Recién estrenada Joker de Todd Phillips podemos esperar innumerables reflexiones alrededor de su trama y tratamiento. Un personaje con tanto lore como lo es este icónico villano de la cultura popular, se presta a la especulación, análisis y crítica en todo momento.
Quizá dentro de esta encarnación uno de los atributos más cercanos a la celebración uniforme, está en la interpretación de Joaquin Phoenix. Dentro de un papel así de monumentalmente cubierto por todos los formatos de entretenimiento y arte, el obstáculo de Phoenix no solo está frente a la comparación, pero también en el tratamiento del personaje de parte de Phillips.
En esta cinta que se dedica completamente al estudio del personaje, cualquier detalle en manierismos, indumentaria o intención, está ahí, en primera fila para ser diseccionado. De esta manera, la preparación del actor aquí es sumamente pertinente.
La famosa risa del maniático encuentra, en esta versión “realista”, en la incontinencia afectiva. Una condición descrita en la película como parte de un posible daño neuronal. El personaje de Arthur Fleck se muestra en su entorno solitario, patético y socialmente hábil, por medio de detalles como este, que evidencian la incómoda, dolorosa e inevitable característica del personaje.
Esta condición que desata ataques de risa en el personaje que eventualmente se vuelve Joker, se siente durante toda la cinta como inconveniente, penosa y difícil. Mientras Fleck se trata de controlar en situaciones de estrés, muestra una tarjeta a la gente alrededor describiendo su condición, se percibe casi un dolor en su garganta por la frecuencia del transtorno. La mayoría lo toman como una posible falsedad.
En este sentido, el Joker de Joaquin Phoenix goza de una risa mucho más profunda a la realidad de su personaje. Quizá lo más interesante, saber que esta risa viene directamente de una condición real.
El pseudobulbar affect o incontinencia afectiva es atribuida a una pérdida del control cortical, parte neuronal encargada de las emociones. Y como en la película, se muestra por medio de ataques de llanto o risa incontrolable. Mientras que se señala a su realidad, no se tiene aún una verdadera comprensión de su origen o funcionamiento. Se le enlaza a enfermedades neurodegenerativas, trauma o accidentes cerebrovasculares.
¿Qué más sabemos de la inspiración mencionada por el mismo Phoenix para la risa de este Joker? La risa o llanto, son respuesta a estímulos que no siempre están ligados al estado de ánimo del individuo. No obstante, hay suficientes reportes de pacientes que pueden ser desencadenados por la exaltación causal, medianamente gracioso, medianamente triste.
Sabemos que la incontinencia afectiva se presenta mayormente en llanto que en risa. Sabemos que controlar su alcance y duración es la parte más difícil para los pacientes. Sabemos que terminados estos episodios, no hay una sensación de alivio. Finalmente, conocemos que no hay una verdadera solución, salvo a tratamiento psicoterapéutico para su control.
Con la información limitada que existe, muchos de los expertos conectan esta condición a trastornos depresivos y advierten de su tratamiento similar. Aunque algunos anotan que la condición puede también venir de un condicionamiento social, es claro que el daño cerebral inherente a la condición, justamente habla de su dificultad para controlarlo.
La realidad es que la incontinencia afectiva no es ni una condición común, mucho menos una fácil o responsable para especular. En este sentido, justamente su problema viene de la dificultad que viven sus víctimas de parecer una respuesta completamente incongruente a su contexto, una tan difícil de diagnosticar que se puede atribuir a un simple fenómeno de personalidad.
Precisamente algunos de estos elementos son los que le dan la carga emocional al trastorno de Arthur Fleck en medio de un personaje que se construye, más que ser lo que entendemos del mismo en la cultura popular.
El incómodo y aislado Fleck, juega con nosotros entre la respuesta lo empático, lo embarazoso y lo atónito. Ver a un personaje que al mismo tiempo tiende a lo teatral, hace que el trastornado individuo detrás del maquillaje se vea difuminado en un miasma de falta de compresión. La risa del Joker de Joaquin Phoenix es triste, dolorosa y a veces perturbadora.