“La historia la escriben los vencedores” dijo Walter Benjamín, el filósofo de los derrotados. Y es que uno de los procesos más complejos -y dolorosos- del desarrollo humano es el de darse cuenta que la revisión del pasado no es más que una interpretación de los hechos según nuestros propios intereses y sentimientos, sin ningún tipo de certeza por lo verídico.
Bardo: Falsa Crónica De Unas Cuantas Verdades (2022), la nueva película de Alejandro González Iñárritu, es precisamente, una labor titánica por desmantelar el mito de nuestra propia historia: la personal y la social, a través de la libertad y paradójicamente, de la imaginación.
En su séptimo largometraje como director, el artista mexicano se desnuda y asume la responsabilidad de ser el medio para cuestionar al tiempo como único tabulador de nuestra existencia; y lo hace a través de un viaje demencial, onírico, en el que expone una serie de ideas donde a veces es juez y a veces, parte.
Porque no hay nada más humano que la contradicción.
Aquí y ahora, la portada virtual de WARP para el mes de diciembre con la entrevista exclusiva a Alejandro González Iñárritu en el que él mismo define como el mejor momento de su carrera hasta el momento.
Alejandro González Iñárritu, hablemos de lleno sobre Bardo: Falsa Crónica De Unas Cuantas Verdades (2022), que al igual que toda tu filmografía, está cargada de reflexiones; pero ésta en particular tiene un claro ejercicio de introspección. Me gustaría saber qué te llevó ahí: una necesidad, una necedad o un esfuerzo psicoanalítico…
Un poco de todo. Podría decir que más que primera persona, esta película se expresa a través de un alter ego… Un personaje que conozco bien y que utilizo para poder canalizar -como dice el título- una falsa crónica de unas cuantas verdades; porque es eso: un paseo muy personal por sentimientos, ideas, fantasías, miedos, recuerdos y hasta proyecciones de eventos que no me gustaría que sucedieran.
Esta película es una combinación de elementos muy íntimos, muy míos; y al mismo tiempo, otros que también pertenecen a la imaginación y por lo tanto, a la ficción. Retrata episodios muy personales y se va hasta eventos macro de la historia de México que nos involucran a todos.
Entonces, todo este pozole de materia elusiva es algo en lo que nunca había trabajado. Es un relato sin relato que concentra su eje de gravedad en la emoción y con el cual sí siento un vínculo de pertenencia, sí hay una convicción a través del corazón porque entiendo a Silverio; sin embargo, no lo entiendo porque sea autobiográfico sino porque es autoficción.
Y la diferencia es liberadora porque no es una película que hable de mí desde una planteamiento lineal, año por año porque eso supondría un esfuerzo por tener verdades absolutas. Más bien se concentra en certezas emocionales que no es lo mismo que contar la realidad o hechos factuales.
Y creo que el mismo título le brinda al espectador la libertad de que interprete lo que quiera interpretar, ¿no?
Exactamente. Y es muy curioso porque, por ejemplo, a Daniel Giménez Cacho le preguntan que cómo le hizo para emularme y la verdad es que no: Daniel no actúa de Alejandro González Iñárritu, él hizo suyas todas las emociones que yo le plantee.
Trabajó a partir de su madre, de su padre, con sus hijos… Ayudó mucho que tengamos circunstancias muy parecidas: más de treinta años de casados, dos hijos, un padre que falleció cuando era jóven; y es donde, al yo soñar con esas imágenes -sean reales o ficticias- son tan íntimas y tan honestas que no es difícil empatizar con ellas.
Es como cuando vas a comer con un amigo y te cuenta sus cosas: conectas con esa persona porque sabes que te lo cuenta de corazón.
Hablas de soñar imágenes y en Bardo vemos secuencias y escenarios preciosos, muy llamativos. ¿Cómo fue aterrizar esos sueños en un guión para después materializarlos en la filmación?
Muy complicado porque los sueños son difíciles de describir en palabras con fidelidad, y después hay que convertirlas en ideas y después en secuencias y en escenas que hay que ejecutar. En ese proceso hay mucho por considerar: luz, movimiento, ritmo, sin que ninguno de esos elementos traicione la naturaleza onírica de la película.
Y ahí está el gran desafío porque los sueños se alimentan de espiritualidad y la espiritualidad no es algo que simplemente se planea. En ese sentido me siento muy orgulloso de Bardo porque es mi película mejor lograda a nivel técnico y visual. Requirió un nivel de preparación que jamás había tenido y al final es el trabajo de imágenes del cual me he sentido más satisfecho, también en gran medida por la labor de Eugenio Caballero y Ana Terrazas.
Me siento muy orgulloso porque creo que logramos un retrato bellísimo de México. Fue como enriquecer esa memoria nuestra.
Da la sensación de que Bardo va a ser una película en movimiento contínuo que se va a resignificar con la edad, la experiencia y que requerirá ser revisitada en distintos momentos de la vida personal y la vida pública. ¿Es algo que Alejandro González Iñárritu puso como objetivo desde el principio?
La verdad es que no; pero lo puedo percibir. A mi modo de ver es mi mejor película y lo siento de esa manera porque conjunta virtudes de las otras que he hecho en estos 25 años de carrera como director.
La hice con la madurez y el valor necesarios para expresar las cosas de la manera en que lo hice. Pude soltar ideas con apertura y vulnerabilidad que me llevaron a ser más fuerte en todos sentidos, porque la vulnerabilidad tiene la virtud de liberarte de miedos. Me siento muy sólido dentro de la fragilidad, si cabe la expresión.
A nivel narrativo, en alusión a lo que comentas, un periodista inglés me decía que Bardo es como Rayuela de Julio Cortázar porque funciona de manera circular: puedes empezar de donde sea y tarde o temprano vas a llegar al mismo lugar.
Y es que así es la vida: nacemos como una sombra y morimos como una sombra, y en medio de eso está todo el caos que es la vida. También fue una película difícil de hacer porque fue dolorosa; pero como dicen: el dolor es pasajero y la película seguirá teniendo. vida. Creo que tiene potencial de ser atemporal.
Sobre todo porque no habla de algo específico, es más un estado mental.
¿Cómo encontrar la belleza en el dolor?
La herida es el orígen de la belleza. Y por herida me refiero a ese lugar al que todos recurrimos en búsqueda de refugio y por más incómodo que sea, es luminoso. Me recuerda a esta frase de Leonard Cohen en la que dice: ‘’todo tiene una grieta pero es a través de esa grieta que entra la luz’’, y esta película es la belleza de la herida.
Desde el principio quise hacerla desde la luz, no desde la amargura ni de la victimización. Por eso también hay algo de humor en ella: por la posibilidad de satirizar el dolor y esa es una forma de sanar.
Me da gusto saber que es la película que más satisfecho te ha dejado pero al mismo tiempo puede ser riesgoso porque, a partir de aquí, ¿qué sigue? Porque desde la misma ambición de todos los temas que tocas, tenemos la problemática de la migración, el tema de la fama y el reconocimiento… ¿Te has preguntado qué va a pasar para ti después de esto?
El tema de la migración y los marginados, por decir uno, lo he tratado varias veces y de muchas maneras a lo largo de mi trayectoria, y creo que el interés viene de que yo también soy migrante -de una categoría más privilegiada, claro está- y de hecho esa reflexión aparece en Bardo.
A lo que voy es que la migración, más allá de las condiciones económicas, sociales y políticas en las que se da, de manera universal genera esos sentimientos de dislocación, melancolía y nostalgia. Por eso para mi era importante contar mi experiencia y mi visión de este fenómeno: porque comparto esa dislocación, esa melancolía y esa nostalgia de la gente que se ha ido de su hogar sin las condiciones favorables en las que yo lo hice.
Y es que también hay que perder miedo a hablar desde el privilegio porque a fin de cuentas, es otra perspectiva de la sociedad que debe ser explorada. Al final, todos los grandes cineastas de la historia se han despojado de ese miedo a contar historias desde condiciones ventajosas que al final de cuentas no elegimos, nos las brindó la vida.
Claro que no es fácil porque hay que ser auténtico pero sobre todo, lo suficientemente inteligente para saber dónde están los límites y sesgos de tu experiencia.
Ha sido un placer hablar contigo de esta película tan especial. ¿Qué le dirías a la gente antes de ver esta película?
Que la vayan a ver al cine porque es una experiencia multisensorial que se construyó con mucho cuidado desde la parte técnica. Ayer la escuchaba en Atmos y es una locura sentir la materialización de un año de diseño sonoro; y luego verla en IMAX ayuda a fortalecer la idea del delirio y de vivir casi en primera persona este sueño en vigilia.