Hoy es el quinto aniversario del último álbum de David Bowie, Blackstar (2020), una de las figuras musicales que más otorgó a la cultura pop gracias a su talento como visionario. Tras su fallecimiento, el mundo se ha convertido en uno de grandes paredes y millones de personas sin hogar, creando una gran necesidad de figuras como él. Nos urge alguien que siempre nos muestre que el futuro está en el juntarse con otros a colaborar, recibir con los brazos abiertos a los creativos de cualquier parte del mundo, darles una gran ventana y enriquecerse con ellos, tanto en el aspecto laboral, como en el aspecto espiritual.
Estas fotografías de César Vera nos revelan ese lado del aclamado autor de mundos protagonizados por un astronauta perdido en el espacio y un extraterrestre cuya raza fue exterminada, integrando exploraciones pop a géneros experimentales procedentes de Alemania o de África. Uno de los mejores narradores que ha tenido la industria de la música, el cual iluminó con su luz a todo quien se acercara a colaborar con él. Incluyendo al fotógrafo.
No es ningún secreto que el hombre conocido bajo los alías de Thin White Duke, Ziggy Stardust o Mayor Tom, logró tal éxito debido a que logró juntarse con la gente adecuada. El trabajo de producción de Tony Visconti a lo largo de toda su carrera, las grabaciones experimentales de Brian Eno en la trilogía de Berlín, las guitarras de Mick Ronson que le dieron ese tono espacial a Ziggy Stardust and The Spiders From Mars, los teclados jazzísticos de Mike Garson en Aladdin Sane, y docenas de personajes más al mando de una visión única.
Bowie trabajaba con conceptos, cosa que perdió poco a poco a lo largo de los años 80, centrándose en las colaboraciones pop. Cambiando su misión de experimentar con géneros mayoritariamente desconocidos para el público popular, como el kraut-rock o el jazz-fusión, a hacerlo con los líderes de éxitos del new-wave y el synth-pop.
Fue una década de decadencia para la ambición de Bowie, aunque el talento siempre estuvo ahí presente. Diez años en los cuales obtuvo un gran éxito comercial y nos dejó con varios de los mejores discos pop de la historia, mismos que siguen atesorando sus seguidores y que seguirán siendo punto de conversación por décadas por venir, aunque no tuvieron un concepto mayor. Pero, eso estaba por cambiar.
El 31 de mayo de 1989, Bowie presentó su primer proyecto musical alejado de su propio nombre. Un cuarteto de rock llamado Tin Machine, el cual fue bellamente retratado por Vera en su año de fundación y que hizo su debut en un directo dentro de los International Music Awards de la ciudad de Nueva York, Estados Unidos. Un proyecto en el cual se unió con Reeves Gabrels en las guitarras, Tony Fox Sales en el bajo y Hunt Sales en los tambores con la intención de “hacer el tipo de música que disfruto escuchar y para rejuvenecerme artísticamente”.
Todo inició cuando dio por finalizado el Glass Spider Tour, dejando a los críticos poco impresionados. Se ha dicho que Bowie sabía de la poca fe que los expertos tenían en él en aquel punto de su carrera y por ello empezó a colaborar con Reeves Gabrels, recuperando su sensibilidad experimental con un hombre a quien llamó porque necesitaba “a alguien que pueda hacer una combinación de Beck, Hendrix, Belew y Fripp para que cuando deje de cantar, pueda tomar la pelota y hacer algo completamente distinto con ella, así cuando me la regrese ya no será la misma pelota”.
Era obvio que tras tres décadas de carrera, era difícil para Bowie el presentar una nueva cara de su música. El señor camaleón era lo suficientemente reconocido para que él mismo sintiera la libertad de hacer lo que quisiera, pero con un nuevo nombre las cosas se tornaron distintas. La banda tocó durante cuatro años, haciendo música claustrofóbica, centrada en sus potentes guitarras, con un sonido denso y espeso que impregnó nuevamente el sentir futurista que el cantautor había perdido por varios años.
Tin Machine fue como si los Spiders From Mars, glamurosos y brillantes, hubieran resucitado en medio de la adultez. Mucho antes de que las bandas de rock empezaran a vestir de traje y a llevar un porte elegante, limpio, David Bowie y su banda, conformada por exintegrantes de Iggy Pop y Runt, mostraron que lo pesado también podía tener porte. Que la elegancia no tenía por qué estar peleada con la contracultura.
Se ha dicho que durante la primera presentación del proyecto, una persona gritó “ese es David Bowie”, y otro le contestó “no puede ser David Bowie, tiene una barba”. Mostrando que no sólo fue un paso hacia la re-invención para el artista en su fase musical, si no también hasta dentro de su propio físico.
David Bowie volvió a su mundo de fantasía, dejando a un lado los extravagantes trajes llenos de lentejuelas para llevar un nuevo tipo de disfraz y con camisa blanca y corbata negra marchó una vez más al centro de la vanguardia. Es un mundo dirigido por computadoras y los hombres detrás de ellas, tan temible como Diamond Dogs, inspirado en la novela 1984 de George Orwell, pero en la época del nacimiento de la Internet. “The zombies that I pass, the guy that beats his baby up, the preachers and their past”, es una analogía al nacimiento de una nueva religión, más autoritaria, más austera, relatada en la letra del tema homónimo al disco, una máquina de hojalata.
“Make some new computer thing, that puts on the moon not this psycho time bomb planet poised to meet its maker shake a leg”, canta con movimientos robóticos dentro de la grabación de sus conciertos por Estados Unidos, elegantes, pero inhumanos. Es Bowie nuevamente diciéndonos a qué es a lo que debemos de temer en el futuro.
Algo interesante es que a partir de este disco nunca dejó a un lado a la tecnología como uno de sus mejores aliados. Fue la primera figura pública en tener una página de Internet, con el lanzamiento de BowieNet en 1998 y creó el soundtrack para la primera aventura gráfica en 3D de Eidos Interactive, quienes ahora son una de las desarrolladoras más aclamadas de la industria de los videojuegos, The Nomad Soul en el 2000. Además, fue uno de los primeros artistas en comercializar su música vía web en el lanzamiento de Heathen en el 2002 y, en general, fue una persona increíblemente activa dentro del mundo web, incluso hay historias increíbles respecto a cómo se metía a foros de sus propios fans para contestar de forma anónima a sus preguntas.
Sin embargo, no sólo fue visionario respecto a su temática central. También llegó en un punto en el cual apenas se estaba formando el grunge en la ciudad de Seattle, Nirvana empezaba a promocionar su primer disco de estudio en pequeños bares, Alice in Chains cambiaba su naturaleza glam a uno de los sonidos más representativos del metal alternativo y Bowie con Tin Machine se adelantó a su llegada dentro del mainstream con un disco ruidoso, con pinceladas de la auto-humillación que distinguen a las letras de estas bandas, lleno de disonancias, influido por el noise-rock y la cercanía que tenía la agrupación con Iggy Pop.
La banda fue bastante controversial gracias a sus canciones agresivas, con temas políticos descritos de forma directa y líricas que de vez en cuando critican fuertemente a las mayores instituciones religiosas del mundo en canciones como ‘Under The God’, el cual dice textualmente “washington heads in the toilet bowl, don’t see supremicist hate”. Una frase que podría representar al actual estado de los Estados Unidos sin ningún problema.
Aunque, la mayor cualidad de Tin Machine es que gracias a este proyecto, David Bowie volvió a encontrar lo que mejor sabe hacer, colaborar. Haciéndolo de una forma mucho más desinteresada que antes. Ahora, cada miembro de su banda tenía su propio nombre y era importante en el primer plano para que sus dos discos funcionaran como tenían que hacerlo.
Lamentablemente, el minimalismo futurista de Tin Machine se vio estrangulado en 1992, tras docenas de conciertos en los cuales el público pidió a la agrupación que interpretara a los grandes éxitos de David Bowie. La fama de su líder terminó por corromper la idea principal y al final, al vocalista ya no le servía para ocultarse. La gente siempre esperaría de él lo que ya conocían, pero a partir de ese momento ya no lo importó más.
“Para bien o para mal, el proyecto me ayudo en recuperar la visión de lo que me gustaba y no me gustaba de ser un artista. Me ayudó a recuperarme y siento que cambió mi viaje artístico, hizo que empezara a trabajar con mi propio criterio nuevamente”, declaró en 1996 el cantante, volteando a ver la repercusión que tuvo en él mismo su trabajo dentro de la banda.
Sus siguientes discos fueron más aventurados, volteó una vez más a la juventud. Empezó a salir con miembros de Pixies, para después empezar a colaborar con Trent Reznor de Nine Inch Nails, intercambió palabras con Placebo y al finalizar se vio fuertemente inspirado por los agresivos beats de Death Grips y por la fusión jazz-hip-hop de Kendrick Lamar. Él se despidió como una gran estrella negra, única, que siempre se autodefinió por la colaboración y el compartimiento de ideas para innovar.
Hoy esa estrella tiene que brillar más que nunca y la misma se deja ver dentro de esta colección fotográfica de César Vera, una serie inédita que pertenece al tour book de Tin Machine. Algunas de las cuales se utilizaron como portadas de sencillos o en posters promocionales. Su elegancia, agresividad y el futurismo minimalista de Tin Machine están bien concentrados en estas imágenes, mismas que nos dejan ver la luz de Bowie.