vegano, sabroso y chingón”. ¿Tú crees que ser vegano es comer puras cosas de hueva? No, también tengo acceso a tacos, hamburguesas y pizzas, solo que son de un origen distinto. Cuidar al planeta no significa pasársela mal. El resignarse me parece más cómodo y egoísta.
Casi para terminar, hay una pregunta que últimamente le hago a todos los artistas que entrevisto y parte de una conversación entre Lorde y David Byrne donde dicen que están un poco hartos de lo que significa la industria en estos momentos porque se trata de todo menos de la música: se trata de Tik Tok, Instagram, estadísticas, prensa… ¿Tú qué opinas?
Me parece una reflexión loquísima porque ese contexto dió como resultado estás quimeras que son músicos, actores, Tiktokers, influencers… Pero no creo que todos tengamos la capacidad para eso. Yo, al menos, no puedo; y sin mi equipo tan chingón que se encarga de gestionar todo eso, estaría perdido. El problema es que si quieres vivir dentro de la industria, es inevitable hacer todo eso, y me parece triste que no haya alternativas.