Al llegar a los 27 años de edad, Kate Bush ya era una compositora histórica para la música y cultura pop británica. Sin embargo, aun con el gran éxito que consiguió tras una década en el ojo popular, su más grande momento creativo llegó con Houds Of Love (1985), su quinto álbum de estudio en el cual logró condensar la extravagante sensibilidad pop que mostró en su primer par de álbumes con el pastiche futurista de experimentación electrónica a base de sampleos que logró dar forma a los dos siguientes.
Se trata de un álbum que bebe tanto del synth-pop contemporáneo a sus bases atmosféricas, ritmos creados con baterías eléctricas y coros pegajosos, como en el rock-progresivo gracias a su enfoque narrativo y a las estructuras cada vez más complejas de las canciones. Sin embargo, también es un álbum que terminó por definir al art-pop y sin el cual no se entendería mucha de la música del hoy en día, incluyendo un gran segmento de la música electrónica, el rap y decenas de sub-géneros alternativos, pero que inició únicamente con la sincera intención de ser un medio casero para que Kate Bush vertiera sus sueños y pudiera profundizar en ellos, llegando a conclusiones sobre su miedo al amor.
Lo que escuchamos en las primeras cinco canciones de Hounds Of Love (1985) es un escrito sincero de una persona que acaba de llegar a la auto-consciencia y que basa su escritura en aquello que narra en su segunda parte. Alejada de los hits radiales, el último lado del álbum funciona como un diario dedicado a comprender las figuras de su subconsciencia alrededor de una suite conceptual llamada The Ninth Wave; las últimas seis canciones del material que narran los sueños que experimenta una mujer que es arrastrada por el mar.
Tras sufrir de pánico tras varias horas, cae dormida en ‘And Dream Of Sheep’ gracias a la fatiga y empieza a experimentar visiones que le restriegan su naturaleza. A través de estas narraciones, un sueño por cada canción, profundiza sobre sus propias pesadillas de quedar atrapada en ‘Under Ice’, temores sociales en ‘Waking Witch’, la desconexión de su familia en ‘Watching You Without Me’ y fascinaciones sobre el mundo del hombre y el de la naturaleza dentro de ‘Jig Of Life’ y ‘Hello Earth’. Todo narrado de forma desnuda, tal como lo es en un sueño.
La emotividad de su interpretación aunada a la carga poética de sus letras y a la innovadora producción dio como resultado un éxito crítico y comercial que no se ha detenido desde entonces, rompiendo con la barrera generacional a 35 años de su lanzamiento, mostrando que su forma de producir, cantar, componer y narrar historias la han convertido en una de la músicos más influyentes de la historia de la música grabada. Se trata de un predecesor directo de la sensibilidad de Tori Amos y Fiona Apple; además de un inicio a los experimentos del IDM, Björk y un álbum de donde bebe la enteridad de la música rap gracias a su peculiar forma de trabajar bases a través de sampleos de su voz y de referentes artísticos.
Todo lo logró con un talento nato que explotó a muy temprana edad, tras haber escrito alrededor de 200 canciones durante su adolescencia con ayuda de su profesor de piano de la secundaria, logró condensar su trabajo a los 19 años de edad con el lanzamiento de su álbum debut The Kick Inside (1977), el cual incluyó al primer sencillo compuesto por una mujer que llegó al primer lugar de los UK Single Charts ‘Wuthering Heights’ que, como el resto del material y de su carrera, sobresalió por la personalidad explosiva de la cantante.
Aquella misma explosividad fue la que la orilló a tratar de salir del control de su sello discográfico, al cual culpó por años de no dejarla experimentar como quería, modificando su trabajo para hacerlo más accesible, colocándole productores con los cuales no quería trabajar y plazos ridículos para capitalizar con su sorpresiva popularidad. Tras el éxito de Never For Ever (1980), Bush dejó de darle el timón de su carrera y expresividad a otros para tomarlo por sí misma, negociando para poder auto-producir The Dreaming (1982).
Sin embargo, eso no fue suficiente, pues aun de esta forma no sentía la libertar que requería. Es por ello que construyó su propio estudio en casa en el patio trasero de la casa de sus padres en Londres. Un espacio que pudo llegar a usar todo el tiempo que quisiera y sobre el cual grabó Hounds Of Love (1985) en su totalidad. Haciendo uso de los mismos instrumentos que utilizó e su álbum pasado, en específico el Fairlight CMI que le permitió emular cualquier instrumento orgánico, pero con un objetivo aun más interesante que en su predecesor de tintes experimentales: crear una orquesta accesible, crear música que suene masiva y compleja sin dejar a un lado su accesibilidad.
Esto último fue lo que le dio al material su grado de influencia, en Inglaterra fue tal que desplomó a la Madonna de ‘Like A Virgin’ de las listas de éxitos y el nuevo Primer Ministro la nombró como una de las cinco mujeres que más han influido en su vida. En la música se trata de una mente que dominó todos los éxitos posibles, cultivando un seguimiento que raya en lo obsesivo por parte de los escuchas más selectivos, mientras que al gran público lo dejó sin habla con los golpes rítmicos y la euforia que radican clásicos como ‘Running Up That Hill’ o ‘Cloudbusting’. Sin duda un material histórico que a 35 años de su lanzamiento sigue siendo tan fresco a nivel sonoro y argumental que nadie ha producido algo con lo cual compararlo.