Parados en 2019 es muy fácil mirar atrás y sentenciar que The Cure es una de las bandas más legendarias del mundo. Pero no todo fue sencillo para los de Sussex. Sus letras basadas en la desesperanza, sus melodías oníricas y su imagen sombría estaban en contraposición con los postulados de la cultura pop ochentosa que empezaba a asomar. Pero eso no iba a ser un problema, Robert Smith siempre se caracterizó por ser el freak que se destacaba del resto por querer apartarse de lo preestablecido y con su banda pasaría lo mismo.
The Cure editó su disco debut, Three Imaginary Boys (1979), un disco de sonido característico y simple, donde se destaca la voz quejosa de Smith. La banda ya había puesto primera y buscaba encontrar su lugar dentro del post punk británico. En la carrera del trío se inicia su etapa más oscura, siniestra y desesperanzada. Es el turno de su trilogía maldita, integrada por Seventeen Seconds (1980), Faith (1981) y Pornography (1982). Muerto Ian Curtis, The Cure les hacía saber a todos que aspiraban a convertirse en la banda más dark del planeta.
Ante tanta oscuridad, el recopilatorio Japanese Whispers (1983) y los discos The Top (1984), The Head on the Door (1985) y el doble Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me (1987) los muestran un tanto más amenos y divertidos que en sus tres asfixiantes trabajos anteriores. El perfil gótico queda de lado y sorprenden con un estilo más amable y comercial. La semilla ya estaba sembrada. Sólo faltaba recoger los frutos.
En pleno 1988, Robert Smith estaba sumido en una profunda depresión. Se había convertido en una estrella del pop, algo que siempre había rechazado, y se sentía prisionero de la imagen estereotipada que el mundo tenía de él. No era el Edward Scissorhands de la vida real. Era mucho más que un tipo maquillado, con los labios pintados y los pelos batidos.
Para la realización de Disintegration, Smith decide volver a las fuentes y retoma el lado oscuro de sus álbumes iniciales. Y decide tomarse ciertas licencias. Al ser el primer disco de The Cure en ser editado en formato CD, se arriesga a componer temas de larga duración, muchos de los cuales superan los seis minutos, con largos pasajes instrumentales.
El momento de la grabación del disco no fue una tarea fácil. Robert Smith estaba completamente ensimismado y alejado el resto del grupo. La depresión en la que estaba inmerso atravesaba su punto límite y no ayudó a la socialización del líder con el resto de la banda. Parecía que el final de The Cure estaba cerca. Y mucho más luego de la salida del histórico Lol Tolhurst (único miembro fundador que quedaba en la banda junto con Smith), cada vez más prescindible desde lo musical y con graves problemas con el alcohol. La tensión en el seno del grupo se podía palpar y era evidente que una etapa llegaba a su fin. Quizás por todo esto, Disintegration tiene ese carácter tan melancólico.
Desde que el primer acorde de ‘Plainsong’ comienza a sonar y hasta el último segundo de ‘Untitled’, un ambiente claustrofóbico y perturbador se apodera del oyente. Y ya no hay vuelta atrás. El sonido del disco te hunde en una profunda depresión. Es triste, denso, melancólico. Se transforma en la banda sonora ideal para tu funeral.
Disintegration es una obra maestra basada en las experiencias de Smith, que convirtió sus debilidades, fortalezas e inseguridades en exquisita música para todo el mundo. Su voz suena desde lo profundo de su alma, transmitiendo una pesada carga emocional, mientras va recitando poemas hechos canción, que hablan de romanticismo (‘Lovesong’), nostalgia (‘Pictures of You’), ahogo (‘Prayers for Rain’), despedida (‘The Same Deep Water as You’) y de la pérdida de toda esperanza (‘Lullaby’). Pero considerando al álbum como un todo, hace clara referencia al paso del tiempo que desintegra los sentimientos y las emociones.
Durante la promoción del disco, Robert Smith declaró que The Cure había llegado a su fin y que tenía la firme convicción de disolver la banda. Fiction, su compañía discográfica, al escuchar lo que el grupo había grabado, estuvo a punto de disolver el contrato que los unía. Según sus ejecutivos, en Disintegration no había singles potenciales, todas las canciones eran demasiado largas y lentas. Consideraban que la vuelta al lado oscuro sería un total fracaso. Un disco así podía acabar con el status de banda superventas y de culto que The Cure había sabido cosechar.
Fiction consideró, a priori, a Disintegration como un suicidio comercial. Y finalmente lograron convencer a Smith para que permitiera incluir ‘Lullaby’, destinada inicialmente a ser parte de los ‘B-Sides’, ya que no encajaba con la temática del resto del álbum. El ojo no les falló. Acertaron un pleno: ‘Lullaby’ fue el mayor éxito de The Cure a nivel mundial. Buena parte de ese éxito se debió al magistral vídeo dirigido por Tim Pope (su director habitual), uno de esos clips que marcaron época: las imágenes de Robert Smith en la cama, cubierto de telas de araña o siendo devorado por una vagina peluda son imborrables de nuestra memoria.
El valor del octavo álbum de The Cure ha sido considerado como un puente entre el floreciente periodo post punk y el inicio de la música alternativa de los 90’s. Sin dudas, Disintegration fue inspiración para infinidad de bandas (Nine Inch Nails, The Smashing Pumpkins, Placebo, etc., etc., etc.) y artistas (el director Tim Burton, uno de ellos) y convirtió a The Cure en una banda esencial para la historia de la música.