El pasado tres de junio, el festival Primavera Sound de Barcelona, España, sorprendió a los presentes de su propio evento con el anuncio de Pavement como el primer headliner de su próxima edición. Esto marcará la primera presentación del quinteto estadounidense en más de una década, tras aquella tensa reunión que tuvieron sus miembros en el 2010 para tocar sobre los escenarios principales de Pitchfork y Coachella.
Por el momento, lo único confirmado respecto a esta reunión es que sus presentaciones en Primavera Sound serán los únicos conciertos que la banda dará en 2020. Además, se sabe que tienen pensado aprovecharlos para celebrar el treinta aniversario de su formación, misma que será igualmente celebrada por los medios, críticos y melómanos en todo el mundo, pues el cuerpo discográfico de Pavement se mantiene como uno de los más aclamados e influyentes de la historia de la música independiente y alternativa.
Millones de personas se han relacionado desde entonces con el sonido distintivo de esta agrupación que en sus cinco álbumes de estudio se muestra siempre ambivalente entre el valemadrismo de sus melodías pop destrozadas por gritos desafinados, guitarras mal grabadas y solos instrumentales improvisados con tintes jazzísticos, y la fragilidad de sus baladas más suaves, repletas de chistes pasivo-agresivos que maquillan el dolor de Stephen Malkmus, pero que al mismo tiempo lo convirtieron en uno de los letristas más carismáticos y sinceros que haya visto la industria.
De Blur, Radiohead y Sonic Youth a Deerhunter, Grizzly Bear y Blonde Readhead, hay cientos de agrupaciones que han colocado a Pavement entre sus influencias protagónicas, tantas como críticos que los han colocado como la banda más importante de los años noventa, entre ellos Robert Christgau, Stephen Thomas Erlewine y el equipo editorial de Pitchfork. Su regreso es sin duda uno de los más grandes eventos musicales que nos dará la próxima década.
El segundo sencillo desprendido del cuarto álbum discográfico de la banda es una locura en donde convergen todos los elementos que convierten a su música en una fuerza cargada de dinamismo.
Instrumentalmente tiene cinco rompimientos armónicos con todo y modificaciones fugaces en el tempo de la canción, creando una estructura caótica en donde se entrelazan tantos elementos como sintetizadores, sampleos de golpes y burbujas, todo tipo de efectos de guitarra y los gritos de Malkmus, quien juega con una meta-narración en la cual le aplaude al escucha por “escucharme en el estéreo”.
La cuarta canción del álbum debut de la banda muestra la razón or la cual toda la crítica musical se rindió a los pies del quinteto desde sus inicios. Es una pieza de un pop irresistible que queda destrozada en sus coros gracias a un potente ‘fuzz’ de guitarra y unos gritos disonantes por parte del vocalista.
El amateurismo fingido por parte de la agrupación en esta canción encantó a sus escuchas, otorgándole una capa de infantilismo hasta ese momento incomparable dentro de la industria discográfica.
Pese a tener un gran éxito crítico, comercialmente a Pavement nunca le fue de maravilla. De hecho, la mayoría de sus contemporáneos solo los reconocían por el primer sencillo de su tercer álbum de estudio, el cual se convirtió en uno de los mayores hit radiales del alternativo en toda la década, entrando a la cima del Billboard Alternative Songs en verano de 1994 y siendo el video musical que más se transmitió en MTV durante el mismo año.
Como tal, la canción es una crítica en contra del profesionalismo en la industria de la música en la cual Malkmus relata la importancia de tener un gran cabello cuando se es músico. Los coros del fondo instrumental parecen sumar a la burla al pop noventero.
Tras haberse transformado en la principal influencia en las nuevas etapas de agrupaciones como Blur y Sonic Youth, la banda decidió cambiar su sonido a uno cargado de una melancolía descorazonada en su icónico tercer álbum de estudio.
El eclectisismo instrumental se nota a lo largo de todo su material, pero son piezas como ‘Grounded’ en donde la emotividad de Malkmus sale a flote. Su hipnotizante línea de guitarra creada con un arpegio de dos notas llena de frustración a su relato respecto a un par de niños que encuentran su muerte dentro de las calles.
La penúltima pista del penúltimo álbum de estudio de la agrupación es una dulce balada a guitarra eléctrica que da una muestra de lo descorazonada que puede llegar a ser la sinceridad de Stephen Malkmus, quien entre aullidos y una instrumentación repleta de elementos coloridos como campanas, xilófonos y pequeños remates de guitarra, le canta su frustración a la noche estrellada.
La melodía base de guitarra eléctrica con sólo tres notas en su trayecto da muestra del genio de la banda, que logra entregar piezas complejas con instrumentaciones simples y hacer sonar como algo simple a algo tan complejo como el último paisaje instrumental de la canción.
La pieza más icónica en la discografía de la agrupación está repleta de pensamientos de auto-desprecio en la icónica frase «eres el tipo de chica que me gusta porque estás vacía y yo estoy vacío», esta canción se ha convertido en una de las piezas más aclamadas de la historia de la música grabada, incluso Pitchfork la colocó en la primer posición de su lista de las Mejores Canciones de los Años Noventa.
‘Gold Soundz’ no es imprescindible por contar con innovaciones sonoras, nivel de producción o vanguardismo. Pavement siempre fue importante por algo que va mucho más allá de cualquier maestría artística, trata sobre la empatía y ‘Gold Soundz’ suena a una memoria de tiempo atrás, una con la que todos cargamos. El primer par de palabras son «go back» y es exactamente a donde nos dirige la banda con sus dos minutos y medio de duración. Es un relato de amor narrado por un amigo cercano, sin ningún compromiso más que el compartir.
En su primera reseña del material, Select Magazine declaró que la pieza que abre el álbum pudiera ser comparada a lo realizado por David Bowie en Hunky Dory (1971). Es una dulce canción pop en la cual el vocalista invita al escucha a bailar con una melodía de piano en el fondo que circula entre tres notas y una guitarra acústica en el segundo plano repitiendo las mismas tres notas.
La interpretación de Malkmus es desgarradora mientras ruega por la atención del escucha y lo invita a seguirlo con frases que muestran la ternura detrás de sus chistes ácidos.
El epicentro de su cuarto álbum de estudio es una canción dividida en dos partes, una de las cuales se presenta como un jazz cíclico en el cual la banda se muestra somnolienta abriendo el paso a una sección acelerada repleta de guitarras, gritos y distorsión.
Es como su The Beach Boys en su estado más relajado hubieran invitado a bailar a los Pixies más agresivos, con grandes resultados.
Malentendido en su año de lanzamiento, el último material dentro de la discografía de la agrupación vio al quinteto entrando a terrenos de una música experimental en la cual nunca se habían enfocado. El minimalismo, la electrónica y el post-rock instrumental llegó a la banda de la mano de Nigel Godrich, quien acababa de producir OK Computer (1997) de Radiohead y se auto-proclamaba un gran fanático de la banda.
La lenta ‘Spit On A Stranger’ da muestra de esta evolución más introspectiva con la armónica de Jonny Greenwood, unos coros pegajosos y la instrumentación que va en constantes down-tempos, creando una pieza somnolienta de cualidades extravagantes.
Tras el éxito de su álbum debut, la banda decidió que quería algo mucho más fácil de digerir, un álbum pop. Es por ello que decidieron rendir tributo a Purple Rain (1984) de Prince y se sentaron a leer libros sobre composición de hits durante meses. Además, se decidieron por trabajar en una producción mucho más limpia, lo cual les valió muchas malas miradas ante la noción de que «se habían vendido».
La pieza más pop del álbum sin lugar a dudas es esta, la tercera dentro de su tracklist, la cual narra de forma minimalista la ansiedad romántica de la cual fue víctima Malkmus al momento de componerla. El final up-tempo con fuertes golpes a la batería y disonancias es uno de los segmentos más catárticos en toda su discografía.