“Empecé a vestir como mujer porque no tenía ningún modelo femenino en mi vida en ese momento, Justine me acababa de dejar y mi madre estaba muerta”, relata Brett Anderson en su primer libro de memorias Coal Black Mornings (2018) respecto al banderazo violento y repleto de sexualidad que le dio la atención total de todo un país a Suede, la agrupación que lidera desde 1989.
Tras años de lucha contra la pobreza, tanto económica como espiritual, el vocalista encontró un escape a finales de 1992 con un nuevo personaje, una figura andrógina que empezó a escribir poemas respecto al estilo de vida más negro que se puede ver dentro de la ciudad de Londres, Inglaterra. Relatos de sexo sin amor, drogas, muerte y decepciones personales. De repente, Suede empezó a generar algo que nunca antes se había visto dentro de la industria de la música: logró una masividad en cuestión de sólo un par de meses.
De acuerdo al mismo libro de memorias, Brett Anderson ha descrito que lo que necesitó Suede para crecer de ser una banda mediocre del underground inglés a ser la más grande revelación que tuvo la industria en décadas, fue la percepción que él mismo tenía sobre el sexo. “La sensualidad es lo más importante en una banda, antes de mi separación con Justine era virginal en mis letras”, describe, agregando que encontró a su propia sombra tras su separación romántica con la líder de Elastica.
El impulso sexual derivó en composiciones repletas de violencia, Brett empezó a cantar de forma magestuosa sobre el micrófono, con el histrionismo actoral de los mejores frontman. Es por ello que su guitarrista y amigo cercano, Bernard Butler, logró encontrar algo en lo cual verter su talento como uno de los mejores guitarristas de su generación. Juntos se transformaron en uno de los dúos compositivos más influyentes de la década de los noventa, entregando una visión única al lado más obscuro de Londres bajo instrumentaciones seductivas y líricas con una carga poética, bellamente descriptivas.
Tras años de rechazos por parte de los sellos discográficos, un reportero de la NME los encontró tocando en uno de los cientos de pubs de la ciudad. Al día siguiente se encontraron en la publicación más importante de la música inglesa bajo la descripción de “la mejor banda de Inglaterra“. Los contactó Nude Records y al mes ya habían distribuido su sencillo debut ‘The Drowners’, el cual entró en el número 49 de los UK Singles Charts y que les valió la portada de la Revista Select bajo el título de “Yankees Go Home, Here Is Suede”. El britpop nació con aquel artículo, un escrito de cuatro páginas en el cual la publicación dio una revisión exhausta a las agrupaciones inglesas más prometedoras, incluyendo Cast y Pulp, sobre una visión nacionalista y de rechazo al grunge norteamericano que lideraba en las listas de éxitos de ambos países.
Contrario a sus rivales de Blur, agrupación liderada por el nuevo novio de Justine Frishman, Damon Albarn, y de proyectos amigos como Pulp y Oasis, a Suede le dio asco el haber sido catalogado bajo el sello del britpop. Ellos no querían pertenecer a un movimiento con intereses nacionalistas y políticos, los miembros de Suede sólo querían ser ellos mismos, pero fue imposible quitarse la etiqueta, fueron la agrupación que hizo que los medios se dieran cuenta de lo que estaba ocurriendo en la industria emergente de su país.
Cuando interpretaron ‘Animal Nitrate’ en los Brit Awards del 93, Suede ya se había convertido en la abanderada del movimiento musical más importante que se vivió en aquella época, pero sólo porque eran naturalmente muy británicos. Su rango de influencias se extendía del glam rock de David Bowie al jangle pop de The Smiths. Su imagen afeminada mostró las vulnerabilidades de su sociedad contemporánea y además, hablaban directamente sobre los iconos y lugares más representativos del país.
El álbum logró entrar a la posición #1 de los UK Album Charts en su lanzamiento y se mantuvo no sólo como el álbum más vendido del año dentro de su país, si no que también se convirtió en el álbum debut más vendido en la historia de la Gran Bretaña. Posteriormente ganó el Music Mercury Prize, posicionándose en cientos de listas como uno de los mejores álbumes de la historia, pero la banda decidió abandonar sus particularidades más populares en su siguiente material Dog Man Star (1994), en un intento por distanciarse del britpop. Funcionó medianamente, logrando un sonido que fue descrito en su momento como un suicidio comercial, pero que a largo plazo terminó convirtiéndose en el más icónico y críticamente aclamado de la banda.
Gerard Way de My Chemical Romance declaró que sin su primer álbum no existiría su agrupación emo. Christopher Owens de Girls ha dicho que su canto es un intento de imitación al de Brett Anderson. Kele Okereke de Bloc Party ha dicho que fue la primera banda de la cual se enamoró y sus canciones han sido covereadas por Morrissey, Manic Street Preaches y The Libertines. La razón es fácil de observar cuando se escucha el álbum y es que es un material brillante en todos sus apartados.
La introducción con ‘So Young’ no podría ser mejor con la combinación de esos intensos golpes de guitarra que le da Gerard Butler a su instrumento mientras Brett Anderson confronta a gritos a la muchacha que decidió abandonarlo. Los puentes instrumentales son románticos con pianos que hacen un realentado al tempo de la pieza. Los momentos de fuertes colisiones emocionales con introversiones personales que ocurren tras una ruptura romántica se ven dignamente representados en esta pieza de poco menos de cuatro minutos.
Sin embargo, el mundo caótico de la banda se termina de abrir con ‘Animal Nitrate’, un relato duro en el cual Brett Anderson describe desde la perspectiva de una mujer el cómo fue violentada y abusada sexualmente dentro de su propia casa. Todo con guitarras sucias a su alrededor y una tensa sección rítmica.
El odio es dejado a un lado en ‘She’s Not Dead’, una carta de disculpas a su ex-pareja tras las mentadas de madre y odio que describió en las canciones pasadas. Sin embargo, en ‘Moving’ la instrumentación pulsante de la banda toma posesión del álbum, entregando un tema de una gran violencia sonora.
En ‘Pantomime Horse’, Brett describe sus nuevos encuentros sexuales sobre una instrumentación nostálgica, relatando que cuando lo hace sólo puede pensar en su antigua pareja. ‘The Drowners’ sirve como una liberación de la tristeza que relata en el pasado, pero en ‘Sleeping Pills’ se vuelca de nueva cuenta a la drogadicción y tiene un ‘Breakdown’ sobre una linda balada de poco más de seis minutos.
Al final, Brett Anderson y compañía dicen adiós en ‘The Next Life’, encontrando paz lejos de la guitarra que golpeaba el canto del vocalista para, en su lugar, entregar una interpretación vocal de gran intimidad y revelación personal.
Al final, el álbum debut de Suede (1993) fue un punto de inflexión para la industria de la música de Reino Unido al momento de su lanzamiento.