Alguna vez, en su muy transitado blog, Nick Cave escribió que, si el rock realmente estaba en agonía, simplemente deberíamos dejarlo morir. Las reacciones no se hicieron esperar. Respuestas confundidas y hasta defraudadas abarrotaron el foro: Cómo podía ser que, un icono de su estatus y simbolismo dentro del rock dijera abiertamente que el género -si es que podemos llamarle así- está muriéndose. A lo que respondió, con su eterna contundencia y sagacidad: “No es la primera vez que sucede… Y siempre regresa. Es su ciclo natural. Debe ser asesinado en manos de los jóvenes, despojado de prejuicios y limitaciones para que, eventualmente, los mismos jóvenes entierren sus manos en la tumba y lo saquen del fin del mundo. Así es como funciona”.
Era 2016 y efectivamente: El rock estaba muerto. No había sucesión de mando entre las grandes bandas y la nueva generación, mientras otras movidas como el rap estaban consolidadas como las fuerzas creativas del momento. Se confirmó el Brexit y pasaron los años… Dry Cleaning, Shame, IDLES, Fontaines D.C., Black Country New Road, Squid, Goat Girl y, sobre todo, black midi. Los jóvenes se enfrentaron al Apocalipsis y le regresaron la vida al género en forma de post-punk, freaky jazz, paisajes narrativos hiper detallados, spoken word y discusiones sobre salud mental. Nick Cave tenía razón.
Aquí y ahora: una conversación cruda con uno de los tantos artífices para que eso sucediera. Cameron Picton, miembro de los alabados, severamente cuestionados y siempre vanguardistas black midi, en el marco promocional del recién publicado HELLFIRE (2022), su tercer álbum de estudio. Desde Londres hasta WARP MAGAZINE, el tiempo y los aires no pasan en vano. Los cuatro jinetes hacen gala con su presencia.
‘’No nos interesa ser estrellas pop, ni dominadores del mainstream’’.
Los artistas utilizan el proceso detrás de un nuevo disco para replantear sus métodos, sus inquietudes e incluso la manera en la que ven sus carreras. ¿Cuál crees que fue el mayor aprendizaje de black midi al terminar HELLFIRE?
Fue un trabajo muy extenuante y agotador. Digamos que conscientemente no hubo un espacio dedicado a reflexionar sobre lo que queríamos hacer y dónde estábamos parados. Veníamos de hacer un disco muy cerebral en el que nos deslindamos de los estímulos de la improvisación porque ya no nos daban lo que necesitábamos; entonces para este quisimos mezclar ambos mecanismos de trabajo. Creo que si partimos de eso, el mayor aprendizaje fue gestionar la intensidad para utilizarla a nuestro favor y dejar que la energía evocara las canciones, aunque eso significase no descansar.
A nivel artístico y estético, ¿tenían algún tipo de objetivo o meta para este álbum antes de siquiera grabarlo?
Lo que pasa es que, de cierto modo, Hellfire es una extensión de Cavalcade. Partimos del lugar en el que nos quedamos pero ahora queríamos optimizar las ideas y los recursos que aprendimos en el segundo disco para ser todavía más ambiciosos. Sabemos que nuestro sonido emana del caos y la brutalidad, sobre todo en el primer álbum; entonces ahora quisimos tomar ambas cualidades con las manos y asentarlas para definir el sonido de black midi. Es una producción de identidad.
Y en esa vorágine de energía, ¿cuál consideras que fue el mayor desafío al que se enfrentaron?
Ir al estudio y pasar hasta 18 horas diarias ahí durante dos o tres semanas sin descanso. Las ideas estaban ahí y simplemente no podíamos dejar que se fueran. Había mucho por arreglar y detallar. A veces simplemente teníamos el cerebro fundido pero sabíamos que si rompíamos el ritmo de trabajo, el álbum perdería cohesión e intención.
black midi se caracteriza también por su capacidad para llevar ese caos a sus presentaciones en vivo. Seguramente, durante la pandemia habrá sido muy complicado canalizar esa energía contenida que explotaban en los shows. ¿Recuerdas cuál fue tu primer pensamiento el día que regresaron a tocar en vivo?
Fue muy extraño. Los primeros shows tras el encierro fueron en festivales pequeños de Inglaterra era difícil mantenerse quieto pese a toda esa euforia que teníamos por tocar, sobre todo porque, como artistas, las experiencias de tocar en vivo van más allá de salir al escenario: hay que hacer cosas administrativas, medios, protocolos de salud y seguridad.
Tuvimos que re aprender todo eso porque tampoco es como que llevásemos años en el negocio como para que se quedara en nuestras memorias de manera mecánica, ¿me explico? Cuando finalmente estuvo listo todo aquello que no tenía vínculo directo con la música, la espera se hizo eterna. Por momentos se sintió que el tiempo transcurría más lento que en toda la pandemia. Al llegar la hora de tocar, todo fue muy fácil. Explotó.
¿Notas algún tipo de diferencia respecto al comportamiento del público antes de la pandemia y después de la pandemia?
Sí, pero creo que primero tiene qué ver con que nuestra banda se hizo más grande durante la pandemia. En esos casi dos años el proyecto llegó a más gente, así que al momento de regresar, el volúmen de personas que llegaban a nuestros shows también creció. Ahora siento que realmente valoran el estar ahí, como si consciente o inconscientemente entendieran que nunca se sabe cuándo podría ser su último show; entonces ahora están más locos, son más aprehensivos con la banda. Como si lo único que importara en ese momento fuera estar ahí.
Hellfire tiene dos temas recurrentes a lo largo de las canciones: el amor y el fin del mundo. De hecho en otros espacios ustedes han dicho que de cierto modo, es un disco romántico en medio del caos; así que me puse a pensar: si tuvieras una cita en el último día del planeta tierra: ¿a dónde llevarías a esa persona especial?
Seguramente todo sería un auténtico desmadre; así que buscaría un espacio en la parte más alta de una colina y nos sentaríamos ahí, comeríamos algo mientras vemos cómo todo se va a la chingada’.
Existe una conversación entre Lorde y David Byrne en la que dicen que están un poco cansados de este momento de la industria en el que la música se trata de todo menos de la música: se trata de medios, redes sociales, marketing, estadísticas… ¿Qué opinas al respecto?
Creo que obviamente van a ser perspectivas diferentes si consideramos el mundo en el que se mueven Lorde y David Byrne en comparación con nosotros. Para nosotros el problema es que a nivel financiero no existimos sin las giras y los shows, lo cual representan dos meses super extenuantes y demandantes en el que viviremos para viajar, dormir, comer y tocar. No hay tiempo ni energía para componer ni grabar; y cuando regresamos a casa, llegamos a recuperarnos y a hacer otras cosas antes de entrar al estudio porque realmente no recibimos dinero de los discos.
De hecho por eso Cavalcade y Hellfire fueron hechos en periodos de tiempo tan cortos: sabíamos que después ya no podríamos trabajar en ellos con tanta dedicación. Sí, de repente cuando vamos en la camioneta rumbo a los venues o en los soundchecks salen ideas que podríamos catalogar como buenas; pero cuando las retomamos semanas o meses después, ya no conectamos con ellas y las desechamos o de plano se enlatan Digamos que ese es el gran problema al que se enfrenta black midi; pero puedo entender a alguien como Lorde o a cualquier popstar de ese tamaño en el sentido de que, si bien pueden pagar un equipo que lleve todo eso(algo que nosotros no podemos hacer por ejemplo), ellos siguen siendo el foco de atención y su presencia en línea no puede desaparecer. Entonces debe ser algo frustrante que el público exija percibirte a través de Instagram o Tik Tok y no solo por el peso de tu música’’.
¿Te gustaría que black midi escalara hasta ese punto? ¿Te gustaría que fuesen un proyecto super mainstream?
De ninguna manera. De hecho creo que nunca nos ha interesado. Obviamente es importante que lleguemos a más gente y a otros países, pero si fuésemos así de masivos tendríamos todavía menos tiempo para hacer música.
Hablando de eso… Los vamos a tener en el Corona Capital el próximo noviembre y pensaba que a veces las redes sociales y la globalización nos han hecho olvidar lo poderoso e impactante que es que tu música -su música- cruces fronteras y pueda cambiar la vida de alguien incluso si ni siquiera está en su idioma nativo. ¿Te has puesto a pensar en eso?
Sí, a veces el ritmo de trabajo hace que lo olvidemos pero definitivamente es algo impresionante y de lo que nos sentimos muy agradecidos y afortunados. Para nosotros, el finalmente hacer un tour por América Latina es como cerrar un ciclo en el que podemos decir que ya estuvimos cerca de todos los públicos y la gente que nos ha demostrado respeto y cariño. Y como dices: que supere la barrera del idioma es algo que reivindica el verdadero poder de la música’.
Para mi última pregunta: ¿cuál es tu parte favorita de ser miembro de black midi?
Divertirme mientras toco con grandes músicos.