Tyler Gregory Okonma Halley nació el 6 de marzo de 1991. No conoció a su padre, por lo que fue criado en soltería por su mamá, en Los Angeles, California. Nunca se sintió realmente atraído por los juguetes; pero sí tuvo un interés prematuro por la música y todo lo que tuviera relación con ella. Antes de cumplir siete años y sin la posibilidad de acceder a un instrumento real, pasó tardes enteras sacándole los artbooks a los CDs de su madre para tener un espacio en el cual poner portadas originales de discos imaginarios, con todo y tracklist inventados que acreditaban canciones que jamás existieron.
‘’Todos los cumpleaños y navidades de mi infancia los aproveché para pedir dinero y con esos billetes ir a comprar discos que tuvieran descuento en almacenes como Best Buy. La verdad es que al principio no era consciente de lo que compraba, simplemente lo veía en liquidación y me la llevaba. Los recuerdos que tengo sobre la música que escuchaba en ese momento son muy difusos’’.
La escuela no fue un lugar en el que se sintiera cómodo. Su humor raro y la incapacidad para quedarse quieto lo llevaron a cambiarse de escuela doce veces. Los horarios demandantes de su madre los orillaron a separarse cuando la abuela de Tyler se lo llevó a vivir a su casa para que no estuviera tanto tiempo solo. Ésta vivía en Ladera Hights, también conocido como el Beverly Hills negro por ser un barrio de clase media alta donde el grueso de la población es afroamericana.
Ante la posibilidad de salir a pasear en calles amplias y seguras, llenas de niñxs blancos que escuchaban Rock, Tyler empezó a sentirse cómodo dentro de su nuevo hogar, sentimiento que haría evidente y que después le ocasionaría problemas al ser tachado de alineado y burgués por parte de sus viejos ‘’amigos’’
‘’Odiaba que me llamaran << el chico blanco>> solo porque me mudé a Ladera y no practicaba ningún deporte. Soy consciente de que ya vivía en mejores condiciones que muchos de mis conocidos en Compton o en Anaheim; pero, ¿qué pude haber hecho diferente? Apenas era un niño que trataba de adecuarse a los cambios’’.
Antes de involucrarse con el Rap, su primer gran amor dentro de la música fue el Neo-Soul y el R&B interpretado por mujeres de los 90’s. Aún hoy, asegura que muchas de sus canciones favoritas de toda la vida siguen siendo de esa época: Sometime Dancin’ de Brownstone, I Couldn’t Love You More de Sade y Sweet Taste Of Love de Zhané, por mencionar algunas.
‘’Son canciones a las que recurro constantemente para intentar entender cómo construyeron esos beats, esas melodías. Uno de los grandes deseos que tengo desde niño es el de poder mimetizarme con esa música hasta poder hacer un disco así’’.
Para el cumpleaños número 8, una tía le regaló su primer disco de Hip Hop: Behind The Font de los Black Eyed Peas. Para él fue toda una revolución en su cabeza porque detectó que detrás de esa manera rítmica y veloz para interpretar palabras, estaban las piezas de Jazz que ponían en las clases de arte de su escuela. Cuatro años después, en el momento que tuvo facilidades para usar una PC, empezó a jugar con programas de primitivos de producción y sampleo en los que intentó emular lo que escuchó en clásicos como ‘’Joints & Jam’’.
Aun así, no fue hasta la salida del álbum debut de Pharrell Williams en 2006 que pudo identificarse con el discurso de un artista.
‘’Claro que escuchaba a Dr. Dre, a Jay- Z y todos ellos, lo que pasa es que me sentía muy lejano de los temas de los que hablaban. Con Pharrell fue diferente porque se convirtió en la primer referencia de Hip Hop que no era precisamente gangster ni víctima del guetto. A través de él supe que podía escribir de lo que yo quisiera’’.
Curiosamente, con todo y In My Mind de Pharrell fue un fracaso comercial y un resbalón para la crítica, se convirtió en esa bocanada de confianza que Tyler necesitaba para aventurarse a construir su verdadero sueño.
Cuando llegó a la adolescencia, los intereses de Tyler The Creator eran muchos: música, cine, moda, fotografía, la patineta y los colores. Al no encontrarse dentro de las diferentes escuelas en las que estuvo, decidió buscar su lugar en los skate parks de Los Angeles y en los suburbios aledaños a Firefax, la avenida meca del streetwear en Estados Unidos.
Originalmente concebido como una revista, durante el verano de 2006 Tyler reclutó a Leftbrain, Jasper Dolphin y Hodgy Beats para fundar Odd Future Wolf Gang Kill Them All -o simplemente Odd Future- un colectivo de artista multidisciplinarios en búsqueda de un espacio para desahogar sus inquietudes creativas.
Después de más de un año de experimentación y la adición de nuevos integrantes, en 2008 lanzan ODD FUTURE TAPES VOL. 1, un mixtape de 15 canciones -12 producidas por Tyler- en el que ya se podía identificar un estilo de Rap rabioso y rústico eventualmente se convertiría en su distintivo.
Aunque el material fue ignorado por la prensa mainstream, los rumores sobre un grupo de muchachos carismáticos que hacían música divertida corrieron por los spots emblemáticos de la escena local.
Hacia 2009 el colectivo terminó de integrarse con los nombres de Syd, Domo Genesis, Earl Sweetshirt, Taco, Mike G y Money Bro. Ni más ni menos.
Durante esos 18 meses, el grupo creó música en cantidades industriales: 11 mixtapes, varios EPs y decenas de singles fueron publicados para descarga gratuita en Tumblr, Soundcloud y MySpace. De todos estos trabajos, podríamos decir que los más destacados son EARL, material debut de Sweetshirt, y Rollin Papers, EP debut de Domo Genesis.
Está primera etapa culmina con Bastard, mixtape debut en solitario de Tyler The Creator lanzado en la navidad de 2009. “This is what the devil plays before he goes to sleep. Some food for thought? This food for death, go ahead and fucking eat. My father’s dead, well I don’t know, we’ll never fucking meet. I cut my wrist and play piano cause I’m so depressed”.
Cargado de ira y resentimiento, Bastard es la primera entrega de una trilogía en la que su autor se desnuda ante los micrófonos y vomita sus más grandes dolores y miedos. Sirve, además, como introducción de su universo en el que habitan el Dr. TC, Ted Bundy y su abuela.
2010: con tan solo 19 años, Tyler The Creator era el líder de uno de los sucesos más emocionantes de la música independiente en años: una cuadrilla de morros que nacieron en Internet para trascender en las mentes de todo Sunset Boulevard.
En ese camino, hubo dos personas que se cruzaron en el desarrollo de ODD FUTURE y que resultarían clave para catapultarse a su estatus de culto: Frank Ocean y Christian Clency, ejecutivo de alto mando en Interscope Records.
En su momento, Clency declaró: “Odd Future es todo lo que extraño de la música y el Hip Hop: muchachos llenos de energía a los que no les importa un carajo. Son fascinantes porque no se han dejado contaminar por la industria. Piensan por sí mismos.Son la nueva referencia cultural para una generación que creció con el Internet”.
Fue hasta la primera vez que salieron de Los Angeles que dimensionaron el alcance que habían labrado durante el último año: dos shows sold out en Nueva York y una fila inmensa de gente dispuesta al caos con tal de colarse a uno de ellos.
El evento no pasó desapercibido en las altas esferas de los medios de comunicación y desemboco en la invitación para que Tyler se presentase en el famoso Late Night de Jimmy Fallon.
El performance se volvió un clásico instantáneo porque representó toda la energía que Tyler y Odd Future estaban ofreciendo al mundo: Rap agresivo, hoodies Supreme, actuaciones bizarras y elementos que solo ellos podrían entender. En esa época, fue como ver la definición de lo cool.
A los pocos días Tyler lanzo un tema titulado Yonkers, con su respectivo video. Ambos fueron particularmente polémicos debido a su contenido que podría resumirse en dos momentos: verlo comiéndose una cucaracha para después vomitarla y una secuencia en la que muestra su suicidio.
Al igual que su paso por el programa de Jimmy Fallon, Yonkers se quedaría tatuado en la memoria de todxs. “Es muy chistoso que les haya gustado Yonkers porque es una manera de burlarme de cómo rapean en Nueva York… Digo… Soy de Los Angeles. Hice esa canción en 8 minutos”.
Tyler The Creator pasó de ser héroe subversivo del Internet a convertirse en una fuerza legítima del Hip Hop. Por eso ya no fue sorpresa cuando ganó el premio a artista revelación del año en los MTV AWARDS. En un discurso que dedicó a los niños, dijo: “Carajo, estoy llorando, no puedo creer que estoy aquí, ¿saben? ¡Me comí una puta cucaracha! Como sea, quiero hablarle a lxs niñxs del mundo, esos cuyos padres son irresponsables y los dejan ver está basura a altas horas de la noche: sueñen en grande y manden a la chingada al sistema”.
En 2011, bajo la marca de Odd Future, vieron la luz nostalgia, ULTRA y Goblin, el primer material largo de Frank Ocean y el álbum debut oficial de Tyler, The Creator respectivamente. Con las dos producciones confirmaron que su estructura 100% DIY era comercialmente viable y relevante a nivel cultural.
Goblin obtuvo reacciones contrastantes: mientras la prensa especializada le daba calificaciones positivas, un sector de la población -principalmente mujeres y miembrxs de la comunidad LGBTQ+- señalaron el contenido misógino y homofóbico que predomina en todas las letras del disco.
La situación llegó a otro nivel cuando Tegan & Sara, dúo de Indie/Pop, hizo pública una carta en la que dejan muy en claro su descontento respecto al hecho de que un “hombre que ridiculiza las historias de abuso sexual pepetradas contra mujeres y que no puede hacer un verso sin ofender a la comunidad LGBTQ+ esté en las portadas de todos los medios especializados”.
Y la bola de nieve solo se hizo más y más grande. Cuando anunciaron a ODD FUTURE como parte del line up del Pitchfork Festival, una organización civil de Chicago que trabaja para ayudar a mujeres que sufren de violencia doméstica lanzó una petición en la que pedían que su participación fuera borrada de la programación.
Tyler se defendió diciendo que “el acercamiento con esos temas y la manera de comunicarlos tienen la misma función que una escena grotesca dentro de una película de terror: no es agradable pero eso no significa que no existan esas situaciones”.
El estira y afloja alrededor de OF solo acrecentó su mito, y para finales de 2011 lo revalidaron con la primera edición de Camp Flag Gnaw, un festival curado por Tyler The Creator que simulaba las ferias locales de Estados Unidos. La respuesta del público fue una locura si consideramos que, para ese entonces, todos sus invitados seguían siendo considerados como emergentes.
Quizá, el momento más surreal en la vida de ODD FUTURE vino con el acercamiento de Adult Swim -barra de entretenimiento para adultos de la Warner Bros-. Vistos los vlogs de comedia que subían a YouTube, los productores del subcanal les ofrecieron financiamiento para sacar su propio programa, trato que dinamito el poder de la marca y que volvió su mercancía física en el fetiche del verano.
Y la cúspide de la agrupación llegó entre 2012 y 2013, otra vez de la mano de Frank Ocean y Tyler, The Creator: Channel Orange y WOLF fueron considerados como dos de los mejores álbumes de aquel periodo y los llamaron la confirmación de que estábamos ante la generación que relevaría a Jay-Z, Lil’ Wayne, Erykah Badu y Usher dentro del Hip Hop y el R&B.
Musicalmente, Wolf es una continuación estilística de Bastard y Goblin: beats agresivos, crudeza interpretativa y mucha visceralidad a la hora de hilar ideas dentro de cada track. Para la fundamentación de su discurso, Tyler recupera al personaje del Dr. TC con la finalidad de que, a través de él, pueda satirizar el abandono de su padre y la muerte de su abuela, planteamiento que narrativamente funciona más como una precuela que como el fin cronológico de la trilogía.
La cereza en el pastel de Wolf es la participación de Pharrell Williams en “IFHY (but ILY)”. Para Tyler, la inclusión de su ídolo máximo sirvió como parteaguas desde el cual apostaría por dar vuelta a la página y con ello emprender su nueva faceta como artista.
En declaraciones para Spin Magazine, habló de los insultos que recibió por parte de sus fans cuando notaron que Wolf ya no tenía la misma carga de violencia que sus dos predecesores:
“Perdí el interés en escribir sobre mutilaciones y violación. No puedo seguir escribiendo como en Bastards. En ese momento tenía 18 años, vivía sin un dólar en la bolsa y estaba enojado; ahora tengo 22 años, puedo pagar las cuentas con mi mierda (haciendo alusión a su música) y salgo a beber con mis héroes”.
Llegó el 2014 y también el fin de Odd Future. Si bien el colectivo todavía era muy apreciado en el ecosistema del Hip Hop, de sus integrantes nacieron intereses lejanos a la sombra de Tyler The Creator y Frank Ocean: Syd encontró el éxito con The Internet y Earl Sweetshirt sacó su álbum debut, solo por mencionar a algunos ejemplos. El grupo había cumplido su labor como semillero de talento y todxs habían madurado lo suficiente para dejarse ir.
Sin mucha parafernalia, un día de 2015 Tyler subió a su Twitter una foto de toda la pandilla en la que el caption decía ” Las ocho letras son para siempre” (por el número de letras en el acrónimo de Odd Future Wolf Gang Kill Them All), publicación que simbólicamente dio fin a una era en la que el Hip Hop volvió a enemistarse con el glamour y regresó a codearse con la anarquía, la libertad y la diversión… Un deseo insaciable por hacerle saber al mundo quiénes son tú y tus amigxs. OF le regresó al Rap su sentido de comunidad, y desde entonces nada volvió a ser igual.
Tyler abre los ojos y la boca con la misma emoción que tiene una niña cuando aprende a montar su bicicleta. Mueve su cabeza de izquierda a derecha sin poder creer que la orquesta de Hans Zimmer está a su disposición. Hans FU-CKIN Zimmer, el mismo que ha musicalizado todas tus películas favoritas de Hollywood durante los últimos treinta años. La formación académica de Tyler no está muy afinada y por eso ha solicitado un intermediario que le ayude a transmitir sus ideas a lxs músicxs. Mientras él habla en onomatopeyas, el intérprete observa la partitura y traduce los arreglos melódicos de último momento. Lxs instrumentistas entienden, no tanto por las indicaciones técnicas, sino por la emoción explícita de Tyler. Es un tema de feeling.
Suenan los violines, entran los chelos y acentúan los clarinetes. Los ojos de Tyler se humedecen. ‘’Suena justo como lo imaginé. No lo puedo creer’’. Impulsivamente sale del salón de grabación y camina por los largos pasillos del estudio. Un señor le grita desde la espalda. Es el Señor Zimmer. ‘’¿Cómo va todo? ¿Lxs chicxs lo están haciendo bien? Ven, te quiero enseñar algo’’. Tyler no dice una sola palabra pero deja que el Señor Zimmer lo guíe. Entran a un cuarto que tiene el techo altísimo. Lo primero que ven son unas máquinas gigantes que se parecen a las del código Enigma que derrotó a los nazis en la Segunda Guerra Mundial. ‘’¿Cómo se usan?’’ pregunta Tyler; y sin esperar una respuesta, empieza a tocar botones aquí y allá.
Para Tyler The Creator la vida post-Odd Future fue una oportunidad para reinventar todo su sistema de ideas. Cansado de ser visto solamente como el rap-troll con la lengua más filosa de la escena, se planteó la meta de producir un disco con un círculo totalmente distinto de colaboradores, de instrumentación orgánica y que, más que renegar de ella, celebrara la vida.
‘’Creo que lo mejor de Tyler es que sigue siendo un chico muy curioso, parece un niño de tres años. Cuando vino a mi estudio le mostré todas las consolas y los sintetizadores masivos que tenemos y no dejó de preguntar hasta que entendió cómo funcionan. Muchos artistas de ese nivel dan por hecho todo y piensan que sólo pueden aprender de su círculo cercano’’. -Hans Zimmer
Inspirado en los álbumes setenteros de Stevie Wonder, Cherry Bomb transgrede la zona de confort de Tyler y lo acerca a géneros que no había explorado: Acid Jazz, Trip Hop y Desert Rock son las piedras angulares de un combo que reunió a Kanye West, ScHoolboy Q, Kali Uchis, Austin Feinstein, Charlie Wilson, Lil’ Wayne, Samantha Nelson y muchos más.
Luego de años enclaustrado por semanas en los cuarteles generales de Odd Future, Tyler inició una búsqueda de sonidos por todo Estados Unidos y algunas otras ciudades del mundo. Los Angeles, Nueva York, Chicago, Minnesota, París, Londres, Berlín…
A veces simplemente rentaba una casa alejada de la urbe, llamaba a lxs amigxs que estuvieran cerca y lxs citaba para comer papas a la francesa y plantearles aquello que estaba rondando su cabeza.
Las sesiones de Cherry Bomb tuvieron momentos icónicos, llenos de fraternidad. Archivos enteros con jams que se quedaron enlatados pero de los cuales surgieron riffs o escalas que sí ingresaron al producto final. Kanye West cuenta, por ejemplo, que cuando arribó al campamento de Tyler en Chicago no tenía certeza de lo que se encontraría; y al escuchar los versos de Lil’ Wayne en la canción donde se le incluiría, decidió reescribir su parte para estar al nivel de todos los involucrados.
‘’Siempre sabe exactamente qué es lo que quiere de ti en una colaboración. Cuando llegas al estudio con él, de inmediato propone un verso o una melodía y te incita a que creas en tus ideas para que fortalezcas su visión. Es todo un director de orquesta’’. -Kali Uchis.
Simultáneamente grababa los videos de las canciones que llegaban la masterización final; clips que –por cierto- él mismo conceptualizaba y dirigía.
Con el paso de los meses, Tyler dejó que las expectativas sobre Cherry Bomb incrementaran, al grado de que algunos leaks de demos y los rumores en Reedit llamaban a pensar que llegaría a nosotrxs su primera obra maestra.
‘’Él hace que te sientas muy cómodo para trabajar. Realmente se encarga de que primero te sientas su amigo. Con esa confianza que deposita en ti es imposible que no ofrezcas lo mejor. Llegas a olvidar que él es Tyler The Creator y tú un chico que él encontró en Bandcamp’’ -Austin Feinstein.
Ya sin la necesidad de poner sus decisiones a consideración del colectivo, Tyler expandió su firma y creo GOLF, una suerte de secuela comercial de WOLFGANG, la marca que había montado con ODD FUTURE y que ahora estaba bajo control total suyo. GOLF no hizo más que abonar al hype y ahora todo el mundo estaba pendiente de lo que Tyler estuviera guardando.
Finalmente, Cherry Bomb fue publicado el 13 de abril de 2015. Su recibimiento arrojaba dos premisas principales: en la primera celebraban el riesgo que tomó para aventurarse a seguir texturas sonoras que antes eran ajenas a él; mientras en la segunda cuestionaban la veracidad de toda esa felicidad que monopoliza el disco. Parte del público asumía esa alegría como un acto satírico de la depresión que expuso en su trilogía predecesora, mientras que el resto decía que era un sentimiento forzado para encajar en los parámetros morales del mainstream.
Sea como sea, Tyler enfureció y lanzó una serie de tuits en los que decía que no era un esclavo y que, desde su naturaleza artística, estaba en todo el derecho de superar el pasado oscuro de sus primeras producciones.
‘’A veces sólo quiero ser el sujeto que hace cosas cool; pero siempre hay alguien con ganas de analizar todo para encontrar interpretaciones donde no las hay’’
A la fecha, Cherry Bomb sigue siendo la placa favorita de Tyler y él asegura que es la que mejor envejecerá. Tal es su confianza que es el único material de su discografía que tiene su propio documental y una versión alternativa que contiene únicamente los instrumentales.
‘’Tyler es la clase de persona que te hace querer ser más que aquello que ves en el espejo’’. -Lil’ Wayne
Tras los sinsabores que dejó Cherry Bomb, Tyler no descansó ni un momento, y mientras estaba de gira con el disco, empezó a idear el siguiente proyecto.
Además, su negocio estaba más vivo que nunca y GOLF también apuntaba a dar el siguiente paso: un vínculo multianual con Converse. Esto dejó el escenario preparado para que su música y su visión de la moda finalmente se encontraran frente a frente: la era Flower Boy dio inicio.
“Para Cherry Bomb no quise ponerme personal en lo absoluto, solo quería hacer canciones; así que para Flower Boy pensé: llevo diez años en esto y nunca me había abierto con total honestidad”.
En noviembre de 2015 empezó formalmente el proceso de grabación de Flower Boy, un álbum cuyas pretensiones aspiraban a un flanco inédito para su creador:
“Quería hacer un disco Pop. ¿Sabes? Odio ir a los clubes nocturnos, pero tenía muchas ganas de hacer canciones que la gente cantara en las fiestas como si realmente supieran lo que estaba sintiendo cuando las escribí”.
Hasta ese momento, el amor había sido un terreno que Tyler abordó con cautela y rencor. Casi todos sus tracks al respecto relataban relaciones heterosexuales venenosas, llenas de subtextos en las que ninguna de las dos partes era 100% honesta con la otra, y que, al final de la travesía, terminaban con dos personas inseguras y sin fe en el romance.
Desde la portada y la canción de apertura podemos corroborar que este Tyler es radicalmente opuesto al de sus facetas previas: mesurado, con ideas mejor cohesionadas y enamorado… Enamorado de su proceso de introspección, del momento que estaba viviendo e incluso, de otros hombres.
Así es: el muchacho que alguna compuso líneas como “come take a stab at it, fa**ot; I pre order your casket” ahora relataba sus experiencias homoeróticas con la misma naturalidad: “Next line will have em’ like -whoa- I’ve been kissing white boyz since 2004”.
De igual manera, Flower Boy es una reivindicación de la soledad y su importancia en el afán de reencontrar nuestro centro de gravedad en el universo.
“Trate de hacer una exploración exhaustiva de la soledad porque la gente piensa que es sinónimo de depresión; y créeme, he estado en los dos lugares y no es lo mismo; de hecho creo que pocas veces me he sentido tan bien como cuando decidí ponerme en contacto con lo que había en mi corazón”.
En Flower Boy reclutó a un perfil distinto de colaboradores en contraste con los de Cherry Bomb: salvo A$AP Rocky y Lil’ Wayne, en este hay menos presencia de la escena Hip Hop, misma que se compensa con un elenco estelar de musicxs de Indie Rock, Soul y R&B: Steve Lacy, Jaden Smith, Kali Uchis, Rex Orange County y la reaparición de Frank Ocean, sumado a las hipotéticas colaboraciones con Justin Bieber y Zayn Malik, quienes, lastimosamente no respondieron al llamado de Tyler.
“Creo que parte del éxito de Flower Boy se debe a que aprendí a callarme. Por primera vez estuve más enfocado en la sonorización y así dejé que mis invitadxs florecieran por sí solxs”
Una producción tan orgánica requirió un método meticuloso que casi se vuelve en obsesión llegada la hora de elegir los arreglos y potenciar el bloque de armonías.
“<<911/Mr. Lonely>> por ejemplo, tiene 25 versiones diferentes. Tardamos mucho en encontrar una secuencia que nos convenciera. Desde el principio busqué un álbum que fuese estructuralmente convencional pero cuya instrumentación resultara compleja, llena de matices y progresiones de acordes muy amplias”
Flower Boy llegó a los oídos de todo el mundo el 21 de julio de 2017 y de inmediato se convirtió en un hit: la crítica, sus fans y los charts lo recibieron con los brazos abiertos. Para finales de año ya era -al menos comercialmente- el álbum más exitoso de toda la discografía de Tyler, y se vio coronado con una nominación al Grammy por mejor álbum de Rap.
“Cupid hit me, cupid hit me with precision; I wonder if you look both ways when you cross my mind”.
Retrocedamos un poco en el texto: las canciones favoritas de Tyler The Creator son Come Over de Faith Evans, Sometimes Dancin’ de Brownstone, I Couldn’t Love You More de Sade, Sweet Taste Of Love de Zhané y Always On My Mind de Brandy.
Con eso en mente, que entrara en un período de exploración a través del Jazz, el Soul y el R&B era de esperarse… Lo raro es que haya tardado tanto en hacerlo.
IGOR es el sexto álbum de estudio de Tyler The Creator, y minutos antes de lanzarlo, tuiteó lo siguiente:
“Este no es Bastard. No es Goblin. No es Wolf. No es Cherry Bomb. No es Flower Boy. No lo escuchen esperando un disco de Rap. De hecho, no esperen ningún álbum, sólo escuchen, sin distracciones. Creo que la mejor manera de escucharlo por primera vez es sin saltos entre canciones. De principio a fin. Sin distracciones ni celulares. Total atención a los sentimientos que estas canciones pueden causarte. Así como yo tengo mis momentos favoritos con este álbum, espero que tu encuentres los tuyos. Guardalos con cuidado y no intentes convertirlos en un episodio de Oprah. Gracias”
IGOR narra la historia de un amor de principio a fin: desde el enamoramiento, la cúspide del cariño, la obsesión, su debacle y una eventual súplica para, al menos, volver a ser amigxs. A veces nombrándolo en femenino y otras en masculino, se entiende como una continuación de la declaratoria bisexual de su autor.
Este trabajo está caracterizado por dos variantes: la primera es que Tyler está acreditado como el único compositor, productor y arreglista de la obra; algo inusual en la época en la que hay decenas de manos detrás de sola canción, sobre todo en aquellas que emanan de la cultura del Hip Hop ultra mainstream.
La segunda es el alter ego que funge de transporte para que Tyler se comunique con la audiencia. Igor -el personaje- es un sujeto espigado, vestido con trajes llamativos, gafas negras y corte de cabello en forma de hongo pintado por un rubio platinado.
En retrospectiva, no es la primera vez que Tyler construye una personalidad pseudónima para expandir la narrativa de sus discos; sin embargo, esta es la primera vez en la que lleva a ese elemento al siguiente nivel: vestuario, una forma de moverse y de hablar…
Y al cimentarlo de esa manera, Tyler puede delimitar perfectamente la ficción de la realidad: mientras el álbum utiliza este Pop surrealista para reflejar un corazón devastado, él se divertía mucho durante la promoción del mismo.
“Es el disco que siempre quise hacer y que no me atrevía por miedo a que mi voz lo arruinara. Soy un productor y un músico fantástico, pero no canto un carajo. Ahora tengo a este hombre dolido al que no le importa no cantar con tal de desahogarse”.
Con la participación de Kanye West, Charlie Wilson, Cee Lo Green, Lil’ Uzi Vert, Playboi Carti y la referencia infinita al comediante Jerrod Carmichael, Igor es el pico artístico en la carrera de Tyler The Creator.
Y lo es, en gran medida, por los giros de tuerca que decidió asumir -una vez más- para diferenciarse de su antecesor. Con el eje estético en la década de los 70’s, rompe su regla de no sobre-samplear y aquí hace una curaduría finísima de percusiones y melodías sacadas de vinilos de bandas de Funk y Disco underground.
Este fue el trabajo que lo catapultó al Grammy, mismo que recibió con orgullo en nombre de su madre; pero que después se tomó el tiempo de matizar:
“La verdad apesta que cuando nosotrxs, y por nosotrxs me refiero a los tipos que se ven como yo, lxs afroamericanxs pues, hacemos algo, siempre lo catalogan como Rap o Urbano aunque no tenga relación alguna con esas etiquetas. En realidad no me gusta la palabra <<urbano>> porque siempre he creído que es una forma políticamente aceptable de decir la N word. ¿Por qué no podemos estar en la categoría Pop? Se siente como cuando tu primo el más pequeño quiere jugar al Playa Station y para que no te moleste decides darle el control que está desconectado”.
ARE WE STILL FRIENDS? CAN WE BE FRIENDS? I’VE GOT TO KNOW. IF WE CAN STILL EACH OTHER SHAKE YOUR HAND, SAY HI.
A falta de que envejezca para medir su impacto con precisión, el álbum más reciente de Tyler The Creator es la prueba de que se ha deslindado de todo prejuicio contra su identidad creativa, y finalmente encontró el equilibrio entre sus dos mundos: El del rapero maniaco que devora cada verso como si fuese el último y el del artista multifacético que es capaz de gestionar una colección de ropa, la dirección de su propio material audiovisual, el diseño del escenario para su gira y todavía darse el lujo de crear uno de los mejores discos del año.