Unos muchachos elegantes de Oxford, allá por 1993, sacaron un disco pobremente producido y un tanto decepcionante llamado “Pablo Honey”; en él había una canción, ‘Creep’, que a duras penas encajaba con la entonces moda de “odio a uno mismo”, liderada por Nirvana, que se volvió exitosa gracias a la constante rotación otorgada por MTV.
Aunque la música del proyecto Radiohead era reflexiva y venía del corazón —en lugar de ser un vil intento de ganar dinero—, pocas personas eran las que esperaban ansiosas que la banda regresara al estudio para grabar su segundo disco; y es que, sí, probablemente sería mejor que el anterior, pero, ¿realmente necesitaba el mundo a un Kurt Cobain inglés? Uno de los jefes del grunge, Billy Corgan, no les vio potencial, mencionando incluso en una entrevista que su peor pesadilla era “un futuro lejano con una banda tributo a The Smashing Pumpkins con el tipo de Radiohead”.
Avancemos hasta 2013 y enfoquémonos en el proyecto alterno del “tipo de Radiohead”: Atoms For Peace tiene uno de los discos que más están dando de qué hablar en el mundo. Y dense un momento para asimilarlo: una de las ideas del hombre que escribió ‘Anyone Can Play Guitar’ ya tiene asegurado uno de los discos más interesantes del 2013.
Damon Albarn, un hombre que actualmente se mueve fácilmente entre óperas, bandas de caricatura con fama mundial y bellos himnos melancólicos, empezó su carrera copiando a The Stone Roses. Efectivamente: “Leisure”, de Blur, tiene buenas partes —y el épico track ‘Sing’ demuestra claramente que era un hombre con mucha habilidad—, pero como el mismo Albarn recientemente admitió, “la banda tuvo la fortuna de hacer un primer disco olvidable, en una época en la que se les permitía a las bandas hacer un segundo álbum”.
Siempre habrá bandas que lo hacen bien desde el principio, con discos debut que terminan encapsulando su época —en esa categoría están The Strokes, Oasis y The Sex Pistols, entre otros pocos—; esos son álbumes que se deben apreciar, ya que los artistas que los hacen nunca los logran superar; pero también hay algo qué apreciar en el acto de la paciencia: ambos, Blur y Radiohead, necesitaron tiempo para descubrir qué podrían ser exactamente como David Bowie, que pasó los años sesenta como mod inglés, antes de alumbrar al mundo a Ziggy Stardust.
Recientes ejemplos, como Muse, Elbow y The National, sin mencionar a Phoenix y otros actos incluidos en esta edición de la revista, han demostrado que, si se da un poco de tiempo para desarrollarse, no sólo puede crecer su audiencia, sino también su habilidad, visión y ambición artística.
Estamos viviendo una era obsesionada con las transmisiones antes de las fechas de salida, con las listas de reproducción aleatorias y con la compra de canciones individuales. Por eso, hoy les pido que salgan y escuchen el cuarto disco de cualquiera de las bandas que mencioné arriba, porque a veces es bueno recordar que las mejores cosas vienen para aquellos que las esperan.