Por: Kika Jurado/ @kikajurado
Vivimos en sociedades llena de prejuicios y miedo a lo diferente, las divisiones profundas que marcan culturas y países provienen mayoritariamente de usos y costumbres arraigadas y arrastradas por muchas generaciones. El amor entre personas del mismo sexo sigue siendo un tabú que se condena en muchos grupos y doctrinas, las grandes instituciones religiosas desaprueban por sobre todas las cosas lo que es innombrable en su comunidad.
El cineasta chileno Sebastián Lelio no es ajeno a esta temática, este mismo año su película Una Mujer Fantástica (2017) habló sobre la difícil vida de una mujer transgénero tras la muerte de su pareja y ahora nos trae una obra por demás maravillosa acerca del amor y deseo profundo de dos mujeres judías ortodoxas que se vuelven a encontrar después de muchos años.
‘Disobedience’ está basada en la novela de Naomi Alderman y relata la historia de Ronit, interpretada magistralmente por Rachel Weisz, hija del rabino más respetado en la comunidad judía ortodoxa de Londres quién cansada de vivir en represión decide irse y empezar una vida nueva como fotógrafa cambiando su nombre y perdiendo el contacto con su familia. Cuando su padre muere, Ronit decide reclamar su herencia y en el proceso se reencuentra con Esti, interpretada por la nominada al Oscar Rachel McAdams y de quién vemos una de sus mejores actuaciones en años, su mejor amiga de la infancia quién está casada con Dovid (Alessandro Nivola) siguiente al mando para tomar el puesto de rabino supremo. Ambas reviven la misma emoción y pasión que un día las separó, un romance completamente imposible en una comunidad ultra conservadora y cruel que condena con ahínco el amor homosexual.
El discurso de la película es muy claro: el juego entre el autoritarismo contra la libertad del individuo. La claridad con que el director narra los contrastes de las historias es completamente desgarrador. Por una parte, Esti, quién vive sometida a las órdenes de su esposo con quién tiene relaciones sexuales en sus días fértiles para poder concebir, y por el otro Ronit, la mujer que encuentra ridículo usar peluca y vive una vida sexual libre y plena.
Ambas construcciones de personajes son méritos de un extraordinario guion hecho por el mismo Lelio y Rebecca Lenkiewicz quienes enfatizan las personalidades tan opuestas de dos mujeres visiblemente enamoradas y atormentadas. El triángulo amoroso recorre detalles como la incapacidad de permitirse orgasmos, la imposición religiosa e ideológica, la lucha por la libertad y la contradicción moral de las creencias contra la felicidad. Todo esto sin caer en melodramatismo obvio ni manipulación emocional.
La película tuvo su premiere mundial en el pasado Festival Internacional de Cine de Toronto y es un retrato fílmico perfecto que recorre sobriamente las conciencias e invita a reflexionar sobre lo mucho que falta para celebrar el amor con la orientación que se presente. Otro extraordinario trabajo del director chileno que augura obtener alguna nominación en los próximos premios Oscar.