Por: Ulises Kentros (@UlisesKentros)
Un día de enero Kim Jong Un mandó un mensaje (presuntamente escrito a mano, en una hoja de papel), que es tiempo de realizar la siguiente prueba nuclear de su régimen. Ésta se realizó el seis de enero, siendo la cuarta prueba en ese país. Minutos después de la explosión, el noticiario oficial declaró que se trató de una bomba de hidrógeno, mucho más potente que las anteriores bombas atómicas. La prueba fue universalmente condenada, incluso por China, su único aliado. ¿Qué sucederá? ¿Qué acciones tomará el mundo? Es pronto para saber, pero para poder abordar estas preguntas, quiero abordar cuál es el contexto en el que se realizó la prueba.
La primera prueba nuclear de Corea del Norte fue en el 2006, con una bomba de fisión. Con base en plutonio, es menos potente que una bomba de fusión, también llamada de hidrógeno. Tener la bomba es la mitad, la otra mitad es tener el medio para entregarla al objetivo. Para esto, los ejércitos han desarrollado tres formas de entrega: por aviones de bombardeo, por submarinos y por silos, disparados desde el suelo. Esto es lo que en Estados Unidos se llama la “triada nuclear”. Hay otras maneras; el temor en la guerra fría era que arribara un barco a un puerto vital, con una carga letal. Corea del Norte ha declarado que tiene la capacidad de disparar misiles desde submarinos, [1] la temible capacidad “de segundo golpe” (poder contraatacar después de recibir un ataque con armas nucleares).
Las relaciones entre los países del noreste de Asia se encuentran en ocasiones tensas, y en flujo. Japón y China compiten por la posesión de las diminutas e inhabitadas islas Senkaku/Diaoyu. Japón y Corea del Sur disputan episodios de la historia de la guerra (en lo que The Economist ha llamado sus “guerras de historia” [2]), también por otras islas en el mar de Japón y el nacionalismo re-emergente de ambos países tiene, entre otras cosas, la característica de envilecer al otro. Corea del Norte y Corea del Sur no han tenido éxito en sus negociaciones, estancadas desde diciembre de 2015. A la vez, Japón realiza importantes cambios en su sector de defensa; China tiene una economía cambiante, una campaña de anti-corrupción y problemas de terrorismo interno; y Corea del Sur ha decidido mejorar sus relaciones con China, a pesar que éste país sea aliado de su rival del norte. Estos son cambios que han sucedido en varios años, y las pruebas nucleares de Corea del Norte han contribuido ha introducir a la región en mayor incertidumbre.
Para el mundo, la prueba nuclear contribuye a una época de renovador temor nuclear. Desde el fin de la guerra fría, liberar a la siguiente generación del temor de la destrucción por armas nucleares ha sido una meta y sueño de la generación que vivió bajo la amenaza de la destrucción mutua. Mas, el nuevo peligro nuclear ya no es por la posible destrucción mutua durante la Guerra Fría. En esta ocasión, el peligro es más bien la proliferación de armas nucleares, almacenadas en o transportadas por regiones inestables, o inscritas en competencias geopolíticas. Las condiciones adversas son ideales para el escenario de pesadilla: que un arma nuclear caiga en manos de terroristas, con la intención y los medios para detonarla en alguna gran ciudad, produciendo miles, o millones, de muertes. Además, aquellos que son dueños de las armas, pueden llegar a tener incentivos para usarlas. El conflicto entre India y Pakistán, la rivalidad entre India y China, el nuevo choque entre Rusia y la OTAN, el presunto arsenal de Israel, y el arsenal de Corea del Norte, país “renegado”, son algunos de los escenarios en los que conflictos entre países tienen que contemplar que ambos tienen armas nucleares. Además, cada uno de esos países tiene desafíos de seguridad en los que una respuesta asimétrica (responder con armas nucleares contra una amenaza no nuclear) no es imposible; todos tienen sus arsenales, y no hay señales que querrán cederlos.
Por fortuna, todo eso se encuentra por ahora en el reino de los temores, y en los escritorios de los activistas y funcionarios que se dedican a prevenir la proliferación. La prevención ha funcionado hasta el momento, y debe continuar. Sin embargo, el único país que declara que empleará su creciente arsenal, es Corea del Norte. Hacia la última prueba nuclear, las reacciones en el mundo han sido condenatorias. Las medidas que implementarán se están por conocer; la ONU ya está preparando sanciones económicas. Mientras, Corea del Sur ha retomado su estrategia (sorprendentemente, tuvo un éxito consistente en el pasado) de transmitir propaganda por gigantescas bocinas puestas junto a la frontera. Y sí, tocarán K-Pop. [3]
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1: http://www.economist.com/blogs/graphicdetail/2016/01/kim-jong-un-s-hydrogen-bomb
3: http://nymag.com/daily/intelligencer/2016/01/k-pop-to-return-to-north-korean-border.html