Un álbum que pasó a la historia como una de las decepciones más importantes en la historia de la música grabada, pese a contener una buena colección de canciones que presumen las líricas más personales que haya escrito la banda en su carrera.
Los hermanos Gallagher fueron amos y señores del pop británico. Un año antes habían hecho historia con el concierto con mayor demanda de la historia, dos Knebworth en los cuales la banda presumió de sus primeros dos discos de estudio a un público que pudo haber superado a los 2.5 millones de espectadores.
La música de Oasis parecía haber llegado en el momento justo. A poco de que la gente se aburriera de la pretensión futurista y la complicada producción del synth-pop, de que el shoegaze terminara por considerarse como un género solo de nicho, de que Suede se hundiera en su propia depresión y de que los Blur empezaran a convertirse en una caricatura de sí mismos. Oasis llegó con guitarras, coros pegajosos y música simple cuando una de las generaciones más depresivas de la historia empezaba a necesitar de alguien que les dijera que todo estaría bien y la voz apaciguante de Liam era la indicada para susurrárselos al oído.
También había pasado un año desde que se libró la batalla del britpop, conocida como uno de los eventos más publicitados en la historia de la industria del espectáculo británico, la agrupación de los Gallagher perdió frente a la de Albarn en la venta de sencillos. ‘Country House’ vendió 274,000 copias frente al ‘Roll With It’ de Oasis con 216,000. Sin embargo, a la larga, un par de meses después, el segundo disco de los de Manchester se convirtió en el tercer disco mejor vendido en la historia del Reino Unido e himnos como ‘Wonderwall’ y ‘Don`t Look Back In Anger’ reinaron no sólo en las listas inglesas, si no también en Estados Unidos, la plaza más complicada para las bandas británicas de la época.
(Whats The Story) Morning Glory? es comúnmente votado en Inglaterra como el mejor disco de toda la historia, tras 23 años de su lanzamiento el público sigue fascinado con los 12 cortes del material inundado de melodías dulces y guitarrazos punk. Su influencia sigue dejando huella, no hace mucho ‘Don’t Look Back In Anger’ se convirtió en un himno para la ciudad de Manchester y la unión contra el terrorismo. Pero, mientras este disco y Definitely Maybe siguen siendo dos figuras de adoración musical, ¿cómo es posible que Be Here Now mantenga el récord del disco más vendido en tiendas de segunda mano?
En su primera semana el disco vendió la cantidad de medio millón de copias dentro de Inglaterra, el disco más vendido de la historia en el país. Las primeras reseñas fueron positivas, pero en poco la gente empezó a sentir que algo no estaba del todo bien con el disco.
Sí, tenía las brillantes melodías que sólo Noel Gallagher ha logrado componer, tenía la actitud narcisista de Liam en cada una de sus frases y también marcaba un buen avance sonoro para la banda con canciones que jugaban más con estructuras progresivas y elementos psicodélicos. “Es un rompecabezas elaborado, una fuerza elemental, un monstruo que no puede ser contenido”, declaró Vox, “es cocaína hecha música”, agregó la revista Q dejando en claro que el hype también estaba presente en la prensa.
Se dice que el pecado de Oasis en este punto fue no ser humildes, las canciones terminaron por ser mucho más de lo que necesitaban. Pretendieron ser algo que no eran, se perdieron entre la experimentación con melodías tiernas que pudieron ser un segundo ‘Wonderwall’ si no fuera porque decidieron estirarlas a una duración de 10 minutos como en ‘All Around The World’ y canciones repletas de detalles de guitarras, sobre-producidas como ‘My Big Mouth’ y ‘Magic Pie’.
Al terminar Be Here Now sí suena pretencioso, repleto de emociones contrarias y de canciones que no terminan de cuajar en ningún momento. Sobre todo, en sus cortes más rudos, sin embargo, hay un par de canciones que siguen siendo un punto común de encuentro entre los amantes de la música y que se convirtieron en los últimos himnos britpoperos.
‘Don’t Go Away’ es una canción escrita en 1993 sobre las ansiedades de un joven Noel Gallagher, reprimido aun por el abandono de su padre y con miedo de que aquello vuelva a ocurrirle en la vida. “Demonios, mi educación no me permite encontrar las palabras para decir todo lo que está en mi mente”, declara Liam en la grabación que dio inicio justo después de que terminara de leer las líricas de su hermano, entre lágrimas, una línea que revela el ansia de protestar en contra de la imposibilidad de la protesta, un chillido contenido que surge del poco valor que Noel sintió como parte de la clase baja inglesa, sin conocimientos para hacer valer su voz.
Es una joya que muchos artistas han declarado como su canción favorita de la banda. Christopher Owens de Girls declaró que, aunque todo el mundo odia este disco, él lo ama porque aquí viene la canción que dio inicio a varios de los éxitos más importantes de su duo. Sin ‘Don’t Go Away’ no existiría la también protesta contra el abandono, ‘Lust For Life’.
En el documental Live Forever el artista Damien Hirts también declara a esta como su pieza favorita de los Gallagher y en retrospectiva, muchos parecen haberse enamorado de su fragilidad. Sigue siendo una constante en los conciertos solistas de Liam y de Noel.
La otra canción sobresaliente es ‘Stand By Me’, una canción similar en mensaje y estructura que le fue escrita a Peggy Gallagher, madre de ambos músicos. Se dice que Noel la empezó a escribir cuando ella lo visitó poco después de sufrir de un envenenamiento. Ella se quedó todo el mes a cocinarle, temerosa de que volviera a ser víctima del mal comer.
El tiempo para lanzar este disco no pudo haber sido peor, diez días después de su estreno la Princesa Diana murió en un accidente de tráfico y con ella se fue una de las figuras más representativas de la cultura inglesa. Irónicamente su muerte sirvió como una representación simbólica de la muerte del britpop, aquel género musical que inició a principios de los noventa que engrandecía a la cultura inglesa.
La rebeldía de la banda no combinaba muy bien con la frágil situación del país y enseguida empezaron a llegar discos más depresivos, menos festivos en relación a lo inglés de parte de sus compañeros del género. Blur cambió por completo con el lanzamiento de su disco homónimo, con una sonoridad lo-fi norteamericana; Pulp con This Is Hardcore creó un imaginario quasi-gótico lleno de muerte y de sexualidad; y Suede desde hacía muchos años ya había sucumbido a hablar sólo de aquello a lo que interesaba a Brett Anderson, la heroína y la pobreza.
Las tres bandas bajaron en popularidad, aunque sus discos siguieron siendo igual de aclamados y ahora son considerados como verdaderos clásicos. En su lugar los tristes, tristes, tristísimos Urban Hymns de The Verve, Mezzanine de Massive Attack, y OK Computer de Radiohead empezaron a llamar los reflectores a sus respectivos intérpretes y el pop nunca volvió a ser el mismo.