La catástrofe de Fyre Festival, continuada por una guerra de documentales

// Por: Diego Galán

mar 15 enero, 2019

Un line-up lleno de actos del tamaño de Blink-182, Disclosure y Migos. Viaje en jet privado a la isla secreta de Pablo Escobar en las Bahamas. Alojamiento cinco estrellas, comida gourmet, fiestas en yates, la oportunidad de codearse con las modelos más famosas del momento. Villas en la playa y una experiencia inmersiva. Fyre Festival, un evento de lujos y exclusividad demasiado bueno para ser verdad.

La experiencia prometida por el rapero Ja Rule y el organizador líder Billy McFarland, un sold-out completo con boletos de hasta 12,000 dólares y una de las campañas de mercadotecnia más impresionantes, ahora es famosa no por ser el próximo Coachella sino, simple y sencillamente por ser una catástrofe de producción y enorme fraude.

La realidad encontrada por los asistentes fue rápidamente viralizada en redes sociales. Videos y fotos de un terreno vacío, villas sin construir y carpas de socorro. Una experiencia gourmet reducida a sándwiches de queso. Equipajes maltratados, escenarios sin terminar, headliners que nunca llegaron y vuelos cancelados incluso cuando el festival ya era abortado. La tragedia de Fyre fue interminable.

Dentro de todo este contexto, lo más impresionante fue ver lo rápidamente que un festival de lujo terminó en volverse una crisis de asistentes recurriendo a saqueo y confrontaciones desesperadas. El gobierno de las Bahamas fue el responsable de evacuar y todo llevó a una inevitable demanda de 100 millones de dólares para los organizadores. McFarland sería sentenciado a 6 años de prisión y una compensación de 26 millones de dólares.

Sin embargo, la historia del Fyre Festival no podía acabar ahí. Netflix anunció su producción documental del desastre y cuatro días antes de su lanzamiento, Hulu lanzó su propia versión. El resultado ha sido una extraña y ridícula situación, pero solo ad hoc a todo lo relacionado con este festival. Una guerra de productoras donde las redes sociales sociales gozan del continuo absurdo.

Más allá de la competencia, las diferencias entre producción se resume en que Hulu tiene una entrevista con McFarland y Netflix un inside-look a FuckJerry y JerryMedia responsables detrás del marketing del festival. Ambos documentales, observan el evento con ganas de reflexionar sobre qué constituye la cultura millennial. Todo mostrado por el fanatismo de una experiencia irreal, la persecución delirante por la influencia social y su relación con las estafas en una verdadera y poderosa economía digital. Sin embargo parecen producciones más enfocadas de reír en conjunto de colaboradores de un desastre sin consecuencias.

En verdad, lo que más interesante dentro de esta retrospectiva, es justamente el uso efectivo de la maquinaria de los llamados influencers, las dinámicas de redes sociales y la mercadotecnia solo para vender una mentira, que incluso el mismo McFarland pareció venderle día a día a sus organizadores. Influencers recibiendo dinero solo por actuar, asistentes que perdieron casi todo su dinero en ir a este festival irreal y ahora productoras beneficiando al estafador McFarland con una entrevista pagada, todos son cómplices de este fiasco moderno.

https://www.youtube.com/watch?v=ljkaq_he-BU

Mientras Netflix se había puesto en una mejor posición moral al haber rechazado la entrevista pagada de McFarland, Hulu también tiene sus críticas para su competencia. El director de Fyre Fraud de Hulu, Jenner Furst declaró para The Ringer “Siento que hay una posición más grande comprometida éticamente, y eso es asociarse con personas que promocionaron el Festival Fyre y sabían que esto no iba a suceder según lo planeado” […] “Que la gente no iba a conseguir villas, que la gente ni siquiera iba a conseguir baños. Tenemos correos electrónicos que demuestran que las personas sabían con meses de anticipación lo que estaba sucediendo y tenemos un denunciante desde dentro de esa compañía de redes sociales que dice que sabía meses antes que esto no iba a ser lo que se vendió.”

No obstante, los documentales han hecho suficiente ruido para revivir este festival y queda en duda si realmente se ha reflexionado sobre lo sucedido. Mientras se argumenta explorar este evento, tan íntimamente relacionado con nuestra socialización-pagada a manera de moraleja, la pelea de dos documentales casi iguales y la respuesta memeficada de redes sociales, continúan justificando la catástrofe millennial que termina siendo parodia de sí misma.