Por: Ulises Kentros (@UlisesKentros)
Con la guerra contra Daesh (ISIS), atentados terroristas en Pakistán, la continuación de la guerra en Siria e Irak, es difícil prestar atención a la transición del gobierno en un país generalmente poco conocido. Myanmar (más conocido por su viejo nombre, Birmania o Burma) es, sin embargo, el país más extenso de la península indochina -alrededor de un tercio del territorio de México-, y su población es de cincuenta millones. Por ello, su transición de la presidencia de una dictadura militar a un gobierno democráticamente electo puede tener importantes repercusiones tanto para sus habitantes, como para la región. Abordar la importancia de su elección requerirá dar un vistazo a su presente y pasado.
El 30 de marzo de este año, se realizó la transición de un gobierno militar a uno civil, escogido por la elección realizada el 2015. El partido ganador de las elecciones (declaradas genuinamente “libres” por órganos internacionales), la Liga Nacional para la Democracia (NLD por sus siglas en inglés), partido surgido del efímero “levantamiento 8888” de 1988, ha estado al centro del movimiento por la democratización el gobierno. Éste último, hasta el momento, ha ejercido su poder de manera criminal, con un obscuro historial de violaciones a los derechos humanos y corrupción. La victoria en las urnas ha sido vista como un gran logro de la sociedad civil y la oportunidad de lograr la muy esperada paz. También fue el momento culminante de la serie de reformas que empezaron en 2010 a partir de la amenaza de otro levantamiento popular, que llevó a una nueva constitución (2010) y la sorpresiva disolución de la junta militar y la formación de un parlamento mixto civil-militar (2011).
¿Por qué no hemos oído más de ese país? Su pobreza y subdesarrollo lo han mantenido aislado del mundo por sí mismos. Pero, ante todo, por la dictadura militar mencionada arriba. La historia reciente de Myanmar como país independiente (desde 1947) ha tenido repetidos gobiernos autoritarios que han privilegiado el aislamiento; sólo han habido breves periodos de administraciones electas democráticamente. La legitimidad de las administraciones militares ha descansado sobre su papel en la guerra civil, que abruma al ejército y a la población desde hace más de seis décadas. De hecho es el conflicto armado más largo que sigue hasta hoy, más tiempo que el de Colombia. Esta guerra tiene sus raíces en el desastroso periodo de 1942 a 1962 [1], tiempo entre la invasión japonesa y el surgir del gobierno militar.
Como colonia británica, el país no conoció el tipo de riqueza o industria que su vecino, la otra colonia en India, pudo ver. Tras ser ocupado por Japón, Myanmar se encontraba en ruinas. La liberación de la ocupación japonesa llevó al gobierno colonial, y a las élites myanmas a negociar la independencia, lograda en 1947. A pesar del inmediato optimismo, pronto el país colapsó en guerra civil entre distintas facciones ideológicas, como entre distintos grupos separatistas. El gobierno en Rangún controlaba sólo una parte del territorio, estando el resto en manos de sus rivales, como de las diferentes etnias predominantes. Para finales de la década de 1950, sólo el ejército se encontraba en la capacidad de producir un gobierno eficaz. Para 1962, el gobierno militar había accedido al poder por el así-llamado golpe de estado (sólo retrospectivamente adquirió ese nombre), como pacificado gran parte del territorio, sobre todo la región en la que predomina la etnia birmana. Desde entonces, ha gobernado con la eficacia que permite gobernar con el báculo: no tanta, pero mejor que nada.
Uno de los resultados de esta historia ha sido el aislamiento del país frente a las oportunidades de comercio, turismo, cooperación e intercambios internacionales que han caracterizado a la dinámica región asiática. La época de los “tigres asiáticos”, en la que algunos de sus vecinos experimentaron elevadas tasas de crecimiento en parte gracias a sensibles políticas industriales y de comercio, no fue aprovechada por el país. Mientras que Tailandia y Vietnam han podido desprenderse de los bajos ingresos y profundo subdesarrollo de la región, la enorme Myanmar no ha alcanzado el mismo desarrollo. China, su mayor socio comercial, ha sido acusada de tener una postura abusiva hacia su empobrecido vecino. Lo cierto es que el continuo estado de guerra en las regiones fronterizas de Myanmar ha sido una molestia para el gobierno chino. A pesar de eso, y de la transición gubernamental en Myanmar, no se espera que las relaciones entre ambos países se deterioren. Al contrario, cabe la posibilidad que su potencial sea mejor aprovechado.
Las expectativas hacia el nuevo gobierno son altas, y los desafíos son enormes. Sin embargo el país tiene grandes oportunidades para converger con sus vecinos, y beneficiarse de reformas domésticas y mayor democracia. Se espera que un gobierno civil será más capaz de lograr esas metas que el militar. Los cambios que ha estado viviendo Myanmar la disponen para recibir cada vez más atención, no sólo como historia de fracaso y gobiernos opresivos, pero incluso como un país para el futuro. México hoy en día no cuenta con una embajada ni con significantes relaciones diplomáticas o comerciales con Myanmar. Quizá pronto será tiempo de evaluar un acercamiento a ese país.
————————————————————————————————-
1: Muchos de los datos y argumentos de este artículo hacen referencia al libro de Michael Aung-Thwin y Maitrii Aung-Twin, A history of Myanmar since ancient times. Traditions and transformations, 2012, Reaktion Books.