La aportación de J.K. Rowling a la literatura contemporánea es abismal. No solo es una de las escritoras británicas más reconocidas en el mundo, si no que logró que miles de niños y adultos encontraran el gusto honesto por la lectura. Harry Potter es la saga de libros más exitosa en la historia de los best-sellers gracias a la ingeniosa narrativa que sumerge al lector en un universo mágico detallado tan minuciosamente que es imposible no admirar. Muchos incluso han comparado el estilo literario de Rowling con los grandes maestros de la literatura fantástica, como lo son J. R. R. Tolkien o C.S. Lewis.
Las arenas dramáticas, la construcción de los personajes, las historias lineales y cruzadas, la complejidad de los lenguajes inventados y las subtramas elaboradas fueron fórmula del éxito. Era inevitable que la notoriedad de este fenómeno que ha vendido más de 500 millones de copias en todo el mundo, fuera contemplado por los grandes estudios de cine. En 1999, Rowling decide vender los derechos fílmicos a Warner Bros con la condición de que el elenco principal fuese británico y ella pudiera supervisar los tratamientos del guion.
La saga de películas de Harry Potter nace como un éxito sin precedentes. Chris Columbus, Alfonso Cuarón, Mike Newell y David Yates dirigieron las ocho cintas que contaron la historia del niño que sobrevivió. Algunas aclamadas por la crítica, otras menos afortunadas, pero sin duda el conjunto fue un hit en el box office internacional.
Durante los años, J.K. Rowling se dedicó también a escribir una serie de libros perteneciente a su mundo mágico y es en el 2016 cuándo los estudios y la autora deciden inaugurar una nueva era fílmica con la cinta Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos (2016) basada en el grandioso bestiario del mismo nombre escrito por el personaje ficticio Newt Scamander y que es uno de los libros de texto aprobados por El Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Era casi obligatorio para los estudios seguir explotando este universo ya que la exigencia de los fanáticos es sin duda un jugoso negocio.
Aunque la película está basada en el libro, el guion original, escrito por Rowling, cuenta la historia de Newt, interpretado por el ganador del Oscar Eddie Redmayne, un mago que viaja a Nueva York con una maleta llena de criaturas mágicas y que en su camino se encuentra con Creedence, un huérfano atado a una criatura llamada obscurial que está destuyendo la ciudad. Con la ayuda del muggle Jacob Kowalski, la aurora Tina y su hermana Queenie, detienen lo que parece ser el plan más reciente de Gellert Grindelwald para crear un nuevo orden mundial dónde los magos dominen a los muggles.
Animales Fantásticos: Los Crimenes de Grindelwald (2018) es la segunda parte de esta nueva pentalogía nuevamente dirigida por David Yates y escrita por J.K., y retoma los eventos anteriores iniciando con una espectacular secuencia de la huída de Grindelwald, interpretado por el nada reinventado Jonnhy Depp. Durante el primer acto, el director nos presenta qué ocurrió con Creedence, un Ezra Miller bastante regular, quién sobrevivió al incidente en Nueva York y está ansioso por encontrar a su familia, mientras que Albus Dumbledore, interpretado de forma brillante por Jude Law, pide a Newt Scamander enfrentar a Grindelwald. Rompiendo la ley mágica de no poder salir del país, Newt sale a buscar a Tina a París y lleva consigo a su inseparable muggle Jacob Kowalski quién a su vez está desesperado por encontrar a Queenie.
La película está llena de muchas subtramas en un estilo narrativo introductorio que posiblemente pueda ser demasiado para aquellos que no están familiarizados con el universo mágico de Rowling y sus personajes. Cada historia individual conjuga una serie de secretos, mentiras, pactos y pasados importantes que al final cierran con grandes revelaciones que forman cliffhangers brutales para lo que veremos en las siguientes cintas. Los arcos dramáticos de los personajes quedan abiertos, un riesgoso recurso narrativo del director y la autora para explotar lo que viene ya que la cantidad de personajes con sus historias y motivaciones puede ser demasiado para un metraje de tan pocos minutos.
A pesar de lo anterior, la cinta acierta en varios aristas. Las escenas dónde aparece El Colegio Hogwarts y Albus Dumbledore como profesor de defensa de artes obscuras transporta sin lugar a dudas a la nostalgia de la saga. El contexto y la crítica racial con el que se encuentra impregnado el guion y que es el núcleo del universo de Rowling, atina a desplegarse en estos tiempos al igual que el planteamiento de la homosexualidad de Dumbledore y las consecuencias de enamorarse de la persona equivocada. También cabe resaltar el imaginario de los realizadores ya que una vez más podremos ver una serie de criaturas espectaculares que forman ya parte del genial bestiario de Scamander y el grandioso diseño de producción de Stuart Craig que plasma un montaje brutal de Paris e Inglaterra de los años 20 con su respectivo conjunto de arte y vestuario.
Animales Fantásticos: Los Crimenes de Grindelwald (2018) está llena de contrastes en su escritura y en su lenguaje. Orientada a un público adulto gustoso del espionaje y misterio, es una película que otorga una probada a lo que viene en las tres cintas restantes y tiene licencia de arriesgarse así como estrategia narrativa en el todo de una saga, además que el espectáculo visual es apoteósico y recomendado disfrutarse en formato IMAX.