A los mexicanos en general, pero a la generación más joven en particular, les parece irrelevante el uso correcto del idioma español, eso es evidente con tan solo navegar unos minutos por Facebook o Twitter, es por ello que cada vez con mayor frecuencia encontramos en redes sociales publicaciones infames donde la ortografía, la redacción correcta y el estilo no importan absolutamente nada.
Las palabras se mutilan, las haches desaparecen, los acentos no existen y básicamente se comunican textos ininteligibles que sorprenden por su aberración recurrente.
Esto incluso tiene ya un nombre y se ha estudiado como un fenómeno preocupante bajo el concepto de “norma disortográfica en la escritura digital”.
Se entiende por supuesto que la velocidad del ritmo de vida y los hábitos de consumo de contenidos obligan a muchos a recurrir a abreviaturas, buscando escribir y enviar mensajes más rápidamente, de ahí que expresiones como NTP (No Te Preocupes), LOL (Lot Of Laughs), BRB (Be Right Back), WTF? (What The Fuck?) o TQM (Te Quiero Mucho) se vuelvan cada vez más utilizadas en el mundo digital, algunas de estas composiciones de letras se han convertido incluso en una especie de “código millenial” para compartir información que no quieren que nadie más descifre.
Pero eso no es pretexto para literalmente destrozar el idioma a placer y sin tapujos.
La lengua española o idioma castellano es uno de los más bellos del mundo y también de los más complejos, se puede notar por ejemplo que es mucho más fácil para alguien que habla español aprender a hablar y escribir bien en inglés, mientras que para un angloparlante es mucho más complicado hablar español a la perfección.
La cantidad de sinónimos, antónimos y reglas gramaticales que obedecer es tan grande que utilizarlos correctamente para cada situación no es sencillo.
Si a eso agregamos que nosotros más que español hablamos mexicano, una adaptación del castellano, que además se tropicaliza en cada región del país, esto se vuelve aún más complejo.
En Monterrey o Yucatán, en Guadalajara o la CDMX y en cualquier región de nuestro territorio nuevas palabras y conceptos se integran a la lengua de uso cotidiano como parte de la transformación de la cultura popular, incluso en barrios distintos el lenguaje cambia, de Tepito a Coyoacán o de Iztapalapa a la Condesa, cada quien dota de una personalidad distinta a su uso del idioma.
Sin embargo, el respeto a las normas del español como tal es una especie en extinción, sobre todo en la realidad virtual en la que habitamos todos los días.
El español es el segundo idioma hablado por más personas en el mundo, que lo tienen como lengua materna solo después del chino mandarín (si consideramos que China tiene mil 300 millones de habitantes esto tiene sentido), se calcula que son 567 millones de individuos los que hablamos castellano todos los días.
Por si fuera poco México, con sus casi 128 millones de habitantes, es el país del mundo que contribuye en mayor medida al habla del idioma español. Significativamente, el segundo país donde se habla más español en el mundo es un territorio donde el castellano no es lengua oficial: Estados Unidos.
Además, es uno de los idiomas más antiguos, compartiendo sus orígenes con el griego y otras lenguas de uso histórico.
Por todas estas razones amar nuestra lengua y respetarla se vuelve una obligación moral y ética ineludible que debería ser la norma cotidiana siempre que hablamos y escribimos.
Sencillamente no es divertido escribir sin respeto a las reglas de uso del idioma, no está cool escribir con faltas de ortografía, por el contrario, eso demuestra no solo una absoluta falta de clase y sentido común, sino que además es una falta de respeto para quienes nos leen, no importa si lo hacen en un post de Facebook o en un documento de trabajo o en un ensayo de tarea, escribir correctamente debe ser un hábito que se alimente y se practique todos los días.
No es un afán purista, es entender EL PODER DE LA PALABRA y saber usar ese poder de la mejor manera posible para comunicar lo que queremos y lo que sentimos.
Será muy gratificante si una sola persona o mil al leer este artículo toman conciencia del problema que éste fenómeno implica y mejora la calidad de su comunicación, habrá otros que solo dirán “baia baia” y harán caso omiso, pero a estos últimos el karma se los cobrará algún día dándoles hijos que les escriban “ola papy ola k ase”.
Usemos bien nuestro idioma, que sin duda es uno de los elementos más importantes de nuestra identidad y además es maravilloso.