//Por: Leonel Hernández
Uno, reconocido muralista mexicano; el otro, padre del movimiento cubista. Con tales consideraciones, pareciera que la relación entre Pablo Picasso y Diego Rivera es diametralmente opuesta; sin embargo, una comunión que sólo podría sacarse de un retrato imaginario se vuelve realidad en la exposición Picasso y Rivera: conversaciones a través del tiempo que llega al Museo del Palacio de Bellas Artes, y que permanecerá abierta al público hasta el próximo 10 de septiembre.
Su interés en temas comunes a través de sus obras y cartas personales es lo que apreciamos en la interesantísima muestra, la cual es detallada para WARP Magazine por Julio Rivas, Gestor Cultural e investigador en el Museo del Palacio de Bellas Artes.
– ¿De dónde surge la idea y cómo fue el proceso de curaduría de esta exposición?
«Todo se derivó de una afortunada casualidad. Sucedió que Michael Govan, director del Los Angeles County Museum of Art (LACMA), y uno de los integrantes del equipo curatorial de la exposición conversaban con Diana Magaloni (miembro también del equipo curatorial) sobre la forma en que Diego Rivera, de manera paralela a Picasso, había recurrido a la escultura azteca como fuente de inspiración para su obra, expresando su intención de realizar una investigación profunda sobre el tema. Por su lado, Miguel Fernández Félix, director del Museo del Palacio de Bellas Artes, fomentaba también una investigación sobre los nexos entre Picasso y Rivera a partir de la correspondencia que el segundo tuvo con el primero y de la obra de Rivera que Picasso guardó en su colección personal. De este modo, todos por caminos distintos, se interesaban en el mismo tema y en una ocasión, compartiendo proyectos, decidieron aprovechar la oportunidad de trabajar juntos por un espíritu de colaboración internacional».
– ¿Qué paralelismos artísticos existen entre ambos artistas?
«Los paralelismos se dan desde el principio de su formación. Ambos entraron a sus respectivas academias de bellas artes (Picasso en Málaga y Rivera en la Ciudad de México) a una edad temprana; ambos tienen un acercamiento con el cubismo, Picasso como fundador y Rivera como exponente, al emplear una rica paleta de colores y referencias iconográficas a objetos tradicionalmente mexicanos, y los dos inician una revaloración del pasado artístico, usando los cánones estéticos planteados por griegos, etruscos y romanos, en el caso de Picasso, y las antiguas culturas prehispánicas mexicanas, en el de Rivera».
– ¿Cómo podría describirse la relación Rivera-Picasso?
«Podría decirse que es bastante significativa, ya que hay registros de correspondencia de Rivera a Picasso en 1949 y 1957, y al menos en una de las cartas se refiere al pintor español de una forma familiar y muy cercana. Por otra parte, de acuerdo con los biógrafos de Rivera, existía un muy claro respeto profesional entre ambos, y es muy probable que aquellos debates sobre el cubismo en los que ambos invertían varias horas de la noche hayan producido alguna influencia mutua en sus obras».
– Además de obras pictóricas, ¿qué incluye la muestra?
«La exposición cuenta con una selección de fotografías de los pintores frente a sus obras tomadas por los propios artistas, además de una serie de cartas que dan fe de su relación posterior a la separación de 1915. También se encuentra una serie de esculturas y objetos de la Antigüedad Clásica y Mesoamérica que evidencian la forma en que Picasso y Rivera retomaron los rasgos de esas culturas y los reinterpretaron en su obra.»