La semilla de Zuaraz, una Bugambilia por el futuro del folclor latinoamericano #BandsYouNeedToKnow

// Por: Oscar Adame

lun 12 abril, 2021

En esta sección nos sumergimos a la mente detrás de nuestros proyectos emergentes favoritos. Sean nacionales o internacionales, los músicos nos cuentan sus razones para hacer arte. En esta ocasión, el trío Zuaraz.

Lugar de Origen de Zuaraz: Ciudad de México, México
Año de Fundación: 2019
Miembros: Santiago Hernández, Xoán Domínguez y Sebastián Hernández

“Como de costumbre, los hermanos Santiago y Sebastián Hernández se encontraban paseando a través de las calles de Coyoacán, Ciudad de México, agarrados de la mano. Era una mañana cálida y ambos se encontraban muy felices al respecto. Con los ojos bien abiertos, para ver toda la belleza que se encontraba a su alrededor. Casas clásicas, edificios modernos y una bolsa de semillas en el suelo. -¿Qué es esto?-, se preguntó Santiago. –No lo sé, pero tenemos que plantarlo-, le contestó su hermano.

En el camino, se les atravesó su compañero de banda Xoán Domínguez, quien los vio con atención. –Hey, ¿a dónde van?-, les preguntó. Ellos no sabían qué contestarle, solo sabían que querían plantarlas en un lugar especial. Así que platicaron, observaron las semillas y notaron que eran tres. Una para cada uno. Tres destinos especiales y una tarea para cada integrante de Zuaraz.

Santi eligió la Colonia del Valle, México. Sebastián se decidió por Minatitlán, Veracruz, y Xoán, tras consumir tanto anime de luchas y mujeres sensuales, aprovechó la oportunidad para cumplir su sueño de viajar a Japón. –Es una locura, yo me tardaré dos horas y ustedes plantarán su semilla en días, con suerte-, declaró Santiago ante la mirada triste de sus hermanos de sangre y alma. No lo resistió. –Bueno, no hay problema, los esperaré un rato, no me pasará nada-. Emocionados, empezaron de inmediato a trabajar en sus viajes.

Sebastián y Xoán tomaron el mismo avión, uno en el cual se encontraban muchas personas extravagantes. Las veían con cuidado mientras Santiago, en el suelo, caminaba a través de la Ciudad de México, rumbo a la Colonia del Valle. Llegó a la esquina del lugar elegido y un anciano se le acercó. -¿Qué traes ahí, son de bugambilia?-. Él se sacó mucho de onda, pero le respondió que sí, sin saberlo realmente. El sabio le contestó –aguas hermano, es una flor maravillosa, se pueden hacer tés con ella, pero también le salen espinas y si la vas a plantar ahorita y no eliges un buen lugar, puedes lastimarte, cuídala bien-.

Santiago sintió que ahí estaba la respuesta de todo, lo vio con claridad y decidió hacerlo con amor. –Vayan por el camino de la luz-, les escribió a sus hermanos, con las reglas que había aprendido. Sin embargo, ellos no tenían cobertura en el avión. Santi se puso nervioso, se preguntaba -¿por qué no me contestan si siempre lo hacen de inmediato?–. Podía parecer exagerado, pero tenía razones de sobra para preocuparse. Cada quién sembró las semillas como pudo, como quiso.

Fueron 24 horas de tiempo de siembra y aunque no siguieron sus reglas, todas crecieron como flores muy bellas. Tras unos días, se reunieron y se dieron cuenta de que independientemente del lugar, la situación y el enojo pasado, lo importante fue el viaje de cada uno de ellos. Emocionados, celebraron por aquellas bugambilias que lograron florecer”.

Todo remite a la familia

Esta es una historia que escribimos con ayuda de los hermanos Santiago y Sebastián Hernández, mexicanos radicados en Madrid, España, que empezaron a tocar música como una forma de amenizar las reuniones familiares de sus abuelos en Minatitlán, Veracruz. Largas noches que pasaron sentados delante de la mesa, tocando la guitarra, cantando y aplaudiendo al ritmo de clásicos del bolero, el son jarocho, el son cubano, la trova y la música ranchera.

Impulsados por el amor a su familia y la música que ellos les inculcaron, desde pequeños empezaron a desarrollarse como artistas. Su titulación está presente en su primer trabajo discográfico, el álbum debut de su proyecto Zuaraz que llegó el pasado 21 de enero bajo el nombre de Bugambilia (2021). Un material íntimo que fusiona las expresiones tradicionales con una sensibilidad pop moderna. Un repaso sincero del pasado a través de los oídos de las nuevas generaciones.

Es un material regido en “la nostalgia y en nuestra familia. Somos güeyes de veinte años que escuchan la música contemporánea, pero que traemos en la sangre la música que nos enseñaron nuestros abuelos, nuestras abuelas, nuestros padres y nuestras madres”, afirmó Sebastián, agregando que fueron muy afortunados porque “siempre había música, con nuestros jefes y nuestros abuelos, muy variada. Por eso logramos absorber tantas cosas y escupirla en nuestra forma de ser”.

Por su parte, su hermano afirmó que “somos personas nostálgicas que solemos sacar muchas anécdotas de nuestra infancia, está muy presente la familia”. Para él, “la familia es el gran pilar de nuestra manera de ser y de pensar, por ello está muy presente la figura maternal, la figura paternal y eso se traduce en chispazos como cuestiones literarias, mucha música”. Es por esto que lo que les pidió la piel, el amor por el arte y por los suyos, a la hora de construir un álbum fue pensar en lo que cantaban de niños. “Lo que más nos importaba era transmitir una cercanía, hasta cierto punto, confidente y familiar”.

La construcción del álbum está en instrumentos acústicos, grabados de forma íntima, con micrófonos directos y sin tanto alardeo instrumental o de producción. En su escucha, Zuaraz nos traslada a un pequeño cuarto para ser partícipes de una reunión de amigos en donde una batería, una jarana, una guitarra y tres voces armonizan la platica. “Bailando, gozando, te canto con mi jarana y se me hace de madrugada”, describen entre risas en la segunda pieza del material, ‘La Canícula’. 

Zuaraz

Un proceso colaborativo, entre hermanos

Este no fue un álbum que se diera de un sentón, ni siquiera es un material que se haya materializado durante la pandemia, entre tiempos libres y horas que gastar. Bugambilia lleva años dentro de la cabeza de Santiago Hernández.

“Los temas estaban guardados en un cajón, ya trabajados en su mayoría por mi hermano, pero justo las escuchamos, les dimos vueltas, las trabajamos mucho y le dimos ciertos puntillos para que funcionara entre los tres, no solo en la cabeza de Santi”, afirmó Sebastián, con los ojos bien abiertos. “Las fuimos construyendo juntos en una sobremesa, en una libreta, logramos ese cumplido de construir y deconstruir”, declaró sobre las seis canciones y un intermedio ambiental que construyen a esta experiencia sonora. 

“Son cosas que se trabajaron mucho. Se fue construyendo muy lento, las letras se fueron aderezando poco a poco en un proceso compartido, en un proceso en donde nos dimos la oportunidad de escucharnos”, aclaró Santiago sobre Zuaraz. “Tú piensas que ya está porque de alguna manera estás ensimismado cuando compones y dices –no, pues ya quedó la rola-, hasta que llega a los oídos de alguien más y te da su opinión. En mi caso fue maravillosa porque fue muy amorosa del lado de Sebastián y Xoán. Son dos tipos muy propositivos, fue un ejercicio muy cercano de acompañamiento”, finalizó.

Es por ello que el material se llama Bugambilia (2021), puesto que, como en la historia de las semillas, la composición y grabación de este álbum representó un proceso de amor y cariño por parte de los miembros de Zuaraz. “Es el cultivo, el riego, el cuidado, el cariño a una flor que representa muy bien el florecimiento de este primer álbum”, declaró Santiago sobre este, el debut de sus carreras como músicos.

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