En 1773 el rey Carlos III ordenó la expulsión de los jesuitas de la corona de España y los terrenos ultramar que le pertenecían. Eso incluía a la Nueva España. Los jesuitas, que habían comenzado a desarrollar misiones en el área de California, fueron desterrados. Al poco tiempo un grupo de frailes dominicos se adentraron en el territorio. En 1834 fundaron la Misión de nuestra Señora de Guadalupe del Norte.
La misión se estableció en una meseta con vista a un valle en el que se comenzaron a cultivar olivos, viñedos y árboles frutales. Había nacido la historia del Valle de Guadalupe como lo conocemos hoy.
Pero alrededor de 1836 la misión comenzó a encontrar su fin en dos situaciones. La primera, la resistencia de los nativos locales a ser bautizados a la fuerza. La segunda, el creciente desinterés del gobierno en turno para mantener las misiones y dotarlas de recursos financieros.
En 1841 la misión se secularizó definitivamente. Su propiedad se dividió entre el gobierno del estado, algún particular y una sociedad cooperativa de rusos que llegó a México. Se trataba de los molokanes, un grupo disidente de la iglesia ortodoxa rusa. Fueron los molokanes quienes definitivamente detonaron la producción agrícola del Valle. No sólo explotaron las vides e impulsaron la producción de vino, sino también la de árboles frutales. Hoy en día, esta región de Baja California es la más grande productora de dátiles del país.
Casi doscientos años nos separan de la fundación de la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe y el Valle, conocido simplemente como “de Guadalupe”, se ha convertido en una región idílica para quienes buscan experiencias gastronómicas y vinícolas inigualables.
En el Valle se come y se bebe. Esta es una región que se nutrió de las migraciones del siglo pasado. No solo los rusos, sino los italianos y los chinos. Abrazó también la reivindicación histórica de los pueblos originarios como los kumiai, que dan su nombre a ese ostión pequeño y carnoso que se pesca en la laguna de Guerrero Negro. Y eso nos da como resultado una región con una gastronomía excepcional.
El Valle de Guadalupe es hogar de restaurantes que atraen gourmands de todo el globo. Podemos comenzar por Doña Estela, un lugar de comida tradicional mexicana que encontró fama en la entrada de la vinícola La Lomita. Foodie Hub, una aplicación que conecta a una red de conocedores de todo el mundo, ha reconocido al de Doña Esthela como el mejor desayuno del mundo. Y la alta gastronomía se escala hasta la creación de ese concepto conocido como Baja Med, “Una cocina con influencias mexicana, mediterránea y, como cereza del pastel, la oriental”, según cuenta el chef Miguel Ángel Guerrero, propietario del restaurante La Esperanza, en el Valle.
La experiencia de estar en este lugar se enfatiza también por la producción de eventos donde la gastronomía es protagonista: las vendimias, que reciben miles de visitantes ávidos de presenciar el corte de las vides; el concurso de paellas, organizado por Provino, el comité vinícola de la región, que a mediados de agosto congrega a gente que, copa de vino en mano, se dedica a probar las paellas de todos los concursantes que se hayan registrado en el año.
Con estos antecedentes no es aleatorio que por cuarta ocasión el Valle de Guadalupe sea la sede de un evento que no solo toma el estandarte gastronómico sino también el musical. Guadalupe Valley Wine Food and Music Festival es un suceso que combina dos alineaciones: una musical, de primera línea por supuesto, y una gastronomía tan importante como la primera. Este año en Bodegas del Valle, un espacio enmarcado por el espectáculo natural de la región, será el lugar donde se darán cita dieciséis músicos y catorce proyectos gastronómicos. Al lugar llegará Dante Ferrero, con su espectáculo de carnes que se ha convertido ya en el sello del festival. También Marco Carboni, del restaurante Sartoria, con su cocina italiana contemporánea. El grupo Edo Kobayashi presentará una curaduría de cocina japonesa con la elegancia que ha hecho de este grupo uno de los sucesos culinarios de la década. Directo de Los Mochis, Sinaloa, con sus mariscos golosos y la actitud que le valió ser reconocido como una de las mejores aperturas de 2018 según la revista Affar, Luis Valle, conocido como Don Vergas, refrescará los paladares de los asistentes.