El Vive Latino de 1998, el concierto que pudo morir #ConCiertoDesconcierto

// Por: Staff

jue 15 marzo, 2018

Por Mario Yaír T.S.

En 1993 comenzaban los primero conciertos masivos en México, la industria del espectáculo intenso estaba en pañales. Por eso cuando llegó el primer festival de música en 1998, todos creyeron que al terminar, jamás volvería a pasar. Esta es la historia del Primer Vive Latino.

El contexto del rock en México a finales de los 90

El rock ya no estaba satanizado como en 1971, el hito de Avándaro se había convertido en eso; un hito que nunca volvió. Con el TLC en el 94 y el nacionalismo a flor de piel, México comenzó una lucha entre la música en inglés y la música en español. Mientras los grupos en inglés ganaban terreno con los conciertos organizados por OCESA, los grupos en español no tenían mucha convocatoria. Fue un comunicólogo de la IBERO quien, inspirado en los conciertos del Hotel de México y en los festivales de música europeos, decidió hacer su versión mexicana. Su nombre era Jordi Puig, y aunque prefería la música en inglés, la idea original nació para lanzar a los grupos mexicanos a que hicieran sus propios masivos.

En los tiempos del “rock en tu idioma”, Puig y su equipo convocaron bandas de España, Argentina, Chile, Colombia y por supuesto México. Su nombre era Festival Iberoamericano de Cultura Musical Vive Latino, pero se promocionaba como exclusivo de rock: “¡dos días de puritito rocanrol!”, decían los carteles. MTV aceptó a transmitirlo por televisión y sus patrocinadores eran por supuesto Levi’s, Coca Cola, Cerveza Sol y Bacardi (¿pues si no, como habría ambiente?).

El festival inició el sábado 28 de noviembre en el Autódromo Hermanos Rodríguez. Había venta de patinetas Vans e incluso los marchantes del tianguis del chopo tenían su espacio. “No cámaras, no grabadoras”, decían todos los boletos, que por cierto, costaban 180 pesos.

Las bandas

La canción tecno-pop de Mecano llamada ‘No controles’, que también llegó a cantar Topo Gigio, fue la primera canción que cantó Café Tacuba en un Vive. ‘Puto’, el gran éxito de Molotov, también estuvo presente solo para que un día después Alex Lora los tachara de “Hijos de Telerrisa”. “Salón Victoria” presentaba su primer disco, por eso salieron seleccionados en el festival. Los chicanos de “Ozomatli” fueron la primera banda internacional en presentarse. Y finalmente Las Víctimas del Doctor Cerebro se encargó de cerrar uno de los dos escenarios. 22 bandas el primer día era para los rocanroleros un sueño vuelto realidad.

El domingo 29 apareció Julieta Venegas (cuando todavía tocaba rock), Santa Sabina, Ely Guerra, Cecilia Toussaint, Kenny y los Eléctricos; las mujeres dominaban los escenarios. Aunque también fue el día del Tri, La Castañeda y La Gusana Ciega. La Ley por su lado era escuchado por “los fresas”, quienes no habían notado que unas horas antes había renunciado su bajista y en menos de dos horas entrenaron al músico que los acompañó.

El público

¿Y en el público? Cada vez que el slam comenzaba, la seguridad Lobo paraba a los desmadrosos, aunque no hicieron lo mismo cuando apareció la mota y el resistol 5000. Aun así no hubo peleas en forma (como pasaría dos años después). Decían que la columna de 7km de humo que el popo lanzó aquel año no le llegaba ni a los talones a las toneladas de humo de cigarro que salieron esos días del Foro Sol. Los skatos abucheaban a La Angelina, al Gran Silencio y sobre todo a Juan Perro (ex vocalista de Radio Futura) por no cantar nada de Radio Futura y quien salió con la cola entre las patas. Por cierto, Puig era su gran admirador.

Con apenas 25mil asistentes, en un estadio donde lo menos que habían recibido eran 40mil personas, tanto bandas como audiencia pronosticaron que el Vive Latino jamás volvería a ver la luz del sol. Y cuando en 1999 no apareció cartel ni nada, los rumores se confirmaban; sin embargo, Puig y su equipo trabajaron para corregir los errores y revivirlo en el 2000.

De ahí en adelante, las 19 ediciones del festival han estado plagadas de anécdotas, rumores y miles de críticas. Las críticas, principalmente vienen de los puritanos del rock, nostálgicos noventeros que recuerdan el viejo Vive Latino del 98 como un festival de “rock de verdad“.