El trio de londinenses Kerala Dust volvió a México para presentar su live-act como uno de los shows más celebrados de la cuarta edición del Guadalupe Valley Wine, Food and Music Festival. El proyecto liderado por Edmund Kenny logró hacer bailar a todos los presentes gracias a su mezcla experimental de instrumentaciones de música electrónica bailable sobre composiciones con estructuras divergentes, entre melodías pop, y rompimientos que rayan en el jazz.
Su fin es “romper la barrera que divide a la música electrónica de la composición tradicional gracias a sus influencias que van de Tom Waits y Talking Heads a Abdulla Rashim”. Un objetivo similar a aquel de agrupaciones como Django Django, con su idea de mezclas elementos disruptivos de tinte electrónico experimental dentro de sus canciones pop; o el de la agrupación alemana The Notwist, con sus canciones pop con puentes instrumentales que caen en el acid-house. Sin embargo, el material Francesca’s Frames (2018) logra entregar algo distinto en sus tres cortes.
Desde el sello discográfico Ouie de Berlin, Alemania, dirigido por el ex-miembro de The Notwist, Acid Pauli, llegó este material de tres canciones inéditas a mediados del 2018. Un material que llevó a nuevos niveles a los jóvenes de Kerala Dust gracias a su impecable producción e innovación dentro de su mezcla de estilos.
En ‘Maria’, el grupo se divierte con una base instrumental compleja que juega entre una caja de ritmos, aplausos, bongoes y maderas. Es un techno que juega con instrumentos orgánicos por momentos, el cual narra la historia de una chica seductora que llevó al protagonista a la obsesión romántica. La pieza se desarrolla a lo largo de casi seis minutos con intrincados rompimientos armónicos, up-tempos, y puentes instrumentales brillantes. Los elementos se conjugan para romper con el protagonismo electrónico y presentar un puente de guitarra más trip-hopero, acompañado por sintetizadores atmosféricos y una linda melodía a piano.
Por otro lado, ‘Nyla’ es una pieza de poco menos de 10 minutos de largo. Una canción enérgica que por momentos recuerda a las piezas de big-beat más largas de finales de la década de los años ochenta. Se trata de un track pausado que toma su tiempo para desenvolver cada uno de sus elementos, entre los cuales se encuentran siete patrones rítmicos distintos.
Para finalizar, el tercer track titulado ‘Wires’ es una pieza interesante que encuentra a su protagonista en una melodía a piano, reminiscente del romanticismo de Erik Satie, que suena al ritmo de tres patrones rítmicos distintos de una caja de ritmos, una pequeña batería de bongo y platillo sencillo, y aplausos. En sus intermedios se mete un saxofón muy interesante para finalizar con la generación de un track que rompe con todas las expectativas.