Nunca regresamos a la Luna, el futuro de la industria espacial

// Por: Diego Galán

mar 16 julio, 2019

En el marco de los 50 años del alunizaje, observamos algunos de los desprendimientos culturales y sociales del evento que cambió a la humanidad. Música, diseño y tecnología en su enfoque particular.

Hay dos lentes por los cuales observar el estado actual de la industria espacial. El de la institución pública y el de la privada.

Actualmente se habla con gran ímpetu de la industria privada como la rehabilitadora de los proyectos espaciales. Antes de la llegada de empresas como SpaceX, era impensable una organización privada desempeñando con tal seriedad en esta industria. Turismo y colonización, se sentían casi conceptos tabú siendo abordados de manera tan aparentemente casual y carismática.

Mientras estos proyectos aparecieron, la NASA, el programa más importante, histórico y reconocido del mundo parecía estático, en letargo. Contrastado por la iniciativa privada, la reacción pública era de desconcierto. 

La pregunta fundamental en medio de todo esto ¿Por qué nunca regresamos a la luna?

Urgencia política

La realidad es que lo que circula los programas espaciales, especialmente tripulados, sean viajes o exploraciones, habitan en un ecosistema socio-político completamente diferente al que vivió el Apolo 11. 

Quizá una tormenta perfecta. Describimos aquí la historia del traje espacial de Neil Armstrong la cual evidencia cómo se resolvieron muchos de los problemas alrededor de este proyecto. No puramente del desempeño tecnológico o la innovación, sino de la inventiva habilitada por la urgencia. Está catalizado por la presión de la carrera espacial en el marco histórico de la Guerra Fría. 

Posterior al alunizaje y en camino al fin de la Guerra Fría, el rol de la NASA había cambiado completamente. Su necesidad no era urgente y sus proyectos inmensurablemente caros como para los conflictos sociales internos y externos a administrar en los Estados Unidos.

Esto sumado a administraciones menos interesadas en las iniciativas, además de un letargo sistemático a los recursos presupuestarios y una completa falta de urgencia, dejaron a la NASA capaz, pero limitada. Viviendo más de su reputación y mitología. 

Mitología Apolo

Así nos acercamos a hablar de la actualidad. Hoy la realidad es que la NASA hace más de lo que pensamos, especialmente en buscar habilitar su fundamental misión de viaje e indagación espacial.

La NASA se ve involucrada año con año con una serie de proyectos, competencias y actividades desarrolladas alrededor de la gestión de talento, el intercambio de conocimiento y procurar que haya gente involucrada en sus iniciativas.

Además de esto ha manejado su presupuesto de manera más inteligente, como con una fuerte inversión precisamente en el sector privado, financiando proyectos como Blue Origin y Space X. Al mismo tiempo, en proyectos propios como el del Cohete SLS, han lograda apalancarse de sus comunidades locales, que empujan legislaciones a su favor.

Si bien el presupuesto es lejano, la disponibilidad de personal limitada y las necesidades no primordiales, la NASA trabaja en la oscuridad por su visión, aunque aún esté arraigada en la mitología del Apolo.

Turismo Espacial

Por otro lado, es justo preguntarse qué hace la iniciativa privada. Parece que el enfoque más obvio de esta industria es revivir los programas espaciales, de manera rentable.

De un par de años para acá, estos proyectos han creado una dinámica de propuesta y abandono. Aunque la mayoría de estos suenan emocionantes y de suma relevancia, parece que su lanzamiento es adelantado por un fin mediático, tal vez uno esperanzador, pero no siempre realisticamente ejecutable. 

Hoy Blue Origin, de Jeff Bezos pretende democratizar el viaje espacial. Además de su potencial cápsula para el alunizaje, se enfocan en los viajes turísticos y sub-orbitales, en donde un viaje de 11 minutos promete dar una experiencia de cero gravedad y vista la tierra. Todo por $18,000 dólares el minuto. 

Virgin Galactic había anunciado turismo tripulado en nave espacial, casi reminiscente a una avioneta. SpaceX, por su parte anuncia turismo, cohetes reusables, tecnologías y a largo plazo, la colonización de Marte.

Todos estos ejercicios desprenden casi de una necedad por garantizar una industria, no por hacerla una realidad en lo contemporáneo. Las aspiraciones filosóficas de Elon Musk por volver a hacer el espacio sexy y cool.

Infraestructura

Entre estas dos industrias, existe la perspectiva ingenieril, la visión científica. Esta califica a los esfuerzos de relevantes, pero también nos ayuda a entender sus propias consecuencias. Las últimas dos décadas, todo esfuerzo espacial había sido enfocado a la órbita más cercana, al ser la más barata. 

El problema fundamental de la infraestructura espacial que existe actualmente, de la estación espacial y la exploración tripulada, está en que hay pocos lugares a donde llegar y el costo para el objetivo, incierto y gigante.

Garantizar por el hacer. La realidad del turismo espacial es ligeramente vulgar frente a las aspiraciones científicas del Apolo 11, pero son un vehículo indispensable en solucionar la industria especial.

Usando la aceleración exponencial de las tecnologías, las comunidades abiertas de trabajo, la liquidez del turismo espacial y una infancia en esta industria privada, se puede crear un negocio sin urgencia. Así la posibilidad de un futuro espacial.