Por: Ulises Kentros (@UlisesKentros)
Intentar explicar el conflicto sirio se ha vuelto una tarea cercana a lo imposible. Cada tanto, algún nuevo evento llevará a un nuevo actor a intervenir, a uno viejo a desistir. Una nueva capa de complejidad ha surgido. El 24 de noviembre, un avión ruso fue derribado por el ejército turco. Eso es lo que se sabe con certeza hasta el momento. Una pregunta ronda, ¿puede ser esto un preludio a la guerra entre potencias?
Ya han habido medidas tomadas por Rusia, que afectan al sector turístico de Turquía y a sus exportaciones.[1] Turquía, por su parte, toma una postura paciente; Erdogan anunció que esperarán antes de tomar medidas contra Rusia.[2] Al momento de escribir esta pieza, no se ha discernido qué efecto tendrá este incidente a largo plazo en la relación entre ambos países. Podemos conjeturar. Por un lado, Rusia y Turquía han ido a la guerra múltiples veces en su historia (Wikipedia lista 12 en total, siendo la Primera Guerra Mundial el conflicto más reciente). En los múltiples conflictos pasados puede haber antecedentes para una futura crisis ruso-turca. Por otro lado, Turquía es miembro de la OTAN y tiene armas nucleares estacionadas en su territorio desde hace décadas. Es posible que éstas, y el prospecto de una guerra nuclear, prevendrán a todas las partes involucradas a escalar el conflicto. Sería volver a la Guerra Fría, y eso no es deseable para nadie.
Lo cierto es que no reducirá el interés de Rusia por participar con medios militares en la guerra de Siria. Rusia teme que el Estado Islámico (Daesh) se consolide en su territorio y llegue a ser capaz de atentar contra rusos en territorio ruso (ya fueron capaces de llevar exitosamente un atentado contra rusos en Egipto). Chechenia, donde Putin llevó una prolongada guerra contra islamistas, puede volverse la plataforma de lanzamiento para Daesh dentro de Rusia. Ya hay evidencias que el grupo está en pugnas contra otros grupos yihadistas locales.[3] Así, es incluso posible que este choque beneficiará al esfuerzo anti-ISIS; si Rusia decidiera escalar la tensión con Turquía, puede alienar la oportunidad de trabajar con la OTAN en acabar el conflicto sirio.[4] Esto es para mejor, pues el conflicto en Siria puede prolongarse por años[5], por lo que todos los recursos que puedan apoyar esa lucha son valiosos.
Por qué los países van a la guerra es una pregunta sobre la que existen múltiples teorías y disputas. Existe una teoría en las relaciones internacionales en la que se establece que la guerra entre países sucede en buena medida por el carácter de y la información disponible para los líderes que los dirigen.[6] Ambos líderes, Erdogan y Putin, han conducido conflictos, pero parece difícil que esté en su carácter la decisión de llevar al límite a la disputa en torno al Su-24.
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