Reconocida como una de las figuras más complejas en el panorama creativo de los últimos tiempos, la de Genesis P. Orridge es una de las carreras artístico-musicales más prolíficas y eclécticas.
Con Throbbing Gristle ayudó al nacimiento del industrial y al impulso de otros sonidos de vanguardardia y experimentales. Por su parte, Pychic TV le llevaría a explorar otros rincones posibles como el rock de antaño, la psicodelia o el ocultismo hasta las primeras evidencias del acid-house a finales de los 80 y principios de los 90.
Por mucho tiempo, la provocación fue protagonista de su obra por la naturalidad con la que Orridge la abordaba, llegando a ser nombrada por una sociedad británica conservadora como un monstruo malvado, satanista, destructor de la civilización e incluso corruptor de menores.
En lo cotidiano era naturalmente transgresora, imponiendo la performatividad sobre la vida real inconscientemente. Ésta era un escenario donde se permitía explorar los límites de la creatividad. El cuerpo se volvía un instrumento cuya configuración era un paso evolutivo trascendental en su propia experiencia de género, permitiéndole empatar el interior con los alcances del exterior. “Un experimento en continuo avance” diría en una entrevista para el NY Times en 2018.
Así, junto a Lady Jaye Breyer –su segunda esposa-, durante finales de los 90 y principios de los 2000, se sometió a distintas intervenciones quirúrgicas, con la finalidad de crear dos copias del mismo individuo. Denominada “pandrogyne”, se trata de una tercera persona, alojada en dos cuerpos virtualmente idénticos y resultado de la necesidad romántica por fusionarse.
El documental The Ballad of Genesis and Lady Jaye (2011) ayuda a profundizar en todo este proceso y en las inquietudes físicas, espirituales y filosóficas de ambas, abarcando hasta una temporada después de la muerte de Lady Jaye, donde Genesis asegura que la trascendencia lograda por este proyecto ha alcanzado planos alejados del físico. Desde este momento, Genesis se refería a sí misma en plural.
Su influencia sobre numerosos movimientos creativos y culturales construidos alrededor de severos desafíos a todo tipo de limitaciones binarias le han vuelto una figura importantísima para la comunidad LGBT que no hallaban en expresiones tradicionales las vías para difundir sus mensajes, ayudando al surgimiento de un pensamiento bastante DIY entre varias personas conscientes desde temprano que su lucha sería a partir del subterráneo y la contracultura.
El documental Queercore (2017) relata la historia del surgimiento de estos proyectos en distintas partes del mundo, y la importancia de Orridge es palpable desde el principio.
Un ámbito poco común –o poco hablado- en su alcance es en la industria de la moda, una disciplina opacada por sus superficialidades pero que aloja mentes capaces de examinarla desde puntos de vista rebeldes. Además, se trata de una actividad de diseño importantísima en la construcción del género desde hace muchas décadas. P. Orridge siempre intentó alejarse de este mundo, pero a partir de su mutación se le vio mucho más consciente de la repercusión visual de ciertas prendas.
Los registros existentes de la reunión de Throbbing Gristle (2004 – 2010) la muestran vistiendo corsés, vestidos coloridos, medias de encaje, botas altísimas y mucho maquillaje, algo totalmente alejado de la parafernalia militar y muy “masculina” utilizada en la primera etapa ochentera de la agrupación. Lo inesperado se había vuelto algo tan habitual, que el público ni se inmutaba.
En momentos recientes se le vio más cercana a diseñadores y marcas que buscan subvertir la insustancialidad de la moda. Le hemos visto participar en una colección para la marca Mishka en 2011, posar para la campaña otoño 2016 de Marc Jacobs y colaborar con el diseñador Yang Li en distintas ocasiones tanto en playeras, parches y demás parafernalia. Destaca el trabajo con este último por las similitudes estéticas que tienen en su quehacer frecuente, al menos gráficamente, especialmente tomando en cuenta que Li propone siempre una narrativa oscura y elegante, mezclada con influencias musicales y filosóficas desobedientes.