Reseña: Venom, el antihéroe que tambalea en la gran pantalla

// Por: Staff

vie 5 octubre, 2018

Por: Por: Kika Jurado/ @kikajurado

Esta adaptación al cine de uno de los antihéroes más famosos de los cómics de Marvel, resultó ser uno de los casos más desafortunados de este año. La película del director Ruben Fleischer, quien ya había sido responsable de una joya como Zombieland (2009), no logra conectar ni lograr ningún tipo de coherencia narrativa en esta película que termina siendo un sincretismo de géneros cinematográficos en una trama bastante floja.

La motivación más obvia para que se sigan produciendo películas basadas en universos de cómics, evidentemente, son las ganancias estratosféricas que se recaudan en el box office internacional, pero claramente hay un segmento de mercado exigente con respecto a este tipo de cine que permite que estos productos comerciales sigan existiendo. Desde antes del estreno, Sony Pictures anunció que la película tendría una clasificación para adolescentes y adultos, lo que provocó que se cuestionara si el personaje de Venom entonces podría ser recreado como está plasmado en los cómics y, en efecto, ese fue el error más grande de los estudios. Esta decisión de marketing, tuvo que ser asumida por el director, plasmando en pantalla un personaje que dista enormemente del concepto original.

Eddie Brock, interpretado por Tom Hardy, vive una vida bastante normal en San Francisco con su prometida Anne (Michelle Williams). Brock es un periodista conocido por sacar a la luz misterios corporativos y cierto día le asignan una entrevista con el fundador de Life Foundation, Carlton Drake, un joven billonario que ha enviado cohetes al espacio para buscar lugares donde los humanos puedan habitar en el futuro. En uno de sus viajes, recolecta formas alienígenas llamadas simbiontes y empieza a experimentar con ellos sacrificando vidas humanas. Eddie toma información confidencial de Anne y pierde todo. Una de las científicas del laboratorio lo contacta para hacer una investigación exhaustiva y por accidente se contagia del simbionte llamado Venom, quien pronto se siente cómodo en su cuerpo y empieza a controlarlo.

Venom es un personaje bastante malévolo en el universo del cómic, sangriento, sin ápice de compasión por la vida humana y sumamente voraz. La construcción del personaje en la cinta carece de todos estos elementos y, por el contrario, de manera abrupta humaniza al personaje con una inexplicable empatía por Eddie Brock y el planeta. El primer acto establece que los simbiontes quieren exterminar la Tierra, el contexto narrativo es dramático, terrorífico y claro, pero una vez que Venom y Brock se fusionan en el inicio del tercer acto, la película cambia completamente a una comedia con diálogos y gagsforzados, un Venom que no solo decide vivir en el planeta sin explicación racional, si no que además se vuelve el wing mande Brock de la manera más absurda. Los arcos de los personajes se sienten sumamente forzados y termina por cerrarse una trama que dista mucho de esa exigencia de los fanáticos que ya esperaban esta cinta desde que Topher Grace interpretó al personaje en Spiderman 3 (2007) en el 2003.

Esta es la segunda vez que Tom Hardy interpreta a un personaje salido de cómics, y si bien su interpretación es lo más destacable de la cinta, lejos queda la maravillosa construcción de su personaje en Batman: El Caballero de la Noche (2008). Por otra parte, Michelle Williams quien es una de las mejores actrices de su generación, extrañamente participa con una actuación bastante irrelevante.

La película se estrena en el 30 aniversario del debut de Venom en los Cómics de Marvel, y parece un experimento que no acaba de embonar ni con el terror del papel original, ni con el humor que plasmó en su momento Taika Waititi en Thor Ragnarok (2013) y que, definitivamente, necesita de un guion más sólido, mayores escenas de acción y un  CGI de mejor calidad.