Prince: Radiografía de un símbolo que luchó contra la música pop #RetratosÍntimos

// Por: Staff

jue 17 junio, 2021

Por: Ernesto Cruz Yáñez

#RetratosÍntimos es una nueva serie de WARP en la cual profundizamos en la psicología de la obra de los artistas más relevantes de la industria musical. En este caso, hablamos del productor y cantautor Prince.

Al igual que muchas otras familias norteamericanas en el verano de 1984, Tipper Gore –esposa del entonces vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore- le compró a su hija de nueve años una copia de Purple Rain, el álbum más famoso de Prince, que para entonces, con apenas unos meses de haber salido al mercado, ya tenía los números suficientes para entrar en la lista de los lanzamientos más exitosos de la historia. 

La ecuación era ésta: Prince,  una niña de 9 años proveniente de la familia de un político de alto rango y una mamá con el firme objetivo de hacer feliz a su hija. ¿Qué podría salir mal?

Tipper Gore adquirió el disco, lo llevó a su casa, lo puso en el estéreo y se sentó junto a su hija para vivir una experiencia inolvidable. Desde los primeros minutos de ‘’Let’s Go Crazy’ sospechó que tal vez no era música adecuada para una niña de esa edad; pero fue hasta ‘’Darling Nikki’’ que se sintió la peor madre del mundo:‘’ I knew a girl named Nikki/Guess, You  could say she was a sex fiend. I met her in a hotel lobby. Masturbating with a magazine’’.

Después de lo que ella considera como uno de los momentos más embarazosos de su vida, se llenó de rabia al pensar que esas canciones estaban llegando a los oídos de “millones de niños y jóvenes sanos que ahora estaban siendo manipulados por la decadencia moral de los artistas pop’”. Prince la había engañado a ella y a otras miles de madres que compraron el disco con la esperanza de recibir a cambio la alegría vibrante de un ser humano en esplendor. 

(Risas de sitcom)

La indignación de Tipper Gore no se detuvo ahí: su relación directa con todas las esposas de la clase política norteamericana la llevaron a impulsar -a través de sus maridos- la creación del Parents Music Resource Center, un comité encargado de vigilar toda la música que se publicaba en ese país con el afán de identificar lo que ellas consideraban ‘’modas vulgares y conductas alarmantes’’ para la sociedad. 

Tal era la urgencia por advertir a los hogares sobre el peligro de estos temas que incluso enlistaron aquellos que, bajo su consideración, eran los 15 tracks más ‘’asquerosos’’ en el Hot 100 de Billboard de esa época: grupo selecto que tenía nombres del tamaño de Black Sabbath, Def Leppard y Madonna. 

Uno   de los episodios más icónicos en la historia de la batalla contra la censura artística concluyó en el ahora famoso sticker PARENTAL ADVISORY EXPLICIT CONTENT, señalización asignada para todo material que incluya contenido sexual, violento, soez, blasfemo o  que promueva el consumo de drogas; y que ahora, curiosamente, es utilizado como ardid publicitario para generar morbo alrededor de un disco o un single.

Purple Rain le dio a Prince dos Grammys, vendió 13 millones de copias durante su primer año de publicación y se mantuvo en el número uno de los charts globales durante 24 semanas. 

El Artista Antes Conocido Como…

 Cuando su oficina en Europa recibió el fax en el que aseguraba que el nombre con el que se le conoció durante más de diez años estaba ‘’muerto’’, su publicista en aquella parte del mundo -Chris Poole- pensó que su cliente finalmente se había vuelto loco. De inmediato se comunicó con la oficina del artista ubicada en Minneapolis para verificar la autenticidad de la información, a lo que la gente de Paisley Park, el epicentro de todas las operaciones, respondió que el comunicado iba muy en serio y que sólo era la manera de externar una inquietud de meses. 

A Jill Willis, vicepresidente operativo de Paisley Park Enterprises, también le preocupó la postura de dicha información. 

Y su apuró estaba justificado: la persona que ahora pedía que se le nombrara como El Artista había expresado esas ideas durante mucho tiempo, mientras el resto de su staff esperaba que sólo fuese otro más de los caprichos creativos que se quedaban en el olvido en cuanto aparecía otra excentricidad; sin embargo, ahora, a falta explicaciones y protocolos, mandó el mismo boletín a toda la prensa especializada y tanto propios como extraños se quedaron sin herramientas para responder. 

De hecho, el compromiso de His Royal Badness con sus propias intenciones fue tal que ni siquiera respondía al llamado de su viejo nombre cuando venía de su círculo más íntimo.

‘’Imagina que de un momento a otro, uno de los tres nombres más exitosos de la década decide que ya no se le puede llamar así. ¿Sabes la cantidad de dinero que puso en juego? Fue prácticamente un suicidio mediático, y la única razón por la que lo pudo llevar a cabo fue porque él es el jefe’’.  -Jill Willis para Rolling Stone.

Un conflicto sistematizado

Precisamente, ese pensamiento sistematizado cuyo enfoque estaba limitado al mundo empresarial impidió que entendieran la construcción de una decisión tan radical. Por un lado, The Artist Formerly Know As Successful (El Artista Anteriormente Conocido Como Exitoso) tomó esta medida como un recurso simbólico para protestar contra el yugo legal bajo el cual estaba sometida su carrera después de renovar su vínculo contractual con Warner Brothers unos años antes. 

Con un catálogo valuado en 100 millones de dólares, la disquera pretendía limitar los lanzamientos de El Artista a la publicación de un álbum cada dos años, sumado a su respectivo ciclo de promoción y conciertos por todo el mundo; postura que contrastaba con los intereses del músico, quien producía el material suficiente para sacar hasta tres discos anuales y que no sentía que todas sus canciones fueran aptas para ser tocadas en vivo. 

El conflicto llegó a un punto sin retorno cuando El Artista Anteriormente Conocido Como… se dio cuenta de que la empresa priorizaba otros estrenos por encima de los suyos, por lo que el originario de Minneapolis buscó una ruptura total del acuerdo con tal de hacer llegar su material más fresco a los oídos del público. 

‘’Él sí tenía la esperanza de que al matar el otro nombre podría trabajar con libertad. Estaba muy decepcionado cuando se dio cuenta del lío en el que estaba metido. Cuando le pregunté si se había asesorado con los abogados de la empresa, me respondió con mucho desdén: <<¿Abogados?? ¿Necesito abogados para hacer lo que me plazca?>> Y sí, los necesitaba’’.  -Chris Poole para CNN

El mundo terminó de entender la narrativa detrás de la modificación de identidad cuando éste arribo a los Brit Awards de 1995 con la palabra ESCLAVO escrita en su cuello. La foto se replicó en todos los tabloides y Warner Brothers respondió con agresividad:

‘’No importa si te cambias el nombre mil veces o si decides no tener ninguno, tus obligaciones legales no desaparecen así como así. De una u otra manera tendrá que cumplir su contrato’’.  -Bob Merlis, vocero de la Warner Bros. Company.

La visión a futuro

Para WB siempre fue un tema de calidad por encima de la cantidad, y al darse cuenta de que su posición ‘’arruinaba’’ su sensibilidad Pop para crear hits que figuraran dentro del mainstream, quisieron demostrar su punto dándole al  El Artista Anteriormente Conocido Como… la libertad de publicar algunas canciones de manera independiente; o lo que es igual, si ningún tipo de apoyo por parte de la disquera. 

Él, al percibir la ruta del futuro, montó su propio sitio web para distribuir algunos experimentos instrumentales dotados de Funk y música tradicional egipcia; así como el single ‘’The Most Beautiful Girl In The World’’, el cual le dio su primer número uno en los rankings británicos y ganancias económicas que, en proporción, le podrían resultar más benéficas que una firma por 100 millones de dólares.

‘’De su catálogo con WB, las utilidades que recibía no superaban los siete centavos de dólar; mientras que sus lanzamientos independientes le daban hasta siete dólares por descarga. Sus fans lo acompañarían a todas partes y eso le dio la confianza para creer que podía hacerlo sin una transnacional que lo respaldase’’. -Chris Poole para CNN

En realidad, para El Artista la victoria no tenía nada qué ver con dinero ni con récords de venta ni con el poder marketizable de su nombre; sino con poner sobre la mesa aquello que él consideraba como lo más importante: la música. Incluso con un equipo detrás que podría delimitar hasta la última decisión y el más mínimo de los detalles, su intención era despersonalizar el arte por completo: que no sea relevante el rostro que se erige y en lugar de eso, sólo se considere su obra y su visión. 

Finalmente, después de casi una década de guerra sin cuartel, el contrato entre Warner Chapell y El Artista Antes Conocido Como… finalizó el 31 de diciembre de 1999; y con la llegada de un nuevo milenio, un nuevo siglo y un nuevo año, aprovechó la primera oportunidad para hacérselo saber al mundo: Prince estaba de vuelta y no se iría nunca más. 

DIRTY MIND

Prince Roger Nelson llegó al mundo  el 7 de junio de 1958 en Mineápolis, Minesota. De padre multinstrumentista y mamá cantante, nació contratenor, y desde siempre, todo se ha tratado de la música.

Por eso resulta curiosa la narrativa que ha intentado construir su entorno y la historia oficial respecto a una personalidad exuberante, típica de otros genios de su talante como David Bowie o Elton John. Que si era homosexual, que si era bi, que si sólo dormía cuatro horas, que si desechaba material de manera compulsiva, que si tenía un ego tiránico…

No debería sorprender a nadie que, con el tiempo, cerrara su cúpula de colaboradores y volvió la labor de entrevistarle en una tarea casi épica. Por eso las pocas que ofreció a partir de la salida de Purple Rain son consideradas como hitos de la farándula. 

La de Larry King pero sobre todo aquella en la que platicó con Chris Rock se volvieron parte de su legado, no sólo porque ambas representan la interacción de monstruos de la cultura popular, sino también por la fluidez y la franqueza en la que se intercambian puntos de vista para, precisamente, diseccionar la mente de alguien que, contrario a las leyendas urbanas, siempre fue mesurado y agradecido por el don de tocar como sólo el podía.

En esa charla para VH1, el comediante afroamericano Chris Rock, quien estaba en uno de sus primeros grandes momentos como estelar del circuito de stand up de Nueva York, presumió su envidiable  capacidad para hacer sentir a la gente en confianza. Sin morbo ni interés por exhibir a su entrevistado, hizo referencia a la figura queer que caracterizó a Prince en sus primeros años de trabajo; así como al símbolo impronunciable con el que realmente quería ser conocido en la época del “Artista Antes Conocido Como…” y que materializa la idea de hombre y mujer como un solo ente de género:

-Esa apariencia androgina… ¿Era un acto o realmente estabas en búsqueda de tu identidad?

-Esa es una muy buena pregunta. La verdad creo que no estaba buscando nada, solo era yo siendo quien soy… Siendo el geminis que soy… Y bueno, hay muchos niveles para explorar lo que soy. Obviamente había un poco de acto en eso porque subirme a un escenario es a lo que me dedico.

La música como un hábitat natural

Prince sólo quería tocar, por eso nada importó cuando se subió a presentarse en pleno aguacero para el espectáculo de medio tiempo del Superbowl en 2007; y tampoco importaron las fallas logísticas de la noche en que decidió dar tres conciertos, uno tras otro en menos de 8 horas  para promocionar su nuevo material. 

Ahí encontró el camino para seguir comunicándose con su público sin intermediarios, y fue cuando sus famosos after shows, fiestas de piano y guitarra encabezadas por él mismo, se volvieron el evento más codiciado. Podían dar las 5 de la mañana y él no soltaba los instrumentos. A veces eran sus hits o  covers de Jimi Hendrix y Carole King, o a veces sólo tocaba piezas instrumentales complejas para armonizar su diálogo con la gente. 

Prince falleció el 21 de abril de 2016 debido a una sobredosis accidental de fentanilo. Le faltaban un par de meses para cumplir 58.