Hace un par de semanas The Verge vería la importancia de la iniciativa de tag cleaners en Instagram, frente al asesinato de la joven de 17 años, Bianca Devins, mejor conocida por su nombre de usuario escty.
El caso de escty es uno macabro pero no desconocido al Internet.
De manera breve y que evitemos un innecesario morbo, esta joven fungía como e-girl o influencer de una pequeña comunidad de jóvenes mujeres en Instagram. Cuando fue asesinada por Brandon Andrew Clarke, un amigo cercano, este publicaría fotos de su cadáver a redes sociales.
Lo que siguió, fue una historia conocida. Los moderadores y sistema de denuncias de redes como Instagram, probaron ser inútiles ante la rápida proliferación de imágenes gore y claras violaciones a sus políticas, sin un verdadero sentido de urgencia y mucho menos censura efectiva.
Frente a esta ineptitud, los usuarios cercanos a ecsty, decidieron tomar medidas por sí mismos. Utilizando tags usados por los vulneradores y relacionados, subieron una serie de imágenes y mensajes positivos, spameando de esta manera el contenido violento y restringiendo su visibilidad.
En una serie de entrevistas realizadas por The Verge con estos honrosos y diligentes usuarios, dieron a entender que frente a cualquier justificación de Instagram sobre su ímpetu por frenar estos contenidos y la necesidad de reportar abusos, su respuesta atendía el problema con urgencia y eficacia. Especialmente considerando, que ya se conocen las rutas alternativas para estos usuarios abusivos.
Así los tag cleaners, se han vuelto un tema central a nuestra conversación sobre la realidad de los abusos en el mundo digital, la responsabilidad de los encargados y nuestra probablemente imprescindible autogobernanza.
La pertinencia de volver a pensar en este suceso para nosotros, no está tanto en los particulares sino en un esquema general. Uno que de ser entendido en su forma fundamental, puede asistirnos en una mejor intelección de nuestro rol como ciudadanos digitales.
Los años de no man’s land del Internet dosmilero quedan longevos y hoy peleas como la del net neutrality parecen interrumpidas por el aburrimiento y la apatía. Sin embargo, las realidades del internet cambian y son más que tangibles.
Quizá en materia histórica, el referente real para nuestra próxima era del Internet, no queda en los ideales anárquicos o la posibilidad de irrumpir en la burocracia, sino de una búsqueda por nuevas maneras de operar como comunidades en línea.
Es más que claro que el espíritu libre del internet permanece de alguna manera en redes como Reddit, Youtube, Twitch o cualquier ejemplo de creatividad auto-administrada. Pero lo que definitivamente queda al aire, es las maneras en que estas dinámicas se pueden dar a conocer en redes que operan de manera más convencional.
Mientras en Facebook o Twitter persistan los escándalos de privacidad, propagación de las información y toxicidad apenas atenuada por los moderadores, de la misma manera que las comunidades activas irrumpen en otras redes más holgadas por su seguridad, aquí nos queda la misma responsabilidad.
El ejemplo de los tag cleaners, no es uno de abandono o protesta, es uno de acción mientras los usuarios, al final siguen siendo ciertamente usuarios. Irrumpen en el funcionamiento más que obvio de la red al beneficio efectivo de los demás.