brotes (florecen) (2020) es el más reciente trabajo del chileno Benjamín Walker, un álbum de reversiones y colaboraciones de su más reciente disco de estudio, brotes (2017), un compilado de canciones altamente íntimas e introspectivas, donde, según Benjamín, podemos conocer de él y sus sentires a través de cada melodía, esto por el nivel de cariño y vulnerabilidad que dejó en cada acorde y verso.
Aunado a esto, el disco de reversiones habla también de una maduración musical y personal, donde los viajes, la compañía y el crecimiento exponencial del proyecto lo han obligado -de la buena manera- a ver el mundo y la industria con otros ojos, unos ojos más experimentados, valerosos y capaces. El nombre del disco de reversiones habla directamente de florecer, de crecer y aprender, de nunca dejar de hacerlo. Una alma curiosa, con ganas de plasmar el pensamiento filosófico del ser en canciones melancólicas.
Benjamín cree que toda música es política, y aunque no se aborde como tal un tópico directamente político, ésta nunca dejará de serlo, o bien, de estar influenciada por el contexto contingente del lugar y época donde se desarrolle el artista. Es por eso que el compositor chileno inspira su discurso nacionalista, pero humanista más que nada, por una necesidad nacional de una vida digna, como se aborda en el sencillo ‘El Derecho de Vivir en Paz’, una canción lanzada en octubre de 2019, en pleno estallido social chileno, donde aparecen nombres como el de Benjamín junto a Gepe, Francisca Valenzuela, Pedropiedra, Mon Laferte, entre otros.
¿Cómo surge este disco, cuál es el discurso o mensaje a dar en este trabajo?
brotes (florecen) (2020) se desenvuelve en mi época de escuela, mientras cursaba la carrera de derecho, en la Universidad de Chile. Es un disco muy introspectivo, y hay un concepto que lo atraviesa completamente. Hay una cita a Rainer Maria Rilke, poeta alemán. Él entiende las obras artísticas como algo que se puede evaluar en la medida que nacen como una necesidad real. En ese sentido, las canciones del disco fueron canciones que yo necesitaba escribir personalmente.
Cada una de esas canciones se escribió en un contexto de mucha melancolía, nostalgia, introspección. Es un álbum que suena cercano y sutil, porque solía escribir en la noche, por lo que había la necesidad de no hacer mucho ruido para no despertar a mis padres. Por consiguiente, hay mucho silencio en el disco, y tiene mucho que ver con la atmósfera melancólica que se generó alrededor de las canciones
Este sentimiento de nostalgia y un toque hogareño prevalece en gran parte del disco, por no decir que en todo. ¿Qué tanto hay de ti en este trabajo, podemos conocerte a través de tu música?
Yo creo que yo mismo me fui conociendo, en la medida que no estás intencionado las canciones con un propósito exterior, si no que vas dejando que la creación hable por sí misma, se da la ocasión de que uno pueda conocerse aún más, ya sea por la letra o las melodías empleadas. El disco brotes (florecen) (2020) tiene mucho de mí, mucha vulnerabilidad y cosas que expongo sin tapujos.
El disco me dio pie para circunstancias que me cambiaron la vida completamente. Cuando lancé ese disco, decidí lanzarme a mi carrera musical por completo, y me hizo viajar mucho y conectar con bastantes colegas en distintas partes de Latinoamérica. Más que nada me hizo sentirme parte de una escena de músicos latinos. Justamente hay un disco de versiones acústicas del disco, brotes (florecen) (2020), también colaborativo, porque estos mismos viajes de los que te contaba me generaron circunstancias que me encontraron con otros músicos y me gustó la idea de rescatar lo que sucede puertas adentro de la composición, hogareño, íntimo.
También lanzaste recientemente La Vuelta de los Días, un sencillo que personalmente me pareció una oda a la añoranza y nostalgia; una canción que representa el viaje. ¿Tú cómo la definirías?
Para mí es una retrospectiva, es como un viaje hacia el pasado. Es divertido que me preguntes por el último álbum porque creo importante tenerlo presente porque ‘La Vuelta de los Días’ es el fruto resultante del disco anterior, como si tomara todo el proceso creativo y llegara una canción que era parte de ese disco pero que llegó después. Hay mucha maduración de por medio.
Sé que tus canciones no tienen un corte rebelde o contestatario, y quizá estés alejado de esa rama, pero me interesa saber cómo es que Benjamín Walker desenvuelve su arte en pleno accionar sociopolítico. ¿Qué mucho o qué poco ha influido en tú música el contexto sociopolítico de Chile? Porque formaste parte de este sencillo colaborativo de ‘El Derecho de Vivir en Paz’.
Muchísimo, ha influido bastante. Yo soy el primero en decir que no hay música que no sea política. Creo también que uno no por hablar de amor o de cuestiones emocionales deja de hablar de política. La música, y sin ánimos de pautear lo que se debería o no estar escribiendo, es muy valiosa cuando es contingente, cuando está apegada a su contexto y da cuenta de la época y momento en el que se vive.
Vivo en un contexto de música chileno donde la política siempre ha estado muy presente; es muy difícil encontrar un música de acá cuya música no esté influenciada por la historia sociopolítica. En ese sentido, sí he tenido una evolución donde he llevado esa consciencia política a la canción misma. Nosotros vivimos una revuelta popular en octubre de 2019 que cambió todo nuestro sentido común en el país, de una generación entera, que tuvo sus frutos, porque hoy en día nos tiene escribiendo nuestra primera constitución hecha en democracia, paritaria, y el fenómeno de octubre me inspiró y me transformó.
La primera canción de este nuevo disco en el que estoy trabajando se llama ‘Octubre’, una canción que grabé junto al dúo argentino Perotá Chingó, y que es una crónica de esta revuelta popular donde principalmente me hago cargo de la consigna de que, en ese momento, el establishment en Chile estaba tratando de estigmatizar fuertemente la revuelta como algo negativo. Pero todo lo contrario. Lo que uno veía en las marchas eran explosiones creativas, un sentir popular muy transversal y legítimo, porque el pedir más grande era el dignificar la vida en Chile, algo que no ocurre actualmente. Nosotros heredamos todos los rezagos de la dictadura de Pinochet, fue algo que tuvimos que vencer en su momento, pero hoy día fue una olla de ebullición que tuvimos que explotar.
Llegas a México para cuatro fechas. Ciudad de México, Guadalajara, San Miguel de Allende y Puebla. Vienes presentando brotes (florecen) (2020). Es la primera vez que este disco sonará en vivo en nuestro país, ¿no?
Sí, también estoy preparando el material del nuevo disco por salir en noviembre. Ya estuve en México a principios de año, en enero, lanzamos una canción con Vanessa Zamora, y ahora vamos a darle continuidad a lo que estábamos gestando, aprovechando que ahora hay más movilidad y disponibilidad de hacer las cosas. Una novedad es que estos shows en México serán los primeros con banda completa en el país, antes me presentaba en formatos más pequeños.
Cuéntame de estos conciertos en México. ¿Cuáles son tus expectativas de estos cuatro shows?
Trato de no hacerme muchas expectativas, porque no hago show con público desde que comenzó la pandemia. En Chile hemos tenido restricciones un poco más estrictas que en México, y muy represivas. El contexto político también ha castigado mucho la cultura y las artes. Aún sigo tratando de acordarme cómo era tocarle a una persona en vivo, pero me apasiona hacerlo, porque sé que será un momento donde se desbordará toda la energía que tengo por tocar con público.