Es evidente. Nos hacemos tatuajes porque nos gustan, se ven bien y nos evocan recuerdos importantes. Son bonitos (para nosotros, la opinión de los demás es aparte) y decoran la piel a nuestra manera. Pero, ¿qué tal si además de aportar estética, también fueran funcionales?
Ahí es donde entra DermalAbyss y su novedosa propuesta. Todo comenzó como un proyecto entre investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), en colaboración con un equipo paralelo en la Facultad de Medicina de Harvard.
Básicamente, la premisa de DermalAbyss sugiere un diseño “interactivo”, en el cual la tinta del tatuaje sea reemplazada con biosensores que cambien de color dependiendo del fluido intersticial en el cuerpo. De este modo, el “bio-tatuaje” se vuelve un medio para detectar características corporales específicas, como el pH del individuo o sus niveles de sodio y glucosa en la sangre.
Como mencioné previamente, esto sólo es el resultado de una investigación científica en curso, y no implica que ya se vaya a comercializar dicho hallazgo; los investigadores han encontrado varias áreas de mejora que podrían ampliar y mejorar el uso de este invento.
Pero, por un momento, pensemos en la infinidad de aplicaciones que podría tener un tatuaje como éste. Haciendo a un lado el tema de estética o prejuicios, es una modalidad bastante práctica para una persona que vive con diabetes; además de facilitar sus mediciones de glucosa, ¡tendría un tatuaje! Sin duda alguna, una enfermedad tan común en países como el nuestro podría ver uso en tecnología como esta. ¿Qué opinan?