Como miembro de Plastilina Mosh, Alejandro Rosso fue la figura que le otorgó la -seriedad- y el -rigor académico- al proyecto. Músico, pianista y compositor que desde muy temprana edad mostró su talento e interés por la composición clásica, empezó a estudiar piano a los cuatro años y brincó rápidamente de hacer a un lado su papel como concertista para colocarse en uno en el cual su intención era gestar una hibridación entre los mundos de la música académica y el pop. Sus experimentos rindieron fruto en la agrupación de culto regiomontana Arcanienses, pero no fue sino hasta Aquamosh (1998) que obtuvo el reconocimiento de la crítica y el público nacional.
“Ser pianista, es mucho más difícil tocar solo ante 100 cabrones o 200 que van a estar clavándose en que no la cagues a hacerlo frente a cien mil cabrones que están abucheando. Nunca va a ser igual la atención o la apreciación, entonces eso no es problema”, declaró cuando le recordé aquella escena en la cual fue abucheado en La Semana de las Juventudes del Zócalo de la CDMX, una cita en la cual introdujo la presentación de Plastilina Mosh con una interpretación a piano de varios de los cortes más icónicos de Aquamosh (1998) y Juan Manuel (2000).
-¿Crees que el púbico de la banda sabe apreciar lo que hiciste que no es tan radial dentro del proyecto?-, le pregunté, viendo su fondo repleto de sintetizadores, ordenado y limpio. “Entiendo que es parte del encanto del proyecto que haya toda esa cosa contraria, lo que es el universo realista de uno y el idealista del otro. Pero, no me disgusta, lo acepto y no creas que me molestaba cuando sucedía eso”, afirmó, agregando que a fin de cuentas las intenciones de Plastilina Mosh siempre han sido inquietar a las personas, no dejarse encerrar por las etiquetas. “Para los rockeros soy más músico clásico y para los músicos clásicos soy más rockero, güey, estoy ahí, en el limbo”, agregó utilizando una chamarra medio psicodélica.
En exclusiva, nos confirmó que está desarrollando un proyecto de disquera independiente mediante el cual próximamente lanzará su álbum debut como solista y el misterioso Panorama On, un álbum que grabó al mismo tiempo que Aquamosh (1998) con el apoyo de Mike D de Beastie Boys, pero que nunca ha sido editado, ni puesto al alcance del público.
Te contacté porque quería hablar en específico sobre Aquamosh, ya platiqué con Jonáz y me resolvió muchas dudas, pero me queda la incertidumbre de no platicar a fondo sobre la producción del disco y él también se ha olvidado de varias cosas, incluyendo cómo se conocieron…
Bueno, Jonáz y yo nos conocimos porque en la generación de músicos de ese entonces, él tenía su proyecto Koervoz de Malta y yo tocaba con otra banda que se llamaba Arcanienses. De repente había eventos o festivalillos o pendejadas así en los cuales nos tocaba tocar juntos. Ahí seguimos diciendo –ahh, a este bato lo conozco-, nada más.
Luego como en el 94 o 95, estaba trabajando en un estudio de grabación y no se me olvida que fui a comer con otro güey que jalaba conmigo. Cuando salimos del restaurante, escuchamos pues ruido en una esquina, ahí por el centro de Monterrey. Le dije –este ruido yo lo conozco, son estos güeyes de Koervoz-. Estaba rumbo a donde habíamos estacionado el coche. Fuimos, estaba en una esquina, había una puerta abierta y estaba asomándose el Jonáz. Estaban ahí ensayando a medio día.
No se me olvida que el cabrón tenía una gorra mía, un hoodie que yo le había prestado, güey. Le dije –ahh puto, trae mi pinche gorra, güey-. De ahí empezamos a platicar, le dije que estaba jalando en el estudio y me dijo –ahh qué chido, a ver si un día me dejas grabar en la noche-. De ahí, de esas sesiones nocturnas que nos daban chance de ir a pendejear, empezamos a generar parte del primer disco.
Él me había dicho que ustedes tenían la idea, la intención de hacer un proyecto de metal industrial…
No. Eso es de Jonáz. Ya sabes que la memoria es selectiva y el alcohol es más cabrón que la memoria. Yo no lo descarto, es importante entender que este proyecto siempre fue de dos lados de la moneda. Lo que él percibía y lo que para él era su verdad, pues no lo descarto, pero es su percepción y la mía es, a lo mejor, 180 grados.
Por mucho tiempo le ha dicho a la gente que el nombre real del grupo iba a ser The Real Lara & Monárrez… para mí era una broma que él dijo una vez y le contesté –ahh sí, está bueno-. No fue necesariamente algo que tomara tan en serio, aunque él obviamente lo tomó en serio.
De igual manera eso de lo industrial. Sí es cierto que nos gustaba la música industrial, considero que me gustaba más a mí que a él, yo era más under, lo que en ese entonces era el dark, iba al Foco Loco, escuchaba Front 242, Ministry, entre otras cosas que escuchaba. Pero, como yo era el güey que programaba, sabía secuenciar y en ese entonces era más complejo, conceptualmente hablando, eran los ejemplos que yo le brindaba de en dónde podían unirse dos tipos de música.
En este caso, él era más metalero y yo no. Le dije –estos son ejemplos de cómo se programa con guitarras distorsionadas y son divertidos-. Pero, como tal, yo jamás tuve la intención de que fuera necesariamente un grupo industrial, ni mucho menos. Más bien era un proyecto que ni siquiera tomábamos en serio, jugábamos a ver qué salía en un inicio.
Justo él me dijo que eras la única persona que sabía programar. Me gustaría saber cuál era tu interés en haberlo aprendido.
La cosa es que no sé si fuera el único, pero sí de la generación. Sí fui, a lo mejor, el primero en comprar un sampler como tal y empezar a secuenciarlo con un Kawai Q-80 que no tenían más que una pantalla numérica y tenías que hacer cuentas, todo eso. Era una hueva para mucha gente el ponerse a aprenderlo. Pero, yo ya había empezado antes con otros secuenciadores. El M-1 tenía un secuenciador muy arcaico, pero lo podías usar y en las bandas en las que estaba, lo usaba al top, lo más que podía.
A lo mejor había señores más grandes que hacían música para comerciales que programaba, no sé. Pero, así, creativamente, generando contenido nuevo para un proyecto así, yo creo que sí era el único. Para mí era importante porque no distinguía cual era la diferencia, no entendía por qué no podía ser interesante al ser un músico, así como la ingeniería en audio y la grabación.
Yo nunca he entendido por qué a un músico no le interesa, en vez de explicarle a alguien más, ¿por qué no hacerlo tú y empezarlo a conceptualizar y escuchar? Para mí no está ajeno al todo que significa ser un músico, nunca lo vi como una cosa extra, sino como parte de lo que tenía que aprender a hacer.
Estabas interesado en ser un músico más completo.
Pues sí, no necesariamente para decir que lo hacía o que podía hacer más cosas, simplemente era la necesidad. Por ejemplo, cuando empezaba con otros proyectos y hacíamos demos al estudio de alguien por aquí, me desesperaba que lo que yo quería escuchar no era lo que podían plasmar.
Era una decisión muy obvia decir que iba a aprender a grabar. Siempre he estado con esa curiosidad, a lo mejor más que intensión, es curiosidad y me parece que es parte de, no de ser tecladista, porque no me considero tecladista, es un instrumento al cual le saco provecho. Es la necesidad de expresar algo sónicamente y buscar los medios para lograrlo.
Claro, ¿sientes que en Aquamosh lograste transmitir lo que querías en cada una de las piezas? Porque cada una de ellas, las empezaron a generar a través de conceptos.
Los resultados finales de las canciones me gustan, eso me queda claro. En cuestión de toda mi colaboración o mi trabajo en el disco, siento que sí está plasmada la idea que yo tenía, casi en su mayoría. Sí peleé por muchas cosas para el disco, para presupuesto de arreglos, las cuerdas, que yo arreglé, pero para tener los músicos para tocarlas, en lugar de que fuera un sintetizador tocándolas. Etcétera, ¿no?
Por decir, eso de que eran ideas, a lo mejor conceptuales, que se bajaron a sónicas, en algunos casos sí, pero no en todas. También depende de, en este caso, en este proyecto de Plastilina, lo principal era la composición. Podía llegar una idea original desde Jonáz y yo lo complementaba o viceversa, pero había ocasiones en las cuales, en alguna peda, en alguna plática, cagándonos de risa, salía alguna cosa que luego se volvía el tema a desarrollar. Sí, definitivamente. No puedo decir que solo fue de una manera, hubo todas las maneras que se exploró su gestación.
Una de las cosas que me sorprendieron mucho no encontrar en la Internet es saber si tienes un bagaje académico, el haber estudiado en una universidad. Sé que estás interesado en la música clásica y académica del Siglo. XX. Sé que estás muy interesado en el jazz y lo tocas, pues, pero no sé si estudiaste en un conservatorio.
Sí empecé la carrera de concertista, empecé a tocar a los cuatro años el piano. Por mucho tiempo estuve dando recitales o conciertos de música para piano clásica, entre comillas. Después estuve en el conservatorio de aquí, pero mi escuela fue una maestra, Estela Guzmán, quien desde muy pequeño me agarró. No importaba que yo estuviera en el conservatorio y luego en la Universidad de Nuevo León, yo siempre estuve con ella.
También estudié improvisación de jazz y saxofón con un muy buen maestro gringo que ya murió, él era un clarinetista y saxofonista muy bueno. Él fue el que me empezó a meter todo el asunto de la teoría del jazz, la improvisación. Después ya, muchos años después, estuve en Austria estudiando una masterclass de música barroca, que me gusta mucho también.
Como tal, digamos que yo estoy en el limbo. Para los músicos clásicos, soy rockero y para los rockeros, soy músico clásico. Estoy en medio. La música rock no me gusta, como tal se me hace más obvia y bueno, hay cosas padres, siempre hay y siempre va, pero siento que se repite mucho. Las cosas que a Jonáz le gustan, que él ama, a mí no me gustan y viceversa.
Claro, lo entiendo. De hecho, encontré una playlist tuya en Spotify que se titula –Las Canciones Que No Apestan de Plastilina Mosh- que son literalmente los instrumentales y los temas con toques jazzísticos.
Ahh, lo viste, jajajajaja. Pues son las que para mí son más longevas. A lo mejor hay algunas que me gustaban más en su momento, por ejemplo ‘Encendedor’ se me hace de las más bonitas que Jonáz hacía por el asunto de que tocaba la guitarra con el encendedor, como todo esto, flasheando, muy artístico, pero como pieza ahorita ya no la escucharía toda, me daría hueva.
De la mayoría de los sencillos, yo creo que de todos si acaso hay un par que me gusten, ‘Peligroso Pop’ es increíble y si acaso ‘Human Disco Ball’. Pero, todos los demás me dan hueva, se me hacen muy obvios y comerciales. Pero, en su momento, cuando los trabajé, intentaba hacer lo mejor que pudiera con la canción en arreglo, en grabación y en producción, intentaba que me gustara y se plasmó porque las canciones que no me gustaban, no están en el proyecto.
Eso fue mucho del primer disco de Jonáz como solista, muchos de los temas que él traía, yo le decía –no, ese tema mejor no, pero tú dale-. Él luego se fue a hacer su primer álbum como solo y luego mucha gente me decía, –¿ay, por qué no hicieron 45 grados?-. Y yo les contestaba, -no, pues es que esa era idea de Jonáz-. Estoy seguro de que, si la hubiéramos hecho, hubiera sido distinta, similar, pero distinta, mas qué bueno que él logró lo que quería, tenía esa idea en la cabeza, pero a mí no me gustaba y no me gusta, así que para qué hacerlo, ¿no?
Hace poco leí un post en Facebook de un promotor que se llama Alberto Castillo en el cual hablaba de la falta de apertura del público rockero a otros estilos musicales más complejos, uno de los ejemplos fue un concierto que ustedes dieron en la Semana de las Juventudes. Saliste tú a introducir el concierto con un set de piano, te abuchearon hasta que salió Jonáz y empezaron a tocar las canciones más pop de Plastilina Mosh. Me gustaría saber, desde tu perspectiva, si el público de la banda sabe apreciar lo que hiciste que no es tan radial dentro del proyecto.
No te sabría decir porque el público es muy amplio. Entiendo que lo sea, porque en su mayoría la gente considera que el proyecto es la música comercial que tiene, las dos o tres más memorables, comercialmente hablando. Entonces asume que todo el proyecto es así y digamos que es el estilo o la música que les gusta escuchar y lo respeto, no tiene nada de malo, pero no es la que yo escucharía o la que me gusta.
También hay otro tipo de gente que le gusta lo otro que me escribe de repente, me escriben o me preguntan. Tampoco me parece que sea más válido, simplemente entiendo que hay esa otra parte y yo soy más de esa otra parte. Obviamente puedo estar más en sintonía con sus comentarios, con sus observaciones del proyecto, pero eso no significa que me disguste lo otro. Por ejemplo, en vivo sí me gusta tocar los sencillos porque es como de canciones ñoñas y qué padre que la vieja baile y la chingada. Creo que sería más aburrido si nos ponemos a tocar mi playlist en vivo para los demás.
Entiendo que es parte del encanto del proyecto que haya toda esa cosa contraria, lo que es el universo realista de uno y el idealista del otro. Pero, no me disgusta, lo acepto y no creas que me molestaba cuando sucedía eso.
Por mucho tiempo, los setlist en vivo no existían en Plastilina Mosh. Al momento de ir subiendo el escalón para el escenario, decidíamos qué tocar, luego cuál siguiera ahí mismo. Yo iba tirando la que sentía que estuviera más padre. Luego alguien decía –esta- y yo –ok, porque ya íbamos librando mejor-. De repente ya teníamos suficientes canciones como para escoger cuál siguiera y eso me encantaba porque todo el mundo estaba atento, me refiero al staff y a los de las luces. No era igual nunca. Eso me gustaba más.
Creo que es parte de la respuesta decir que a mí me gusta más no saber qué va a pasar, que sea imprevisible. En la búsqueda de la música, eso es lo que me interesa, no saber qué sigue y lo intenté aplicar en el proyecto. Entonces, ¿a qué voy? Que, si empiezo a tocar y empiezan a abuchear, es parte de lo que buscábamos, que fuera algo inesperado y para mí, entonces, es un éxito que me hayan abucheado.
Ser pianista, es mucho más difícil tocar solo ante 100 cabrones o 200 que van a estar clavándose en que no la cagues a cien mil cabrones que están abucheando. Nunca va a ser igual la atención o la apreciación, entonces eso no es problema.
Entiendo perfectamente. Pasando hacia el álbum, la portada de Aldo Chaparro. Jonáz me dijo que era amigo tuyo y que les pidieron un diseñador gráfico, pero en lugar de eso, buscaron una obra de arte. A mí me parece una decisión que va de acuerdo al proyecto y que dice mucho con respecto a lo que ustedes querían ser. Me gustaría saber desde tu perspectiva el por qué eligieron aquellas figuras, son de acrílico, ¿no?
Algunas son de acrílico, pero otras son vaciadas en metal. De hecho, tengo aquí una arriba, una de las piezas que Aldo me regaló.
Para responder, la intención fue de mí parte. Noté que Jonáz no estaba muy interesado, para él era igual lo que fuera el arte, no era importancia primaria, él dijo –lo que sea, si yo lo veo y me gusta, no hay pedo, pero tú encárgate-. Sí tenía una relación indirecta con Aldo, pero yo tenía años de conocerlo, incluso cuando llegué a México, trabajé con él de asistente en su taller de escultura. Entonces, para mí era algo más orgánico e interesante el que él desarrollara algo en lugar de que un diseñador gráfico, impuesto por la disquera, desarrollara una foto y le pusiera cierto tipo de tipografía que fuera comerciable.
Es muy interesante el disco de Aquamosh como tal porque fue una pelea constante con la disquera en donde solo teníamos un gran aliado que era Camilo Lara, que en ese entonces estaba empezando su carrera en la disquera, pero fue el que nos recomendó para que nos firmaran y todos. También estuvo Héctor Martínez y demás gente que creyeron en nosotros, pero todos lo querían hacer como ellos creían que era lo comerciable.
La decisión de los presupuestos para grabar, la decisión de los productores para grabar. Una vez que ya estaban las canciones ya grabadas, -¿cuáles van a tener videos, por qué un chico de 16 años que nadie conoce va a ser el director?-. Entonces la pelea para que hubiera un video de ‘Niño Bomba’. Todo eso eran batallas campales en la disquera, en donde nos dábamos agarrones, de las cuales Jonáz no quería participar mucho. Estaba haciendo una presencia nocturna en el Bulldog y yo diurna en la disquera.
Pero, una de las cosas que más pelee fue la portada y el nombre del disco. No querían que se llamara así y no querían, si tú te fijas en el arte, que dije Aquamosh y luego Plastilina Mosh porque ellos decían que la gente iba a creer que la banda se llamaba Aquamosh. La solución que brinde fue que fuera –Aquamosh por Plastilina Mosh-. Entonces ya no pudieron rezongar, no les gustó.
Ellos querían que hubiera una foto de nosotros en la portada, eso lo peleamos, entonces pusimos una foto en la contraportada y les cagó muchísimo que fuera una foto que Camilo nos tomó en la playa de Acapulco con una Polaroid. La sonrisa de Jonáz es porque fue el primer viaje pagado por la disquera, puro viaje, ni las chelas pagaron, cabrón, a un evento de Telehit o no sé qué en Acapulco. Pero, un día anterior, sus lentes se le perdieron en el mar y al día siguiente, estábamos ahí en el mar y pasó un güey preguntando si se nos había perdido algo. Entonces le describimos los lentes y el güey se metía y sacaba lentes, de las olas, como ahí en la arena se metían y los encontró. Entonces Jonáz se los pone y Camilo toma la foto, fue un momento de felicidad que quisimos que estuviera plasmado en el disco.
Tal vez esto sea contenido valioso interno, no externo, pero siempre nos gustó la idea de que Aldo lo curara, lo hiciera de una forma más estética, natural, analógica, en lugar de dictal y creo yo que fue muy acertado. Esas piezas que, hasta creo, tendría que recordar con él, generó con base en el concepto de Aquamosh. No estoy seguro de si ya las tenías y dijo –ahh, eso parece que puede estar bien- o si dijo –creo que puedo hacer algo así-. Pero, fue muy simultánea la creación de las piezas con la salida del arte.
Así lo mantuvimos siempre, otro disco, el Juan Manuel, Aldo curó, hubo más artistas, más portadas, pero él lo hizo. Después Fernando Sandoval nos apoyó e hizo otros. Aldo hizo tres y Fernando dos, creo.
La historia que me dices es interesante porque siempre he sentido que Aquamosh es un álbum con ondas playeras y, a fin de cuentas, el título refiere al agua. Me gustaría saber si esa historia de los lentes tuvo un fin mayor dentro de la decisión artística del disco además de la portada de la contraportada. Otra pregunta que tengo es que Wikipedia dice que el álbum se llamó Aquamosh porque así se llama la pieza de arte…
No, desde antes de que hiciéramos el disco ya sabía que quería que se llamara Aquamosh. En este caso, digo, por azares del destino, Jonáz siempre ha sido súper inventivo con nombres de canciones, saca cada mamada y puntadas y todo, pero los discos, que yo recuerde, mínimo el Juan Manuel, Aquamosh, Tasty y All You Need Is Mosh fueron más mis sugerencias.
De hecho, siempre ha estado pendiente un Aeromosh que yo siempre he querido que sea el último disco, como cerrando un ciclo. Pero, digamos que el Aquamosh venía desde tiempo atrás. A lo mejor Aldo tuvo una idea generadora porque se le comentó, más ni siquiera sé si las piezas se llamen así, a lo mejor son sin título.
Hablando del álbum, es obvio que ‘Aquamosh’ y ‘I’ve Got That Milton Pacheco Kinda Feeling’ son más tus obras. De la última canción, traduje el francés, la letra me parece muy divertida. Me gustaría saber si esa historia de la persona que se la pasa viendo periódicos para ver si aparece el nombre de Milton Pacheco es tuya y luego, saber un poco más de las influencias artísticas, de dónde salieron esos pianos.
Las canciones que yo considero más una aportación composicional mía, sí, ‘Milton Pacheco’ es mía, pero de ‘Aquamosh’ no puedo decirlo. Sí, yo influencié más la estructura, llevando la composición, pero la hicimos en conjunto con una banda llamada Sukia. En el estudio, con ellos, la idea surgió. Ellos traían el beat, les dije –esto está padre, déjame le pongo un piano-. De ahí, yo le dije a Jonáz, -esta pieza se puede llamar ‘Aquamosh’, vamos a ponerle ruidos de ballenas o lo que fuera-. Él se fue a poner algo de letra, yo fui llevando la estructura, las modulaciones, el cambio y eso. Pero, sí, fue una cosa en conjunto, la hicimos en el estudio.
Hay otras piezas, como ‘Ode to Mauricio Garces’ que sí era un tema mío y lo tenía muy específico, en el cual le dije a Jonáz, -toca esta guitarra, el bajo es esta línea, aquí, hay que grabarlo, hay que ponerle cuerdas-. Son canciones que considero muy mías, pero que, a su vez, por tomar este ejemplo, la aportación de Jonáz, es muy bonita. Su solo me encanta, es tan mía, como de él, no puedo decir que no, pero es una pieza que yo tenía en la cabeza desde antes. Este tipo de composición, igual ‘Banano’s Bar’, pues el solo, igual yo hice el beat y Jonáz le puso la cosa ácida encima, la guitarra y la voz. Yo creo que Aquamosh es más conjunto.
‘Milton Pacheco’, en efecto, en esa pieza yo hice primero el título y luego hice la música. Justamente con Juan Manuel, el personaje a quien le hicimos el tributo en el segundo disco, solíamos agarrar en su bocho unas buenas pedas nocturnas. En ese entonces, no había mucho pasando para gente como nosotros, no teníamos dinero para ir a antros tomábamos caguamas dentro de su auto. Sea como sea, Juan Manuel siempre ha sido un tipo muy culto, siempre lee mucho, es el güey que en el juego de maratón sabía todas.
Él leía mucho el periódico, a mí me gustaba la sección de los crímenes y siempre había un personaje que los resolvía, que era el Detective Milton Pacheco. Cuando decían –agarraron a un güey que mató a un hombre ahí-, era el Comandante Milton Pacheco. A mí siempre me pareció muy interesante el nombre. En alguna peda ahí con Juan Manuel, que estábamos ahí chupando en el carro, le dije –güey, estoy muy preocupado porque ya tiene muchos meses que no veo que aparezca Milton Pacheco en el periódico- y el bato me dijo –no mames, yo también-. Empezamos a hablar del tema y le dije –voy a hacer una rola del cómo extraño a Milton Pacheco-.
En fin, cuando fuimos a grabar ahí en California, fue un problema severo lo de las cuerdas porque no querían soltar el dinero, era mucho dinero y nos peleamos, pero ya estábamos en el estudio. El productor les dijo –por favor, denles el dinero para las cuerdas-, eran como 15 mil dólares, una cosa así, en Hollywood son caros los músicos.
Nos dieron el dinero ya al día siguiente iban a grabar las cuerdas y no había arreglos. Pero, no se me olvida que una noche antes Jonáz se durmió en la bañera y yo estaba en el cuarto haciendo las partichelas, sin piano, sin nada. Estaba nervioso porque decía –donde no me cuelgue bien, la voy a cagar con todos los instrumentos-. Al día siguiente llegamos a la sesión que eran Mauricio Garcés y Milton Pacheco, las que traían cuerdas. Empieza la pieza y se oye un ruidero horrible. Yo estaba de –¿en dónde la cague?, revisando los apuntes-. Todos con cara de –pinche pendejo, ya la cagamos-. Y en eso, uno de los músicos de ahí dentro topa la partitura y la voltea, el güey de mamón nomás lo hizo alredede y en ese momento, ahí, fue donde escuché por primera vez lo que eran esas canciones en mi cabeza. Nos gustó.
Ahí fue que apareció una amiga del productor, una cantante April March, gringa, pero que hablaba francés. La oye y dice –no mames, qué bonita canción, déjenme meterle algo- y le dijimos que claro, nos preguntó de qué se trataba y le expliqué del detective. Entonces ya se puso a cantarle encima. Yo nunca me he clavado en buscar qué tanto dice en francés o no, pero me da gusto saber que es sobre eso.
Claro, habla de una forma muy nostálgica de alguien que está buscando a Milton en un periódico todo el tiempo. Es interesante esa canción porque en mi círculo de chicos esnob de la música, está súper considerada como una de las piezas más cabronas que haya grabado músicos mexicanos.
Órale, es un honor. Gracias porque es muy allegada, melódicamente me gusta, en el piano quería hacer algo Liberace, así como rimbombante, romántico, pastoso. Pero pues creo que es una melodía bonita, me gusta la modulación, quería manejarla como una cosa clásica dentro de.
Otra cosa es que el único determinante de las canciones en ese primer disco es que el sampler, el Roland S-760, tenía 16 megas interiores y teníamos que componer con 16 megas. Tenía que calcular los elementos que podían caber, dependiendo de la calidad en kilohearts podía escoger si un elemento era más prioridad, si era importante lo ponía a 32 kHz, si no me importaba tanto lo ponía a 8 kHz o 12 kHz, que se oía más barro, pero se necesitaba para que llegara a los 16 megas. Total, en programación.
Todo ese disco, digamos que todas las canciones, tienen programación, sampleos y demás por debajo de los 16 pinches megas cada uno jaja.
Es obvio que la mayoría de la instrumentación del álbum son sampleos, prácticamente un collage, pero no es minimalista, es maximalista en muchas ocasiones.
Sí, ahí es en donde viene lo difícil de la programación de ese entonces puesto que no había mucha memoria. Por ejemplo, si quería hacer un bajo sub para ‘Milton Pacheco’, lo que hacía era samplear una frecuencia, un segundo de cualquier oscilador y eso lo repetía para hacer la oscilación, para no tener que usar un sampleo más grande.
Tengo los papeles de todas las anotaciones, eran libros enteros de puros cálculos matemáticos para poder llegar a los resultados. Por eso me da orgullo, siento que le exprimimos a ese pinche sampler.
Tomando en cuenta que el álbum fue un éxito comercial y que los convirtió en iconos de la industria del rock-alternativo mexicano, ¿a ti te sorprendió ese recibimiento, siendo que me contaste de las historias de las campales en las disqueras y siendo que es un álbum mucho más artístico que un álbum de rock mexicano típico?
Sí, nos sorprendió, pero yo creo que a la disquera le sorprendió más porque cuando llegamos a EMI, PolyGram nos había ofrecido un sello llamado Discos Manicomio, creo o no me acuerdo cómo se llamaba, en donde estaba La Lupita, Zurdok y puras cosas así. Nos dijeron que nos podían licenciar el disco, sacarlo, pero sin master, ni nada, porque no creían que iba a tener éxito comercial. Les gustaba el proyecto, pero no creían en él.
Nosotros estábamos con el apoyo del estudio en donde yo trabajaba que nos dejaba grabar, con Gerardo Rocha, aquí, buen amigo, nos dijo –sí, yo los apoyo, ustedes grábenle y luego me pagan, güey-. Entonces, empezamos a hacer el Aquamosh solos, güey. Después fuimos a hacer un show a la Ciudad de México, Camilo nos vio y EMI nos habla para decirnos –nosotros los apoyamos y todo-.
Ahí empezó una negociación del contrato, aun y siendo que no éramos nadie, sabíamos muy bien lo que queríamos y lo que valorábamos en una relación y lo que nosotros apostamos fue –bueno, no nos des un contrato chingón, no nos des lana, nada más nosotros tenemos la última palabra creativa en todo lo que sea auditivo o visual. Ustedes pueden opinar, pero al final nosotros decidimos por escrito y por cada tantas ventas, va a subir un punto porcentual de lo que a nosotros nos toca-. Se cagaron de la risa y por eso te digo que los que más se impresionaron fueron ellos, el disco empezó a pegar y estos hijos de su pinche madre se están ganando más lana, ¿no?
Tuvimos muy buenas recomendaciones de Fabrizo Onetto, quien fue nuestro manager por mucho tiempo y que sigue ahí jalando en Discos Panoram y con otras cosas. Le apostamos a lo grande. También en lo editorial, el dinero que nos dieron en ese primer disco, fue hasta después de que fue un éxito ‘Mr. P-Mosh’. En la historia en México jamás se le había dado tanto dinero a un proyecto.
Todo lo que te estoy diciendo fue cierto, no lo esperábamos. Todo lo que sucedió en el 98 fue muy inesperado todo el éxito, nos agarró en curva. Yo lo único que sabía es que cuando acabamos el disco, las mezclas, lo escuchamos y yo dije –este disco está chingón, a mí me gusta, ya no me importa si le va bien o no. Yo ya me puedo morir tranquilo, a gusto, porque hice algo que amerita-. Todo lo que fue pasando ya no me fue importante, me vale madres si le fue bien, si había una opinión negativa no me importaba, si había una positiva –ahh, qué bueno, a mí me gusta igual-.
Fue una sorpresa, pero demasiado fuerte en tan poco tiempo, condensado y explotado por la disquera, que dio pie a que en el segundo quisiéramos revertir todo eso y alejarlo porque tuvimos la oportunidad de hacer un ‘Mr. P-Mosh’ dos y convertirnos en el nuevo Maná lo que sea, pero dijimos –no chingue su madre-. Eso no estaba en nuestra esencia, por lo menos no en la mía. Jonáz estaba de acuerdo, hicimos un segundo disco que fuera contrarestario.
De hecho, la forma de formularlo fue de –bueno, ¿cuál es la peor canción con la cual empezar?-, -¿cuál quedaría peor después?-, -bueno pues, ¿y cuál es el título más pinche que pudiera haber?, bueno este-. Curiosamente ese fue el disco que más se reconoció fuera de México, no tanto el Aquamosh, fíjate. Se veía raro, lo vendieron al hípster de esa onda. Pero, el Aquamosh a mí me gusta más, siento que es un poco más romántico, más cacando a una época.
En su momento, ¿llegaron a pensar que iban a grabar un segundo disco?
Sí, por el contrato estábamos obligados a hacer dos o tres. Eso no cabía duda, íbamos a hacer más discos, pero lo que sí nos fuimos dando cuenta con el paso del tiempo es que se volvía más difícil el colaborar con terceros para generar la música, era más complicado explicar.
En el primer disco hubo varios productores, colaboramos con Café Tacvba y mucha gente. En el segundo con un par, pero en el tercero lo hicimos solos porque nos costaba más trabajo explicarle a un tercero lo que queríamos oír y ya habíamos agarrado más la onda de la producción y la grabación, teníamos más fierros. Por eso ese disco tuvo 18 canciones, fue la explosión. Sí, creo que desde un inicio estábamos bien claros que íbamos a seguir grabando más.
Sobre las colaboraciones, Jonáz me dijo que habían preparado algo para El General, a mí me gustaría saber para qué disco era.
Yo creo que iba a ser entre el Juan Manuel y el Hola Chicuelos, porque cuando el primer álbum empezó a resonar, íbamos mucho a Panamá a tocar. El güey iba, no sé si Jonáz te contó, pero siempre estaba El General sentado con una botella de champagne, una chombota, o sea una morra negra, y una guarura. El güey nos saludaba, muy buena onda, le dijimos que hiciéramos algo y todos muy felices.
Hicimos la canción, una pista, para El General, pero el bato tuvo problemas con la disquera o yo qué sé. Pudimos hacerlo con otros, pero para nosotros El General era el chingón y lo sigue siendo.
Para darle cierre a la entrevista, me gustaría saber ¿cómo te sientes con ese primer álbum?
Me gusta, creo que del 1 al 100 me llena en un 90 por ciento. Obviamente ahorita ya volteas y encuentras errores o cosas técnicas, cosas que hubiera hecho de forma distinta con más experiencia. Pero, siendo sinceros, estábamos muy bien arropados con el conocimiento, la experiencia y creatividad de mucha gente que se involucró de forma tanto creativa como de producción y en colaboraciones conceptuales. Es una bendición, me recuerda a una era importantísima porque me recuerda a un cambio dentro de mi vida en donde inicia lo que siempre había soñado.
Es una fotografía sónica de todas esas peleas, todas esas frustraciones. Que si vas a ser alguien en la vida, que si te dedicas a otra cosa, que si nunca vas a tener éxito, todo eso se fundió con la gestación de este disco. Dio pie a que uno tuviera el mundo a sus pies, a lo mejor muy inmaduramente viéndolo en ese entonces, pero que podíamos hacer lo que quisiéramos y que no era solo aceptado, sino muy bien recibido por algunas personas. Fue muy mágica esa época, la recuerdo con mucho cariño.
No quisiera tratar de emular, tratar de hacer un Aquamosh dos, jamás. Pero, sí quisiera que todos los discos que yo hiciera de aquí a que me muera, tuvieran ese mismo amor y devoción por generar aquello que me llene y me hace vibrar.
¿Sientes que eso ha estado presente en toda tu discografía?
No con todos. El disco que más me gusta, el que más devoción y amor le tuve, yo creo que incluso arriba de Aquamosh, nadie lo conoce y nadie lo ha escuchado y nunca lo edité. Lo hice con una amiga llamada Bibi.
Hay una canción de ese disco que mucha gente me ha dicho que le intriga y le gusta porque tiene mucho de ‘Milton Pacheco’, es ese tipo de composición. Salió en la película Temporada de Patos (2004) de Fernando Eimbcke. Ese disco apenas lo voy a sacar ahora, lo grabé en 1999.
Ese primer disco, de ese proyecto, a la par que estábamos grabando Aquamosh, yo lo estaba trabajando con Grand Royal y Mike D de Beastie Boys porque él y Grand Royal firmaron ese proyecto. Grand Royal cerró y ya después yo lo grabé solo.
Es uno de los dos que voy a lanzar porque ese ya está grabado y tengo uno nuevo como solista que voy a sacar ya pronto, de hecho, este martes pasado grabé un video, ya tengo dos videos, ya lo voy a sacar. Es instrumental y tranquilo como lo que me gusta a mí. No le auguro éxito comercial, pero, como en Aquamosh, no me importa.
El disco este que te digo es con Bibi Zambrano, una muy buena amiga, que, de hecho, en el sencillo de ‘Niño Bomba’ hay una versión de ‘Milton Pacheco’ en el que ella canta, no canta April March. Obviamente era demo, no había cuerdas acústicas, ni nada más, pero ella cantó la versión.
Es bonito, es la música que me gusta y ella canta encima, es bonito lo que hace. Mucha gente me ha pedido que les mande ese disco, pero ya lo voy a sacar porque en este 2021 voy a estar lanzando mi disquera. El año pasado tuvimos compromisos contractuales con terceros que tuve que terminar antes de hacer mi proyecto, entonces estoy terminando este estudio, voy a sacar mi disco, aquel otro disco que he tenido enlatado, por decirlo así, también sacaré un disco de un brasileño de samba. Traigo todo este nuevo, digamos, proyecto, nueva faceta y estoy emocionado porque es más cercano a lo que siempre ha sido mi esencia. Necesariamente estar en feriado con lo que hemos hecho con Jonáz, esto es algo de lo que a mí me gusta hacer.
¿El proyecto con Bibi tiene nombre?
El disco se llama Panorama On, ya tiene ratito y es bonito. Estas historias me recuerdan a esa época. El disco, el nuevo, el mío, es a lo mejor igual la música que Jonáz tampoco hubiera apreciado, que yo entiendo, pero a mí me gusta. Es más, de esa sinergia entre una composición más clásica y la música electrónica.
Tengo ahí colaboradores muy interesantes, invité a un personaje increíble que es imitador de Rafael en Santiago de Chile, le puse una orquesta atrás. Entonces, hago mis experimentos satánicos ahí, está divertido, mínimo para mí, espero que para alguien más.
Oye, para terminar la entrevista, me quedó la duda de que dijiste que empezaste a aprender piano a los cuatro años…
Sí, es que mi papá era médico y otro médico de los que compartía en la oficina, le debía renta o no sé qué y le pagó con un piano. Un día llegué de la escuela y me encontré con el piano. Me senté, puse la radio y me ponía a seguir. Desde ahí me metieron a clases, nunca dejé de tocar. Mi hijo que tiene año y cacho ya está tocando, vamos a ver qué tanto sale o no músico, pero si le gusta ahí lo voy a traer en chinga jajaja.