La neutralidad de la red se refiere a permitir la existencia de un internet libre, que toda la gente pueda acceder a todas las páginas que desee. Consiste básicamente en el principio de que los proveedores de acceso a Internet deben dar el mismo trato a todo tipo de contenido, es decir, que este tipo de tráfico no sea objeto de prácticas como discriminación, degradación o priorización.
Esto implica un planteamiento desde muchas perspectivas: desde lo social, que se refiere al derecho a la información o a la libertad de expresión por todos los medios, hasta lo económico. Que en el mundo se consuma, cada vez más, información electrónica implica la necesidad de sostener y expandir el ancho de banda.
Para lograrlo, hay que invertir en toda la infraestructura requerida. De ahí la futura llegada de la 5G, con una mayor capacidad de conexión para sostener, por ejemplo, toda la actividad que derivará del Internet de las Cosas (IoT). Pero esa libertad de internet se ve constantemente amenazada por grupos de interés que se ven afectado por ello. El ejemplo, en este caso, son los gobiernos.
China es la referencia clásica, Xi Ping, su presidente, desde que asumió el poder en 2012 creó una comisión de control de internet, que él mismo encabeza. Lo explicó así “Cada país tiene el derecho a elegir su propio camino de desarrollo cibernético, el modelo de regulación cibernética y las políticas públicas de Internet, y a participar en una gobernanza internacional del ciberespacio en pie de igualdad”.
En otras palabras, el presidente de China quiere pasar de una Internet basada en una red de informática mundial (World Wide Web) a una que opere sobre una red informática nacional.
Este modelo de Internet se superpone con el tecno-nacionalismo chino: los dirigentes chinos creen que tienen que reducir la dependencia de China de las empresas de tecnología de Estados Unidos para garantizar su seguridad nacional.
Pero aunque China representa la visión totalitarista, la tentación de controlar internet está en todos lados. Increíblemente, en Estados Unidos (EU) también se ha manifestado, aunque desde un ángulo corporativo.
En EU, las firmas de telecomunicaciones quieren privilegiar el ancho de banda y la velocidad de transmisión de ciertos contenidos de acuerdo a sus intereses, auspiciado por el mismísimo Donald Trump.
El 11 de junio de 2018, en EU la Comisión Federal de Comunicaciones acabó con una regulación aprobada en 2015 por Barack Obama que protegía la neutralidad de la red, que significa que todos los datos deben transitar de forma imparcial. Y aunque, en teoría, lo que navegamos en la red ya viene sesgado desde esa nación, lo cierto es que estas prácticas son difíciles de detectar porque el proceso es opaco.
Y ese no es el peor ataque a la red neutra en la potencia tecnológica que es la Unión Americana. Apenas el pasado 12 de agosto, Donald Trump dijo que analiza una orden ejecutiva que le daría a la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) la responsabilidad de supervisar la forma en la que las compañías tecnológicas mantienen sus plataformas libres de contenido no deseado.
Aquí entrarían empresas como la red social más grande del mundo, Facebook; el famoso servicio de microblogging, Twitter; y el gran tablero digital, Pinterest; así como Google, Instagram y Snapchat.
Estos son sólo dos ejemplos, pues las presiones en este sentido son mundiales, como lo comenta el estudio Freedom on the Net 2018 (Libertad en la Red 2018) realizado por la ONG estadounidense Freedom House.
En cuanto a México, hasta el día de hoy, la Ley Federal de Telecomunicaciones, en su artículo 145, estipula que las empresas deben proteger la neutralidad de la red. No obstante, el acercamiento que apenas a principio de este 2019 tuvo AMLO con Facebook lo puso en riesgo.
De entrada, AMLO dijo que quería que en México se desarrolle el “internet gratis” en todos los espacios públicos posibles (hospitales, mercados, estaciones de transporte, etc). Así que pensó hacerlo a través de la organización de Facebook para dar “internet gratis” a países en vías de desarrollo, llamada Internet.org.
El problema es que no es gratis: al provenir de Facebook, por ejemplo, esos servidores privilegian la información de ellos (al igual que la del gobierno mexicano) y relegan las de sus competidores y retractores.
No hay tal cosa como un almuerzo gratuito y los magnates en varios países ya se ha prohibido el “internet gratis” porque rompe con las reglas de neutralidad de la red.