La conversión del kitsch en fine art, una retrospectiva al debut de The B52’s

// Por: Oscar Adame

vie 12 julio, 2019

Tuvieron que pasar 40 años desde el lanzamiento del álbum debut de The B52s para que la agrupación anunciara su primera presentación en la Ciudad de México. Cuatro décadas de fungir como una de las agrupaciones más divertidas e influyentes que se hayan encontrado dentro de lo que hoy en día se conoce como art rock, una combinación de la sinceridad que se encuentra impresa en la música comercial con la abstracción discursiva y estética del arte moderno. 

Nacidos dentro de la solitaria ciudad de Atenas, Grecia, jammeando con total libertad y sin tener pena de crear líneas de guitarra que sonaran estúpidas, pero popularizados dentro de los bares más importantes del punk neoyorquino, como el CBGB, el quinteto se distinguió inmediatamente del resto de las agrupaciones de su generación gracias a su peculiar puesta en escena, una apropiación estética de la moda de los años cincuenta, con peinados extravagantes y colores brillantes, sobre los cuales relataron historias cómicas influenciadas en la ciencia ficción de bajo presupuesto de la época sobre la cual se burlaron. 

Hoy esa portada amarilla diseñada por Tony Wright significa a una propuesta que no envejece, en parte gracias a su influencia, pero también por la historia tan bien narrada que supieron montar desde el primer día. Ellos no fueron una agrupación creada gracias a la época en la cual vivieron; en su lugar, fue una agrupación que creó un mundo propio sobre el cual posarse para la eternidad. 

Un universo lleno de ironía

Producido por el Director de Island Records, Chris Blackwell, el primer álbum de The B52’s es una mezcla intoxicante de los sonidos do it yourself del mundo punk, con las líneas de guitarra directas y limitadas del cual salieron; instrumentaciones que hacen referencia al surf-rock cincuentero; sintetizadores que terminaron por convertirse en precursores del new-wave; y el histrionismo del garage-punk del cual también fungieron como una gran influencia. 

Inspirados por la música de la época, pero también seducidos por el colorido de las fiestas norteamericanas que veían en televisión, The B52’s combinó ambos mundos, convirtiéndose en una de las primeras agrupaciones que hicieron uso de personajes bien construidos para narrar sus álbumes y presentar su acto en vivo. De acuerdo a lo que han declarado en entrevistas, su vestuario en un principio había sido una forma barata para llamar lo suficiente la atención para poder ser escuchados dentro de las fiestas urbanas de los suburbios griegos en las cuales eran invitados. Sin embargo, esto se transformó en su propio mundo, libre de las convenciones tradicionales.

Su estilo tomó influencias de soundtracks de Ennio Morricone y de la experimentación libre de artistas como Yoko Ono y Captain Beefheart. Es por ello que cuando el guitarrista Ricky Wilson le presentó al vocalista Fred Schneider la línea de ‘Rock Lobster’ como “creo que acabo de componer el riff más estúpido que hayas escuchado en tu vida”, lograron abrirse a experimentar con ella hasta convertirla en un hito cultural. 

Es famosa una línea que le dijo John Lennon a la revista Rolling Stone en la cual declaró que ‘Rock Lobster’ inspiró su regreso a la música porque en la canción encontró evidencia de que la música popular estaba trabajando con las ideas de Yoko Ono, quien posteriormente interpretó un cover de la canción. Él se encontraba paseando en un club inglés y quedó fascinado ante la letra de la canción, la cual narra la belleza de una langosta rockera. “Al escuchar a los B-52’s, John dijo que se había dado cuenta de que había llegado mi momento. Así que él pudo grabar un álbum a medias conmigo sin que nos criticaran como lo habían hecho hasta entonces”, declaró la artista fluxus. 

Si los vestuarios, las líneas excéntricas de guitarra y las narraciones de alienígenas robando vacas llamaron la atención de los jóvenes en Atenas, cuando llegaron a Estados Unidos se convirtieron en una de las agrupaciones más solicitadas. Solo tuvieron que dar un concierto para obtener un contrato discográfico internacional, mismo que les dio la facilidad de vender más de un millón de copias de su álbum debut, cosa que ha sido descrita como “el éxito más extravagante que ha tenido una gran casa discográfica en la historia”, por The New York Times. 

Maximizando al minimalismo 

El álbum da su primer mensaje en forma de una clave morse en ‘Planet Claire’, una pieza que transporta inmediatamente al escucha a un mundo especial retro-futurista, incluso para la época, en donde se pueden apreciar sintetizadores, un bajo intenso, bongoes y distintos elementos electrónicos, incluso lo que parece ser un theremin, previo al ingreso del vocalista, tras dos minutos de una intro repleta de dinámicas dentro de su instrumentación. 

Las vocales dentro del álbum son inconfundibles. Sea por la acides nasal de la voz de Schneider, o por la catártica dulzura en las melodías de Kate Pierson y Cindy Wilson, sus voces los convirtieron en iconos extraños. De la violencia femenina de ‘Hero Worship’, probable primer canción del riot-grrrl, gracias a sus subversivas líricas y gritos crudos de las chicas, a ’52 Girls’, con su bailable combinación de voces. 

Sin embargo, probablemente el dato más interesante respecto a la construcción de este álbum desde un fin musical es la idea de Ricky Wilson de utilizar solo cuatro cuerdas de su guitarra, habiendo removido las dos que se encuentran en el medio, para solo centrarse en dos en la creación de las notas bajas y dos para las altas. Es un recurso que muchos siguen estudiando y que influye en guitarristas como Nick Zinner de Yeah Yeah Yeahs o las miembros de Sleater Kinney. 

El hecho de querer utilizar solo cuatro cuerdas de su instrumento, dice bastante respecto a la ideología compositiva de la agrupación, la cual nunca se complicó con complicados riffs en ningún instrumento. Regresando el punk, la banda utilizó solo lo necesario de cada una de sus herramientas, pero al mismo tiempo logró crear canciones muy complejas haciendo uso de docenas de ellas. 

Tal vez sea su influencia en la música de Brian Eno y su afición a hacer uso de su Oblique Strategies, un juego del compositor para exponenciar la creatividad, pero sus canciones más populares se construyeron como canciones de la música electrónica de la época. Combinando sonidos limpios, simples, para la creación de algo mucho más grande. Tal como las piezas de club bailables. 

Imposibles de imitar

Al momento de su estreno, el álbum se convirtió en un éxito instantáneo, considerado como la música que marcó al verano. Sin embargo, con el tiempo, el material pasó a considerarse como uno de los mejores de la historia, razón por la cual fue seleccionado como el noveno mejor álbum alternativo de la historia por Alan Cross y el 152 en general por la Rolling Stone. 

Hoy sus sonidos siguen golpeando como golpes frescos de música vibrante y repleta de la diversión de su sin-sentido. En su intento por crear una vibra similar, bandas como R.E.M en ‘Shiny Happy People’ y Junior Senior en la enteridad de su segundo álbum de estudio Hey Hey My My Yo YO (2005), han tenido que invitar a cantar a las chicas de la agrupación. De lo contrario, cualquier intento es inútil. The B52’s sigue siendo una fuerza inconfundible.