Reflexión del día por Ulises Kentros (@UlisesKentros)
El 18 de diciembre, la Unión Africana, el órgano multilateral que involucra a todos los países africanos (menos Marruecos), aprobó el despliegue de 5,000 soldados para mantener la paz en Burundi. Sería el primer despliegue de este tipo, pues se realizaría sin la invitación del gobierno de ese país. En otros casos, como Somalia en 2007, el gobierno solicitó tropas de la Unión Africana para restaurar y proteger la paz. En esta ocasión, existen riesgos importantes, no sólo por la operación militar per se, pero por la posible ilegalidad en la que se incurriría. [1] ¿Cómo se llegó a una decisión tan arriesgada? Para eso, hay que revisar la situación actual en Burundi, y la gravedad de las amenazas que puede traer.
Burundi es un pequeño país de casi diez millones de habitantes, en un territorio del tamaño del Estado de México con Colima. También es uno de los países más pobres del mundo. Durante el siglo XX fue una colonia europea que, con la primera guerra mundial, cambio de manos de los alemanes a los belgas. Tuvo su independencia en 1962, y su historia como país independiente ha estado marcada por conflictos internos, destacando la guerra civil de 1993 a 2005. Esto tiene su raíz en el empleo del relieve étnico del país por parte de los colonizadores. Los mayoritarios hutus y tutsis tuvieron diferentes posiciones sociales durante el tiempo de la colonia belga. Mientras que unos recibieron una posición directiva, afluente, los otros fueron mantenidos como empobrecidos campesinos. El resentimiento, acrecentado por las maniobras políticas de las élites, ha traído décadas de conflictos, y la continua amenaza de masacres.
La crisis actual detonó en abril de este año. Las intenciones del presidente del país, Pierre Nkurunziza, de reelegirse una tercera vez -acto prohibido por la Constitución creada al final de la guerra civil- desató la ira del país. Protestas estallaron, y un intento de golpe de estado fracasó. Más de 240 personas han muerto desde entonces. [2] Tan lejos, la disputa ha sido llevada por los grupos políticos del país (a grosso modo, los leales al presidente y la oposición); el temor es que el conflicto se tiñe de tonos étnicos a la manera que lo hizo en Rwanda. El genocidio de Rwanda de 1994 produjo la muerte de más de 800,000 personas. Mismo que en Burundi, la infamia se cometió entre hutus y tutsis, y los grupos que explotaron sus diferencias para lograr sus metas políticas. Lo que se teme es que en Burundi pueda suceder algo semejante. Las tropas enviadas por la Unión Africana pudieran prevenir una hecatombe comparable. Algunos políticos de oposición han pedido peacekeepers a las Naciones Unidas. [3]
Al momento de escribir (el 24 de diciembre), Nkurunziza rechazó el despliegue de la Union Africana. [4] ¿Qué consecuencias tendrá esta decisión? Si no son mandados los peacekeepers, ¿se corre el riesgo que se degrade la situación de manera que haya el peligro que hayan masivos crímenes contra la humanidad? Los riesgos que escale el conflicto están presentes. El 23 de diciembre se proclamó la formación de un grupo rebelde con la meta exclusiva de deponer al presidente. [5] La promesa de “nunca más”, hecha frente al genocidio de Rwanda, podría ponerse a prueba, pronto.
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3: http://www.reuters.com/article/us-burundi-unrest-idUSKCN0T20ZJ20151113