Desde hace más de un siglo, el cine ha sido un medio de expresión que ha permitido al ser humano explorar confines más allá de su propia comprensión del universo. Estas manifestaciones artísticas y creativas, tan inherentes a la imaginación, dieron como resultado la introducción de la ciencia ficción desde las más tempranas etapas de las películas.
Tan pronto la especie fue capaz de reproducir el movimiento de imágenes, grandes pioneros de los efectos especiales, como Alice Guy y George Méliès, buscaron trasladar los lenguajes fantásticos que hasta ese momento eran posibles únicamente a través del papel y la pluma a las pantallas.
Si bien es cierto que desde Le Voyage dans la Lune (Méliès, 1902) los límites de la ciencia comenzaban a ser transgredidos por la cinematografía, la adaptación de 20,000 Leguas de Viaje Submarino realizada por Stuart Paton en 1916 sentaría el más reconocido precedente para lo que conocemos como el largometraje de ciencia ficción moderno.
Para 1924, sería el director soviético Yakov Protazanov quien inyectaría nueva vida al género con su Aelita, la Reina de Marte, tomando elementos ficticios para insertarlos en las problemáticas sociales reales de la posguerra. Ya para 1927, la Metrópolis de Fritz Lang alcanzaría la cumbre del expresionismo alemán y, por supuesto, de la etapa temprana de la ciencia ficción.
Con una historia tan rica, resulta fácil reconocer que este género cinematográfico ha dado algunas de las analogías más inventivas de la historia del arte, por medio de ingeniosas metáforas que han permitido explorar conceptos metafísicos, sociales e incluso religiosos, encontrando (o no) respuesta a lo que no logramos explicar por la vía de la tecnología, la ciencia y lo desconocido. Los últimos diez años no han sido la excepción.
Puesto en pocas palabras, la década que dio inicio en 2010 encontró en el cine independiente y los presupuestos limitados una conexión orgánica entre el terror y la ficción de una manera absolutamente reminiscente a lo que en los años ochenta llevó al afinamiento del body horror y el sci-fi horror.
Lo que se presenta aquí y ahora es una selección de cinco películas pertenecientes a esta mezcla de géneros cuyo enfoque principal, muy adecuado a los tiempos que corren, es el confinamiento, el aislamiento y el encierro en espacios físicos claramente delimitados. Algunas requieren mucha paciencia, otras demandan total atención e incluso habrá alguna cuyo propósito sea puramente el entretenimiento. Todo esto será revelado a continuación.
Mucho antes de ganar notoriedad con Mandy (2018), Panos Cosmatos entregó con su debut como director una de las películas más densas e indescifrables de la década pasada. Con Beyond the Black Rainbow, el cineasta nos presenta una situación común en la ciencia ficción: una joven con poderes telequinéticos ha sido puesta en aislamiento por la cabeza de una corporación dedicada al estudio de sus habilidades, con la única compañía de su reflejo y un televisor.
Pese a lo sencillo de su planteamiento, Cosmatos utiliza la enajenación de su protagonista como una alegoría de la opresión del sistema y la corrupción del ser humano por parte de la sociedad. Lo que en principio podría percibirse como un ejercicio de estilo se revela ante los espectadores como un estudio profundo de este ciclo vicioso, analizando la debilidad de las figuras de autoridad ante la rebelión del poder colectivo, la manipulación mediática, la ambición y la búsqueda de la vida eterna. Sin dudas, una película difícil, altamente polarizadora, que será deliciosa solo para quienes disfruten el cine lento y, por qué no decirlo, pretencioso.
Un hombre despierta en un accidente de auto sin recordar nada. La persona que se detiene para ayudarlo muere repentinamente. Las aves a su alrededor comienzan a caer. Con el tiempo, descubrirá que cualquier ser vivo que se acerque en un radio de 15 metros fallece de manera automática. Tras encontrar a una mujer que también padece de amnesia, descubre que la única manera de evitar esta anomalía es estando juntos, alejados de todos los demás.
Con esta premisa, la pareja de directores canadienses entregan un thriller completamente sólido donde el confinamiento solitario de los protagonistas es la clave para evitar la muerte y destrucción de su situación. Pese a ser una cinta en su mayor parte directa y sin argumentos filosóficos, no debe confundirse a Radius con una película más. Su excelente guion mantendrá al espectador atrapado desde el primer segundo y le presentará con diversos giros casi imposibles de anticipar.
Doblando un poco las reglas de lo que podríamos considerar ciencia ficción y terror, es una excelente oportunidad para recomendar algo de cine mexicano. El segundo largometraje de Castro Zimbrón nos muestra la visión de una familia en la que el padre ha mantenido a sus hijos en el interior de su hogar debido a ruidos extraños que él ha catalogado como monstruos. En este escenario post apocalíptico, el terror viene de lo que no podemos ver, al estar encerrados junto con los personajes en las cuatro paredes de su mullido y decadente hogar.
Si bien es posible mapear distintas similitudes entre el planteamiento de esta cinta y elementos de 10 Cloverfield Lane (Dan Trachtenberg, 2016) e It Comes At Night (Trey Edward Shults, 2017), la ejecución de este thriller oscuro lleno de sorpresas es impecable, ofreciendo una fotografía elegante acompañada de un diseño sonoro que pone los nervios de punta en todo momento. Una propuesta excelente para quienes busquen un drama con elementos fantásticos.
Tras encontrar un hombre arrastrándose en la carretera, un policía decide llevarlo al hospital donde trabaja su esposa. Mientras está adentro, un grupo de misteriosas figuras de blanco comienzan a rodear el edificio, impidiendo que puedan escapar y dejándolos encerrados con una violenta criatura.
Posiblemente una de las películas de body horror más entretenidas de este siglo, The Void recurrió a la plataforma de crowdfunding Indiegogo para poder entregar efectos prácticos impresionantes, con un nivel de detalle que no hemos visto desde que John Carpenter, Ridley Scott y David Cronenberg dominaban la ciencia ficción en los ochenta. El guion no pierde el tiempo en sumergirnos en una pesadilla donde el espacio físico del confinamiento se convierte en un personaje más de esta retorcida, violenta y sangrienta historia.
Existe un motivo para incluir estas dos películas en un mismo sitio. Ambas se encuentran interconectadas y expanden el universo de la otra. Sin entrar en demasiados detalles que puedan arruinar la experiencia, Resolution y The Endless son dos ejercicios soberbios de narraciones metafílmicas.
Resolution es una película pequeña que, con un presupuesto de 20,000 dólares, nos presenta a un diseñador gráfico que viaja a la cabaña donde su mejor amigo, un adicto a las drogas, está pasando los que podrían ser sus últimos días. Para evitarlo, lo encadena a una tubería durante una semana mientras espera que vuelva a estar lo suficientemente sobrio como para aceptar ir a rehabilitación.
Por su parte, en The Endless seguimos la historia de dos hermanos que, luego de 10 años de haber escapado de un culto entre el bosque deciden regresar para obtener un cierre tras recibir una misteriosa cinta de despedida por parte de una de sus antiguas compañeras.
Ambas presentan múltiples conexiones con el aislamiento y la imposibilidad de escapar que es mejor no arruinar. Requerirán la atención del espectador para poder encajar las piezas del rompecabezas, pero aquellos que se animen a armar la figura completa serán recompensados con una de las historias más originales de los últimos años, en la que nosotros mismos como televidentes jugaremos un papel muy importante.