Han pasado diecisiete años desde el lanzamiento del cuarto álbum de estudio del trio inglés Placebo, un álbum que fue señalado por sus seguidores más fieles como un cambio de estilo negativo, adquiriendo un sonido más pulcro sobre un imaginario futurista repleto de detalles electrónicos, y una colección de relatos emotivos sobre el desamor.
Pese a nunca conseguir el visto bueno de la crítica especializada y mantener el enfado de los fans más longevos de la banda, hoy varias generaciones de escuchas de Placebo catalogan a Sleeping With Ghost (2003) como el punto más alto de su carrera por varias razones que derivan desde el significado generacional de éxitos como ‘This Picture’, ‘The Bitter End’ y ‘Special Needs’, que dicho sea de paso, son un puñado de las canciones más populares en la historia de la agrupación; pasando por el trabajo visual repleto de imágenes que hacen un juego bastante interesante entre los fantasmas y los instrumentos de estudios médicos; hasta el concepto en relación a la nostalgia que deriva del oler el perfume de un ser cercano ya fallecido, o el fantasear con una ex-pareja.
Aunque no tan rotundo como el re-enfoque que tuvo Green Day al mismo tiempo, mejor mostrado que nunca en American Idiot (2004) con el objetivo de atraer nuevas generaciones a su carrera, el de Placebo es otra muestra exitosa de lo que se puede lograr una gran agrupación con un nuevo concepto. Bien definido y no contrastante con su pasado, este es un álbum nostálgico que llevó a la banda a terminar siendo iconos en una sub-cultura que no les pertenecía en el emo.
Lanzado el primero de abril del 2003 con críticas negativas, pero bien posicionados dentro de las listas de éxitos, con un impresionante número 11 en el UK Album Chart, y cuatro sencillos que obtuvieron posiciones en el top 25 de los UK Singles Charts, la banda se encontraba en un gran momento tras su estreno, recuperando la atención de los medios y volviendo a sonar en las radios de todo el mundo.
Aunque habían manejando un gran recibimiento crítico con sus primeros dos álbumes y una fanaticada cada vez mayor en ambos hemisferios del globo, Black Market Music (2000) ya había encontrado algunas quejas con respecto a la repetición instrumental y temática de la agrupación. Relatos duros sobre la vida de la gente ignorada, vistos a través de un ojo con un lenguaje culto y muy apreciativo. Es por ello que sorprendió la temática de este nuevo álbum, que cambió la crudeza del documentar la vida real por una fantasía repleta de colindantes con la realidad, aunque disuadidas con el tono poético de una colección de cuentos distópicos.
El objetivo a palabras del vocalista Brian Molko era “ver atrás hacia lo que pasó en la vida emocional de mi década pasada, tratando de entenderla y exorcizar a los fantasmas y a los demonios de mis relaciones pasadas”, por lo cual también podemos observar que este tinte de ficción no era solamente una decisión por cambiar el tono de sus líricas, si no también una necesidad para que el escritor pudiera cantar sus historias más íntimas hasta ese momento.
“El título del álbum alude a que cargamos a los fantasmas de nuestras relaciones pasadas al punto en el cual a veces un olor, una situación o un objeto puede traer a la persona de vuelta”, algo que se puede ver a través de las letras de canciones como ‘This Picture’ o la pieza homónima al material, mismas que a la vez combinan elementos reales de las relaciones de Molko con influencias de libros y relatos distópicos y de terror, en específico 1984 de George Orwell.
Así pues, nos adentramos al material con la introducción instrumental ‘Bulletproof Cupid’, la cual cuenta con un redoble de batería intenso y una línea de guitarra potente que termina por dar brincos impredecibles dentro de su interpretación, agregando fuzz y distorción en algunos momentos y agregándose algunas armonías en sintetizadores, detalles atmosféricos con voces moduladas y un par de guitarras más. Sin duda, es una de las piezas en las cuales es mayormente notoria la gran influencia que tiene Sonic Youth dentro del proyecto.
De ahí, prosigue sin interrupción alguna un buen puñado de clásicos de la agrupación, éxitos radiales, y canciones que cuentan con ganchos irresistibles. Tal es el caso del cuarto sencillo del material ‘English Summer Rain’ que es en donde se empieza a notar el cambio sonoro de Placebo, puesto que juega con una gran cantidad de elementos electrónicos que adornan su melodía basada en el canto de Brian Molko, su guitarra y el groove del bajo de Stefan Olsdal, una pieza que no tiene mayor valor narrativo que el colocarnos en nuestro paisaje principal: una calle londinense en donde no deja de llover, fría como la instrumentación de la pieza.
Por otro lado, en ‘This Picture’ empieza la carga de ficción, siendo una pieza que encuentra su valor en la descripción de una chica que usa a su pareja como un saco de emociones, alguien de quien el vocalista muestra su pasión y cuya mayor influencia para su figura fue la obsesión que tuvo por el actor James Dean durante sus años de estudiante, algo que termina por verse en la frase – quemando mi pecho con cigarrillos-, un fetiche particular del intérprete.
La influencia del álbum Kid A (2000) de Radiohead en esta producción, en la forma en como se integraron los electrónicos en su rock-electrónico se evidencia en las voces de ‘Sleeping With Ghost’, el corte que le da su título al álbum y que deja más que clara su visión temática, agregando voces a la ‘Everything In Its Right Place’ para remarcar el final de sus versos, en los cuales Brian Molko describe que las relaciones reales se quedan con uno para siempre.
El sencillo principal del material ‘The Bitter End’ es una descripción romántica que está repleta de referencias a frases y detalles de la novela 1984 de George Orwell. Entre las más destacadas se encuentra la referencia a la fecha del 2 de Mayo, misma en la cual se conocen los protagonistas Winston y Julia, que a la vez aparecen dentro de la lista de agradecimientos del material.
‘Something Rotten’ se aleja de la tradicional estructura pop y de los sonidos brillosos de fácil digestión para entregar una pieza deforme en donde sobresalen sus armonías creadas con una serie de instrumentos metálicos y tubulares, el ritmo sincopado, un puente instrumental hiper-distorcionado, y un coro muy pegajoso. Contrasta a la perfección con ‘Plasticine’ con sus frases repetitivas, pero peculiar estructura hiper-pop, pudiendo haber sido un gran hit del rock-alternativo de la época si se hubiera lanzado como sencillo.
Probablemente la pieza más famosa de la agrupación, ‘Special Needs’ es una balada hermosa repleta de detalles armoniosos en electrónicos, teclados, guitarras llenas de efectos, voces con una gran cantidad de distorsión y un buen puñado de elementos más. La lírica intimista de la agrupación sobresale gracias a lo sencillo que es el relacionarse con ella, puesto que relata un amorío que terminó por cuestiones del destino, con la vida por delante y objetivos que hacían que no pudieran continuar juntos. Es una canción sincera, un clásico en el cual se da a notar que el experimento de electro-rock llegó a funcionar a la perfección para la banda y entregó incluso varios de los momentos más importantes y memorables de su carrera.
‘I’ll Be Yours’ es un experimento con un instrumental mucho más tradicional de una pieza que se va desdoblando con el pasar del tiempo, sobre un arpegio de guitarra hipnotizante y algunos detalles ritmicos alrededor, es una pieza dramática en donde se nota la influencia que tiene el rock-industrial dentro de la agrupación, sobretodo en esta etapa. Por su parte, ‘Second Sight’ es una canción intensa desde el comienzo, que explota en sus coros tras la repetividad en el canto y el instrumental en sus versos.
El álbum terminas con las intimistas ‘Protect Me From What I Want’ que se distingue por su ciclo de tres notas de teclado, una pieza en donde la banda se separa del discurso romántico del álbum para integrarse a una crítica al sistema, muy a la 1984 también. Sin embargo, el corte final ‘Centrefold’ se presente como una carta de despedida a un amor que Molko tuvo, acompañado por un piano muy tenso, pero armónico. Es una despedida preciosa y un gran cierre al material.
Sleeping With Ghosts (2003) tiene todos los elementos para ser considerado uno de los mejores álbumes de Placebo, pese a haber cambiado un poco su dirección temática y sonora, la precisión lírica de Brian Molko se mantiene, al igual que el énfasis en las guitarras ruidosas y las líneas de bajo efectivas. Es un experimento que los llevó a hablarle a una generación nueva de escuchas que sí cuajaron con los nuevos detalles de la banda, futuristas, limpios, fríos, con auras de tristeza y soledad.
Eso sí, contrario a todo el movimiento emo de la época, los ingleses nunca se muestran melodramáticos, de hecho sus líricas son bastante maduras y cuando se encuentran con referencias literarias, más que sonar pretenciosos, las mismas líneas se integran a la perfección con el material, algo que repetirían en el futuro que les dio otro par de lanzamientos exitosos acompañados por la generación que los conoció en este álbum.